
Por César Reyna
La mutilación de los testículos de un hombre de 24 años recuerda la de Urano en la mitología griega o las que se practican en África. El odio debió ser muy intenso para ordenar la extirpación de los órganos reproductores de un indefenso estudiante universitario. Un acto de esa naturaleza sin duda es fruto de la venganza; pero no de una venganza cualquiera, sino la de alguien que no desea que el joven tuviera descendencia. Si el hecho hubiera sido pasional (por celos) los castradores hubieran cercenado el pene sin problemas ya que lo habían atado de pies y manos.
La víctima no pudo oponer resistencia porque fue sorprendida de madrugada en su vivienda por cuatro sujetos. Uno de ellos tenía un arma de fuego con la que le apuntó directamente a la cabeza. Mientras era reducido por sus captores lo interrogaron para preguntarle por el paradero de su madre, y al decirles que no lo conocía procedieron a cortarle los testículos, según RPP.
La amputación es parecida a la que sufrió ‘Pichulita’ Cuellar en un relato de Mario Vargas Llosa. Pero en este caso no intervino un can enfurecido sino la pura bestialidad del hombre. Cuellar hoy en día podría haber recuperado la autoestima agrandándose el pene debido a las múltiples cirugías que existen; pero no hay consuelo ni corrección posible para el infortunado ayacuchano. Según los médicos que lo auxiliaron, con los meses perderá características esenciales que definen la masculinidad. Tras la ablación su organismo ya no será capaz de producir testosterona; fisiológicamente dejará de ser un hombre en muchos aspectos. Pronto hablará con una voz menos varonil y perderá la vellosidad en la zona genital y otras áreas. Su piel será más suave al contacto y tendrá desórdenes hormonales.
Quien planificó y causó ese daño buscó que no pueda procrear. La humillación no sólo recae en él sino en sus familiares pues también se les ha negado la transmisión de sus genes. Si el afectado es hijo único no habrá una tercera, cuarta, quinta generación –a menos que adopte- que lleve su apellido.
Dejarle el miembro intacto, inservible para propósitos reproductivos y de placer ya que no podrá eyacular, es horrendo por donde se lo mire. El suicidio podría aparecer como una única alternativa sino logra sobreponerse a la depresión y a la pérdida de su hombría.