sábado, 23 de septiembre de 2006

La Telefónica y sus lobistas

La Telefónica del Perú (TdP) es poderosa no sólo porque controla el monopolio de la telefonía básica sino porque tiene influyentes lobistas. A éstos se les encarga el manejo de la estrategia mediática y publicitaria de la compañía, dado que ésta no goza de buena reputación e imagen ante los usuarios. Es decir, que su nula o poca credibilidad hace que tenga que recurrir comúnmente a marketeros y abogados para que salgan en su defensa, de ahí el calculado silencio de sus funcionarios cuando se aprobó el controversial proyecto que suprimió la renta básica.

De todas las opiniones vertidas (en defensa de la santidad del contrato suscrito entre la Telefónica y el Estado), destaca la de Rolando Arellano, consultor de màrketing e investigador de mercados, quien en un artículo publicado en el Comercio compara "El Mercader de Venecia" de Shakespeare con la polémica generada a raíz de la posible eliminación de la renta básica. Así, asigna el papel de Shylock a la Telefónica y el del Dux de Venecia al Estado. Nos parece mesurada la analogía, pero no por los motivos que esgrime este lobista, ya que considera que los contratos tienen que respetarse a raja tabla (pacta sund servanda), sin que interese el contenido de lo pactado en ellos. Esto es, que se tiene que ejecutar sí o sí todo lo que ellos señalen así sea contrario los principios más elementales. Desde su punto de vista, Shylock debió hacerse acreedor a una libra de la carne de Antonio, aùn cuando esta bárbara medida significase la muerte de éste.

La trama de la obra más o menos es la siguiente: Basanio está muy enamorado de Porcia, pero para poder acceder a ella necesita 3.000 ducados que no posee. Recurre a su amigo Antonio, que tampoco cuenta con ellos, pero que se presta a ser su avalista ante el usurero judío Shylock. Como los cristianos no aceptan devolver dinero como interés, Antonio acepta pagar su aval (si se vence el plazo) con una libra de su carne más próxima al corazón. Pero una vez que Antonio se arruine sólo un avispado abogado podrá ayudarle ante la justicia.

Con todo ello, creemos que existen límites a todo lo que se puede establecer en un contrato. Y aunque las leyes del Ducado de Venecia hayan establecido que sea posible pagar deudas con carne humana, nos parece incivilizado plantear si quiera una discusión legal acerca de su cumplimiento.

El señor Arellano alega que ante un contrato debidamente firmado no hay nada qué hacer, y que en la Venecia del siglo XVI ese instrumento (el contrato con la Telefónica) sería respetado pues de no hacerlo, “la corte veneciana quedaría desacreditada ante el mundo comercial y su palabra ni los contratos serían respetados en el futuro, no quedándole otra opción al Dux que autorizar al usurero Shylock a cobrar lo que legalmente le corresponde”. Además, da a entender que lastimosamente no nos encontramos en aquella época, ya que señala que “desgraciadamente, el Perú parece no haber entendido esta enseñaza” ¿Cuál nos preguntamos?

Expuesta su posición, no cabe duda de que este señor tiene espíritu de mercader, o más bien, de mercantilista.

Afortunadamente para Antonio, Shylock no lo logra su cometido pues éste finalmente pierde el juicio porque dado que Porcia (quien se disfrazó de hombre para defender a su amado), hábilmente logra que Shylock salga perdedor, con el argumento de que si Shylock, tomando su libra de carne, derrama una sola gota de sangre del cuerpo de Antonio, su vida será cegada inmediatamente, ya que la muerte de Antonio no estaba estipulada en el contrato.

Lo que no cuenta el señor Arellano (malintencionadamente sobre la obra), es que Shylock se niega a aceptar un pago mucho mayor a cambio de liberar a Antonio de su obligación (10 veces màs). Es decir, que se empecina a como de lugar en recibir la carne del aval sólo porque consta en un contrato. Lo cual implica que de negociante no tenía nada, pues si su intención y espíritu de comerciante consistía en obtener mayores ganancias, ninguna utilidad le proveía la carne de un hombre como pago. Así, la razón para obstinarse de esta forma no era otra que la venganza, pues en aquella época los judíos eran mal vistos por practicar comúnmente la usura y dedicarse a la especulación.

Esta clamorosa omisión del lobista Arellano sólo denota su ánimo de manipular las cosas con el fin de ajustarlas a sus planteamientos. Shylock, como comerciante, queda totalmente descalificado ante su gremio porque no lo motivaba o movía un legítimo fin de lucro sino el odio. De esta forma no se puede elogiar la figura de un revanchista obcecado como Shylock, cuyo descomunal deseo de venganza lo llevó finalmente a la ruina (dado que perdió su fortuna en el proceso).

El caso en cuestión nos indicia que si bien pudo ser "justa" la pretensión de Shylock de hacerse acreedor a una libra de carne de Antonio, esta resultó jurídicamente imposible pues la vida de un veneciano no puede comprometerse de esa forma. Y en eso debió pensar Shylock al momento de establecerla en el contrato. Él, desde todo punto de vista, fue muy descuidado al momento de velar por sus intereses, pues no reparó en que lo que demandaba era inexigible. Cuídate que yo te cuidare dice sabiamente la Biblia.

Además, si existe alguna similitud adicional entre este drama y nuestra coyuntura, se da por el lado del pago, ya que tanto elmercadercomo Telefónica solicitan más de lo que legal y técnicamente deben recibir (pues Shylock no sòlo tomarìa la carne de Antonio sino tambièn su vida). Esto supone que todo contrato se celebra en virtud a una equivalencia entre las prestaciones, lo que en cristiano quiere decir que lo que uno paga equivale a lo que se recibe. Esto es, que no exista una desproporción entre lo que adquiero y lo que pago. De esta forma ningún contratante lesiona o se aprovecha de su contraparte dado que se supone que celebraron un acuerdo considerando las reglas de la buena fe contractual (art. 1362 del Código Civil). Aquello significa comportarse lealmente, no inventando cargos extras, sincerizar y precisar la información sobre costos de conexión y mantenimiento, ni cobrando demás, etc.

Pese a ello, creemos que sigue siendo acertada la comparación de Shylock con Telefónica, toda vez que guardan enormes parecidos dadas sus desaforadas ambiciones.

1 comentario:

antonella dijo...

me pareció muy buena la comparación, bien detallada y clara.