martes, 5 de septiembre de 2006

Los nombramientos de Rey, Barba, Woodman y Pizarro

Ayer tomamos conocimiento de las designaciones de dos conocidos animadores del escenario político como nuevos integrantes del actual régimen. Nos referimos, obviamente, a Rómulo Pizarro y Arturo Woodman, quienes de momento abandonan sus trincheras opositoras para asumir el comando de dos instituciones (Devida y el IPD), en pleno terreno oficialista.

Estos recientes llamados se suman a los nombramientos de Rafael Rey y Barba Caballero, el primero como Ministro de la Producción y el segundo como Embajador en Panamá. Además de otros que podrìamos mencionar como el de Pilar Mazzetti en la cartera de Interior o el de Verónica Zavala en Transportes y Comunicaciones.

Lo particular de todas estas convocatorias es que se hacen a personalidades de la “oposición”. Claro que en el caso de las dos últimas funcionarias esta afirmación no es valedera, puesto que ellas no guardan filiación política conocida por algún partido, y más bien integran o componen aquel grupo de funcionarios de corte técnico (tecnócratas) que comúnmente suelen ser solicitados por sus destacadas cualidades profesionales.

Volviendo a lo anterior, es decir, al nombramiento de los dirigentes políticos arriba mencionados, tenemos que señalar lo siguiente:

1) Que dichas designaciones se han realizado con el fin de comprar el silencio político de los ahora funcionarios. Esto significa que a cambio de acceder a un puesto público han rechazado cumplir el rol opositor que naturalmente les correspondía (porque eran dirigentes de otros movimientos). En el caso de Rafael Rey y Barba Caballero esto es más que evidente.

2) Que para el Apra, comprar el mutismo de sus anteriores rivales significa un muy bajo precio o costo que pagar, puesto que no se ha desprendido de nada significativo políticamente hablando, es decir, que les ha ofrecido la dirección de instituciones cuya trascendencia e importancia es relativa o cuando menos escasa. En otras palabras, no ha cedido prácticamente nada de su poder original a cambio de lo mucho que ha logrado--ya que además de adquirir el silencio--ahora el aprismo hace el alarde de presentarse ante la opinión pública como un Gobierno de ancha base, capaz de convocar a todas las demás fuerzas políticas y sociales del país. Alejando hábilmente los temores de un eventual copamiento estatal.

3) Que con esta jugada, el Apra intenta principalmente minimizar y desacreditar las declaraciones de Agustín Mantilla, puesto que este ex dirigente aprista mencionó—en un video—que en una segunda etapa (del gobierno se entiende), los compañeros tomarían las riendas de la Administración Pùblica, es decir, asaltarían en masa las instituciones estatales como lo hicieron en 1985.

4) Que la particular elección de Arturo Woodman como jefe del IPD (Instituto Nacional del Deporte) pasa más que nada por contar con el apoyo de la empresa privada en un sector donde el Estado ha mostrado un enorme desinterés, además de haber sido totalmente ineficiente. De ahí que con su participación se busque el aporte gerencial, técnico y monetario de quienes están en capacidad de hacerlo. Nos estamos refiriendo evidentemente a los empresarios, y ya que el Gobierno no cuenta con los recursos suficientes como para mantener la infraestructura deportiva ni solventar la preparación de nuestros atletas, consideramos más que necesario su concurso. Además, a estos mismos le convendría implementar programas de responsabilidad social que son bien vistos y dan buena imagen corporativa, a través del deporte.

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