martes, 12 de junio de 2007

Pensamiento ateo: El origen del mal

Un hecho que me ha intrigado desde siempre es la existencia del demonio. La sola posibilidad de que un ser maligno compartiese la inmortalidad con Dios es inquietante, asumiendo que ambos seres convivieron en el cielo durante eras. La presencia del mal atribuida a Satanás o serpiente antigua como se le califica en la Biblia deja muchas preguntas sin resolver pues en primer lugar, ¿cómo se puede explicar que decenas de miles de ángeles emprendieran la guerra contra Dios, si nos aferramos a algunos relatos que narran una gran rebelión en el cielo? ¿Si alguien osa rebelarse contra un ser omnipotente no estaría cometiendo suicido? ¿Qué gran motivo pudo llevar a criaturas que contemplaban la gracia divina a tomar las armas contra su creador? Estas interrogantes no pretenden ser resueltas en este espacio, sino reflexionar tentativamente sobre la naturaleza del primer acto de desobediencia conocido.

Ahora bien, quien emplea las armas para su defensa o iniciar un ataque cree que tiene posibilidades de detener la ofensiva o alcanzar la victoria, según sea el caso. Bajo esas premisas, la insubordinación de Satanás y sus demonios deja cierto margen para que pudieran alzarse con la victoria, es decir, que existía una pequeña posibilidad, aunque mínima, de que Dios pudiera ser vencido dado que nadie recurre a violencia descabelladamente, esto es, sabiendo que será aniquilado en el acto.

Otra posibilidad es que el alzamiento haya sido en respuesta a una grave ofensa de la divinidad contra algunas de sus criaturas, lo que dio lugar a la rebelión de Satanás o Lucifer. En otras palabras, que la arremetida bélica de algunos ángeles contra Dios se debió a ciertos factores que desconocemos, pero dada su gravedad, fueron razón suficiente para provocar las iras y enojos de parte de la población celestial. De esta segunda alternativa surge la idea de que Dios haya sido un ser opresor pues de alguna forma se tiene que explicar la sublevación de sus ángeles.

En ese sentido, es interesante descubrir que no fue sólo Luzbel quien tomó el camino de las armas ni un puñado de ángeles, sino cientos o tal vez miles de ellos quienes fueron persuadidos, por no sé qué tipo de poderosas razones, a renunciar a su pedazo de cielo. Esto, sin lugar a dudas, abre terreno a la sospecha porque ¿quién en su sano juicio rechazaría la presencia de la gracia divina cuando es el anhelo de millones mortales? De ahí que el motivo o la razón que hayan tenido los insurrectos tuvo que ser de una enorme importancia ya que desdeñar la contemplación del rostro de Dios, según varios padres de la Iglesia y Dante Alighieri, es la mayor dicha que pudiera recibir cualquier ser.

El solo hecho de abdicar a un lugar en el cielo deja perplejo a cualquiera toda vez seres más perfectos e ideales que el hombre desafiaron a Dios cuando es el deseo de muchos obedecerle ¿Qué impulsó a entes libres del pecado original a cometer semejante crimen? La respuesta a esa pregunta debe ser contundente pues de otra forma no se entiende cómo un grupo acometió contra la autoridad de Dios y perdió su lugar en el paraíso.

El motín organizado por Satanás tiene implicancias que debería considerar cualquier mortal pues seres más próximos a Dios, y por ende, quienes le conocen más, osaron rebelarse. Algo tuvo que hacer Dios para ofenderles y provocar su descontento ya que los seres aludidos no pudieron por si mismos desarrollar sentimientos impuros en el cielo. Es decir, que para habitar en las cortes y categorías celestiales se requiere pasar un previo examen de pureza ¿Cómo pudo la maldad originarse en entidades diseñadas para servir exclusivamente al hacedor? ¿Es posible que al ser creados se les haya inoculado la semilla del mal adentro? ¿Cómo pudieron despreciar a Dios y hacer la guerra si vivían en la paz del Señor? Supuestamente en presencia de la gracia divina no es admisible poseer ese tipo de sentimientos. Para entender su proceder debió existir algún fundamento más allá de la vanidad o la búsqueda de gloria personal.

Una posible interpretación de lo sucedido es que Dios tal vez trató de imponer ciertas condiciones que algunos no estuvieron dispuestos a aceptar. No se sabe cuáles pudieron ser sus exigencias, pero fueron determinantes para originar una rebelión. Algunos pasajes bíblicos pueden darnos una idea de lo que pudo haber pasado antes de la creación pues revelan el carácter prepotente y errático de Dios al incitar el genocidio o promover la institución de la esclavitud. Esas particularidades de Dios, reflejadas en las Escrituras, sirven de base para elucubrar que tal vez la humillante condición de servidumbre de algunos ángeles desencadenó su desenfado. Ya lo dijo alguna vez el poeta John Milton “prefiero reinar en el infierno que servir en el cielo”. El bardo inglés no explica con suficiencia los motivos de la caída de Lucifer pues lo que hace es justificar el comportamiento de Dios hacia los hombres y atribuye al primero la desobediencia de Adán y Eva.

Según Milton, condenado al caos, Satanás encuentra un modo de vengarse de Dios no por la fuerza, sino por la astucia y el engaño. Así, despliega sus malas artes para confundir al hombre y hacerlo comer del fruto del árbol de la Ciencia, que a la postre le dio a éste todo su conocimiento.

El mal y los pensamientos impíos de Lucifer sólo pueden tener origen en Dios. Esto implica que nació como una reacción ante algo, esto es, ante una voluntad omnímoda que se impuso de todas formas. Explorar los alcances de un viejo mito sólo añade más incertidumbre sobre su veracidad pues como gentes pensantes que somos ni Dios ni el Diablo existen.

1 comentario:

Anonymous dijo...

¡Magnífico! No entiendes nada del tema, te felicito por el lirismo de tu artículo, me encantó. Describes todo como si fuesen hechos históricos. Juan Pablo II ha hecho notar lo obvio: el lenguaje es mitológico y su verdad está en el sentido y no en la 'crónica'.