martes, 26 de septiembre de 2006

Benedicto XVI y el Islam

Las palabras del Papa Benedicto XVI siguen causando controversia en el mundo católico y rechazo en el islámico. Al parecer, el gran teólogo del Cristianismo aún no se ha dado cuenta de que no sólo es un líder espiritual, sino también de Estado (del Vaticano en Roma). Decimos esto dado que uno y otro rol son en extremo diferentes, pues conllevan responsabilidades y obligaciones distintas. Si Ratzinger no hubiese sido elegido Papa sus palabras jamás hubieran alcanzado las repercusiones que ahora tienen, de ahí que si por casualidad se hubiera expresado de esa forma—como el discurso que ofreció en la Universidad de Ratisbona—sus opiniones sólo representarían los deslices de un importante teólogo pero nada más, puesto que de ninguna manera serían consideradas como la posición oficial del catolicismo. Pero lamentablemente Ratzinger no es solamente teólogo sino Papa, y por lo tanto todo lo que manifieste será siempre asumido como la real postura de la Iglesia.

"Errare humanum est" dice Cicerón en sus "Filípicas", 12, 5. “Es propio de cualquier hombre equivocarse; pero de ninguno, a no ser del necio, perseverar en el error”, señaló este filósofo clásico. Y sì, todos podemos equivocarnos, pero algunos de nosotros estamos llamados a equivocarnos menos. Claro que la naturaleza del error depende mucho de la condición de quien lo comete, así pues los desaciertos de un Papa serán magnificados si se toma en cuenta el auditorio que lo escucha y a quienes se dirige.

Ahora, pasando a la cuestión de fondo, es decir, las palabras que el sucesor de Pedro profirió o más bien citó en Alemania, éstas deben tomarse como lo que son: desaciertos. Sobre todo en este momento en que el mundo musulmán tiene abiertas las heridas del pueblo palestino, Irak, Afganistán y recientemente la del Líbano. Sin dejar de lado la posible antesala de un conflicto con Irán. Esto deja entrever que el clima no era el propicio para que sus declaraciones pasen desapercibidas dado el grado de violencia que presenta el medio oriente, el cual, en muchos casos y justificadamente se atribuye a occidente, concretamente, a Estados Unidos y sus aliados.

En cuanto a su discurso, creemos que existen elementos que deben ser destacados y a la vez cuestionados, pues por el hecho de ser Papa no lo exime, como hemos visto, del error. Además, no nos encontramos en tiempos donde infabilidad papal era incuestionable.

El Santo Padre menciona un diálogo entre el Emperador bizantino Manuel II Paleólogo y un sabio persa “sobre el Cristianismo y el Islam y la verdad entre ambos”. "Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba". De esa manera, tanto Benedicto XVI como el citado Emperador Bizantino critican la forma en la que la fe se difunde por medio de la violencia. Lo cual, desde todo punto de vista, nos parece acertado. Pero lo que olvida el Obispo de Roma es que la propagación de Cristianismo en América no fue para nada pacífica, sino más bien violenta, sólo por mencionar un ejemplo.

No hace falta recordar que la fe también se impuso por la espada y que se suprimió todo tipo de cultos diferentes e idolatrías, al extremo de exterminar la lengua maya. Así, muchos fueron convertidos por la amenaza y por la fuerza; otros, en cambio, se adhirieron a las nuevas prácticas religiosas fusionándolas con elementos de las religiones nativas, originando un sincretismo cultural.

La violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma”, dice con relativo "acierto", ya que tal vez ignora o desconoce que Dios fue el primer genocida. Tal vez pueda sonar demasiado fuerte u ofensivo, por no decir profano de nuestra parte pero es la verdad. Si tomamos en cuenta los episodios bíblicos del diluvio universal, la destrucción de Sodoma y Gomorra, la caída de las murallas de Jericó, advertiríamos que el Dios que aparece en el Antiguo Testamento es un Dios destructor, violento y que no tolera la más mínima desviación humana.

Por si fuera poco, desconoce las injusticias que causó la Santa Inquisición tanto en el viejo como en el nuevo continente por más de 3 siglos. La que juzgó a cristianos no sólo con el fin de combatir la herejía, sino también con el de apropiarse de los bienes de los condenados. Dicha institución se constituyó para investigar la conducta de los conversos al Cristianismo, principalmente judíos (convertidos forzosamente) que vivían en la península ibérica en los tiempos de la reconquista. Dicho período fue aquel en el que los reyes católicos expulsaron a los musulmanes del último bastión moro, Granada.

