martes, 11 de agosto de 2009

"Caritas in veritate". Ratzinger, el amor y el papado.

El desafío del amor en la verdad
Por Genara Castillo Córdova. *

Esta semana se ha hecho pública la tercera carta encíclica del Papa Benedicto XVI titulada "Caritas in veritate": El amor en la verdad. En ella el papa habla desde el hambre en el mundo hasta el mercado de capitales, de cuándo los reclamos toman una espiral ilimitada, de la humanización de la técnica, de la economía, de la empresa, etc.

Acostumbrados como estamos a entender el amor como sentimiento, nos previene del riesgo del sentimentalismo, poniendo en el centro la verdad. Por eso nos recuerda que "defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles de caridad"

Fiel a las enseñanzas cristianas, el Papa pone la exigencia del amor en el meollo de la tarea a favor del desarrollo humano: "El amor -«caritas»- es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz. Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta".


Pero para que el amor no se desfigure insiste en la verdad: "Sólo en la verdad resplandece la caridad y puede ser vivida auténticamente. La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Esta luz es simultáneamente la de la razón y la de la fe". En consecuencia no duda en señalar los riesgos del relativismo y escepticismo actuales que relativizan la verdad o la niegan: "Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad. Es presa fácil de las emociones y las opiniones contingentes de los sujetos, una palabra de la que se abusa y que se distorsiona, terminando por significar lo contrario".


En esta línea nos recuerda los dos principios básicos del desarrollo en una sociedad en vías de globalización: la justicia y el bien común. Así, el amor requiere la justicia: "La caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo «mío» al otro; pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es «suyo» ... la justicia es «inseparable de la caridad, intrínseca a ella. La justicia es la primera vía de la caridad o, como dijo Pablo VI, su «medida mínima»"

En definitiva, el Papa no duda en afirmar que la sociedad se construye más y mejor con los principios cristianos, en cuyo centro está la caridad: "Por otro, la caridad supera la justicia y la completa siguiendo la lógica de la entrega y el perdón. La «ciudad del hombre» no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión".


Así, en un mundo en vías de globalización, nos anima a "caminar por la vía del desarrollo con todo nuestro corazón y con toda nuestra inteligencia, es decir, con el ardor de la caridad y la sabiduría de la verdad", advirtiéndonos que la globalización nos hace más cercanos, pero no por eso más hermanos..

Una vez más, como siempre, la Doctrina Social de la Iglesia nos invita a tratar de construir una sociedad más humana, hecha a la medida del ser humano, donde se dé un DESARROLLO INTEGRAL de todo el hombre y de todos los hombres.


El desarrollo integral parte de la consideración del origen y destino trascendentes del ser humano así como el progreso al que está llamado: "Sin la perspectiva de una vida eterna, el progreso humano en este mundo se queda sin aliento. Encerrado dentro de la historia, queda expuesto al riesgo de reducirse sólo al incremento del tener; así, la humanidad pierde la valentía de estar disponible para los bienes más altos, para las iniciativas grandes y desinteresadas que la caridad universal exige".


Este planteamiento supera en mucho al de las ideologías, que se quedan solo en el desarrollo material (tanto por el lado del marxismo como del capitalismo liberal)


Finalmente, la tarea es ardua, sin embargo no es imposible: "Es la caridad de Cristo la que nos impulsa: «caritas Christi urget nos» (2 Co 5,14). Esta urgencia no se debe sólo al estado de cosas, no se deriva solamente de la avalancha de los acontecimientos y problemas, sino de lo que está en juego: la necesidad de alcanzar una auténtica fraternidad. Lograr esta meta es tan importante que exige tomarla en consideración para comprenderla a fondo y movilizarse concretamente con el «corazón», con el fin de hacer cambiar los procesos económicos y sociales actuales hacia metas plenamente humanas".


Evidentemente, la riqueza de esta Encíclica se podrá analizar más allá de la brevedad que impone un artículo, pero en todo caso, requerirá el esfuerzo de tratar de ver cómo lo aplicamos cada quien en nuestras circunstancias y contextos personales.


* Profesora de la Facultad de Ciencias y Humanidades de la Universidad de Piura. Artículo publicado en el suplemento SEMANA, diario El Tiempo, domingo 19 de julio de 2009.

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