Escultor cusqueño Heber Huamán será premiado por la Marina de Guerra por su valioso aporte a la cultura y a la historia. Fue él quien trajo de Chile la pieza de metal. Desde Cusco, cuenta la aventura que antecedió a su loable gesto.
Pedro Escribano. Enviado especial. LA REPÚBLICA
Atractivo turístico. El Monitor Huáscar es exhibido por la armada chilena a los turistas que se interesan en la Guerra del Pacífico. En 1977, dos años antes del centenario de la guerra, fue restaurado. (Foto. La Tercera de Chile). |
| En marzo de 2003, rumbo al Valle del Urubamba, nos los contó. No le creímos. Era imposible que un trozo del casco del Monitor Huáscar estuviera en Cusco. El escultor cusqueño Heber Huamán Altamirano insistía en que sí, que lo había "rescatado" en Chile, y que lo tenía en casa. Guardó el secreto durante trece años en cumplimiento de una promesa, pues quien se lo entregó le pidió no decir una palabra hasta dejar su país. Desde 2003, año en que dimos noticia de este hallazgo (La República, 24 de marzo), mucha agua ha corrido bajo el puente. Heber Huamán ha donado su "rescate" al Museo Naval y los especialistas de esta institución han comprobado que el pedazo de metal es auténtico. Y no solo eso, Huamán Altamirano será condecorado y el fragmento del Huáscar estará instalado dentro una urna especial, en el Museo Naval.
De viaje por Chile "Fui a Chile gracias a un convenio de intercambio cultural", recuerda el escultor mientras alista sus maletas para viajar a Lima a recibir la condecoración del Museo Naval. Al culminar el tiempo del convenio, todos regresaron, menos Huamán. No quería volver al Perú, pero tampoco tenía dónde ir ni de qué vivir. Entonces recurrió al cónsul peruano en Chile, quien lo ayudó para que se hospede en un viejo local del consulado, en Iquique. "Gracias a las exposiciones que hice en Iquique, conocí a personas, entre ellas a Iván Garvich, un catedrático de la Universidad Arturo Pratt, quien me pidió que dicte el taller de escultura en esa casa de estudios. Fueron días felices. Se matricularon muchos alumnos, entre ellos Jazmín San Martín. Era una buena alumna, a quien, al final de las clases, venía a recoger un señor en un lujoso automóvil". La señora San Martín estaba interesada en difundir la cultura en Iquique, y fue por eso que ella y Huamán fundaron un taller de escultura. "O sea, para mí no solo era una de mis mejores alumnas, sino también una aliada en el arte. Eso nos permitió ser amigos y así conocer al señor que la recogía, que era su esposo: el ingeniero Eduardo Salmuerza. Un día, para su cumpleaños, me invitó a su casa. Allí me enteré de que era ingeniero civil asociado a la Marina de Guerra de Chile y que era un especialista en restauración de barcos averiados". Heber Huamán recorrió asombrado la casa, pero más se asombró cuando se enteró de que Salmuerza había sido responsable de la restauración del Huáscar, en 1977. "De pronto me dijo: tú eres peruano y tengo dos cosas para ti, y ante mis ojos sacó un trozo de metal con remaches y un pedazo de madera y me dijo. ¿Qué crees que es esto? Yo me quedé mudo. Salmuerza me lo puso en las manos y me dijo: Es parte del casco del Monitor Huáscar, el mejor trozo que recorté para mí cuando restauré el buque de Grau". "No me pude contener. La emoción me ganó. Abracé el trozo de metal y pedazo de madera, que había sido de la cama de Grau, y lloré". La historia de cómo Salmuerza se llevó a su casa el trozo de metal es de aventura. En 1977, dos años antes de que se cumpliera el bicentenario de la Guerra del Pacífico, las autoridades chilenas decidieron restaurar el monitor de Grau. Esa responsabilidad se la dieron a Eduardo Salmuerza. Las medida de seguridad eran extremas; sin embargo, el ingeniero encontró una oportunidad el 17 de setiembre, día nacional de Chile. Ese día, Salmuerza ingresó con un cartapacio. Se dirigió a su casillero y guardó la reliquia, envuelta en papeles. Luego aprovechó la salida de las autoridades y consiguió que nadie lo revisara. Así salió el trozo de metal del Huáscar.
Rumbo a Perú Orgulloso. El escultor Heber Huamán muestra la reliquia que le fue obsequiada en Chile. Se trata de un fragmento del casco de la célebre embarcación. Al lado, con el contralmirante Reynaldo Pizarro, quien certificó la autenticidad de la pieza metálica. (Fotos. Pachacutec Huamán). |
| Heber Huamán no sabía cómo enviar el metal a Lima. Tenía que guardar el secreto. Para entonces se había peleado con el cónsul peruano, pero tenía un amigo empresario chileno quien venía a Lima. El escultor le pidió traer una encomienda, para un hermano en el Cusco. El pedido fue aceptado. La encomienda consistió en un juego de vasos choperos, ropa y otros recuerdos. Entre ellos, envuelto, venía al Perú el trozo de metal y un trozo de madera de la cama de Grau. La encomienda llegó, pero el hermano no entendía por qué entre ellos venía un fierro viejo y un trocito de madera. Pensó que el escultor había enviado uno de sus fierros por equivocación; así que los tiró. "Cuando regresé al Perú, busqué el metal y la madera. Me dijeron que lo habían tirado. Menos mal que en Cusco no hay chatarreros, así que me puse a buscar fierro por fierro y durante días, hasta que lo encontré, lo limpié y lo guardé. El trocito de madera sí se perdió para siempre".
Claves ECHADO. Heber Huamán fue deportado de Chile. Tuvo un problema con unos de sus alumnos y fue llevado ante un juez que se dio cuenta de que era ilegal. DONACIÓN. En octubre pasado Huamán ofreció donar a la Marina el fragmento del Huáscar. Un experto en metales certificó que la pieza es auténtica y por este gesto Huamán será condecorado.
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1 comentario:
Aunque el trozo de metal no representa nada para los chilenos y si mucho para Perú, el ingeniero chileno, señor Eduardo Salmuerza, merece que lo enjuicien en Chile, primero por ladrón y enseguida por traición, al entregar a un extranjero una supuesta reliquia. Tenemos el caso reciente de una estudiante chilena que fue encarcelada en Rusia por llevar en su equipaje de viaje, chucherías compradas en una feria de Moscú que supuestamente pertenecerían al patrimonio histórico del país y que desconocía la susodicha.
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