Cabe resaltar que durante la invasión islámica a la península (actualmente España), se registró el mayor clima de paz entre las tres más grandes religiones monoteístas del mundo. En aquella época prosperó el comercio, la tolerancia y se introdujo en Europa la cultura clásica, es decir, la herencia greco-romana rescatada por los árabes. A través de España, el resto del viejo continente se irradió de las grandes ideas del helenismo. Así, se reinstauró el flujo de conocimientos que se había perdido desde el Imperio Romano.

Como decíamos, la convivencia entre los monoteísmos cristianos, islámicos y judíos fue exitosa pues se respetaban las creencias de cada uno. De esta forma, los mismos templos se usaban alternadamente entre cristianos y musulmanes para cumplir con sus prácticas religiosas. Podemos afirmar casi tajantemente que nunca la humanidad vivió un período tan largo de respeto y tolerancia, pues se extendió por casi ocho siglos (711-1492) de ocupación en Andalucía.

El Vicario de Cristo, por otro lado, nos da a entender que desconoce lo que significa la jihad, en términos semánticos supone resistencia o lucha por preservar la fe. Y tal como lo alega el propio Benedicto XVI en una cita “La fe es fruto del alma, no del cuerpo”. Siendo esto así, para los musulmanes la jihad es una lucha interna por mantenerse en el camino, es decir, es el espíritu quien lucha y libra tribulaciones para que su ser no pierda la orientación islámica. Hecha esta breve exposición, debe quedar claro que la jihad no implica una manifestación externa de la voluntad del creyente, sino una interna. Por eso sólo cuando la fe o la creencia se ven amenazadas externamente es que se debe exteriorizar dicha voluntad de resistencia. De suerte que la actual invasión a Irak y el apoyo de la potencia norteamericana a Israel implican un renacer o despertar de dicha voluntad combativa (con la cual muchos movimientos terroristas y fundamentalistas se ven justificados).

La idea de una jihad externa nace precisamente cuando el Papa Urbano II convocó la Primera Cruzada en 1095 destinada a recuperar Tierra Santa, entonces, en poder de los infieles (así llamaban los cristianos a los mahometanos) desde el año 638. Miles de caballeros marchan desde Europa hacia Jerusalén. De modo, tal y como lo manifiesta Huntington en su obra “Clash of Civilizations”, de la heridas de ese primer gran encuentro nació la desconfianza, el temor y el recelo con el que ahora se observan ambos mundos.

Otro clamoroso error en el que incurre la máxima autoridad cristiana, se presenta cuando da validez al argumento de que el Islam se caracterizó por “la conversión mediante la violencia” lo cual a su entender es: “es contrario a la naturaleza de Dios”. No sabemos si su posición sobre este punto se debe a un desconocimiento histórico o teológico del Islamismo. Pues lo que si es cierto es que el Islam nunca ha usado la fuerza y la violencia para forzar a la gente a aceptarlo. El Quran lo prohíbe y la historia no es testigo del uso de la fuerza para convertir al Islam a seguidores de otras religiones sino que garantiza su libertad de credo y adoración en sus iglesias. La evidencia de esto estuvo presente en la España morisca que relatamos párrafos arriba y en pueblos como el mongol, el cual, a pesar de su gran poderío militar, resolvió convertirse al Islam en el siglo XII. Exceptuando el caso de los persas en el siglo VII, pues los ejércitos árabes conquistaron el país (Irán) y la mayoría de los iraníes fueron convertidos al Islam. En la mayoría de territorios donde la fe de Mahoma se expandió, el Islam se impuso pacíficamente; premisa que no se puede verificar para el Cristianismo, toda vez que sobran los ejemplos de arbitrariedad, violencia e injusticia desde los orígenes de su historia.

Habrá que recordarle además a este Pontífice que fue miembro de las Juventudes Hitlerianas, que el Estado Vaticano que ahora dirige se nació gracias al Tratado de Letrán (1929), firmado entre el dictador Benito Mussolini y el Papa Pío XI mediante el cual se resolvió la cuestión romana entre la Iglesia y el Estado italiano. Posteriormente y tras años de gestiones; el Vaticano adquiere así el reconocimiento de Estado soberano e independiente.

De este modo, la autoridad moral del papado como Estado está más que cuestionada, deslegitimada para ser más precisos, dados sus entendimientos y tratos con uno de los mayores criminales de la historia, así como por todas sus otras actuaciones anteriores.

1 comentario:

PretaMulatta dijo...

o problemo nao e islam o catolico... o problem e HOMEM!