lunes, 12 de febrero de 2007

Putin Hard Talks

Parece que el nacionalismo es el eje rector de la política internacional rusa. Esto explica porqué Moscú ha alzado la voz contra EE UU en vez de recurrir al ambiguo lenguaje de la diplomacia. A muchos, los polémicos comentarios del sábado les recordaron los exacerbados intercambios verbales entre las superpotencias soviética y norteamericana. No hay algo parecido en el horizonte como una nueva Guerra Fría, pero sí un reacomodo mundial en el que Rusia está exigiendo mayor espacio y respeto. Rusia, como cualquier potencia, tiene sus intereses puestos en los sectores armamentísticos y energéticos, además de los espaciales. En los dos primeros rubros el Kremlin viene acrecentando su presencia al abastecer de armas y tecnología militar a países cuestionados por la comunidad internacional como Irán y Corea del Norte. En el plano de la energía solamente, la consolidación de la estatal Gazprom ha generado mucha preocupación entre los compradores europeos. Rusia es acusada de utilizar sus enormes recursos energéticos como “palanca” de su política exterior, es decir, como una herramienta de presión sobre la Unión Europea para disuadirla de emitir opiniones sobre sus asuntos internos, esto es, sobre sus prácticas antidemocráticas.

Otra idea que refuerza lo anterior es el interés de Vladimir Putin por conformar un cartel del gas con Irán, Argelia y Libia, países que mantienen o han mantenido reñidas disputas con occidente. La propuesta de crear un conglomerado de naciones productoras de gas, similar al de la OPEP para el caso del petróleo, incrementará seguramente la hegemonía rusa sobre el suministro de energía, dándole mayor oportunidad de subir los precios y regular el crecimiento de las economías europeas, las principales aliadas de EE UU.

El alza de los precios de la energía ha traído bonanza a la dirigencia rusa y a un sector de empresarios vinculados con el gobierno. Según Charles Kupchan, profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Georgetown, “Rusia tiene una actitud más desafiante gracias a sus abultados ingresos petrolíferos”. Y razón no le falta pues este fenómeno ya se ha apreciado en los casos de Irán y Venezuela, aliadas ambas en una “lucha” contra el occidente capitalista. Thomas L. Friedman, el prestigioso columnista de The New York Times, ha señalado que la asociación entre renta petrolera y beligerancia retórica se debe a la voracidad occidental por fuentes externas de energía y por no haber implementado una política que sustituya progresivamente la demanda por dichos recursos.

Pero los problemas con Rusia no pasan exclusivamente por los temas energéticos, sino también por los acercamientos de varios ex países pertenecientes a la URSS a la OTAN y por el proyecto de un escudo o paraguas antimisiles que EE UU viene desarrollando cerca de Rusia, concretamente, en la República Checa. Rusia se ha opuesto firmemente a este sistema al igual que China porque desequilibraría los arsenales de ambos países. EE UU ha defendido su programa alegando que éste tiene por misión detener las cabezas nucleares de enemigos como Corea del Norte o eventualmente Irán, si logra dotarse de dicha tecnología.


Otro tema que separa a occidente de Rusia es el de Kosovo pues Moscú no desea un Kosovo independiente. "La independencia de Kosovo podría generar una reacción en cadena. ¡Tengan cuidado en no abrir la caja de Pandora! Los pueblos de otros territorios no reconocidos internacionalmente podrían preguntarnos: '¿Por qué nosotros no?'. Y desgraciadamente hay muchos", declaró el ministro de Defensa ruso, Serguéi Ivanov, en la cita que reunió en Sevilla a los miembros de la OTAN y Rusia para tratar el nuevo Estatuto para esa zona. El ministro ruso calificó de "inamovible" el principio de la integridad territorial y subrayó que romperlo podría "encender una serie de conflictos separatistas de consecuencias imprevisibles. Esto es cierto en la antigua Unión Soviética, pero también en varios lugares en Europa". Ivanov sólo aludió expresamente a Osetia del Sur y Abjazia, territorios rusófonos en Georgia, y a la región de Transdniéster, en Rumania.

Respecto a Kosovo, Putin, que representa a un país que tiene derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, alertó que todo plan que no cuente con el apoyo de las dos partes no contará con apoyo de Rusia. "Si vemos que una de las partes no está de acuerdo con la solución propuesta, no la apoyaremos". "No juguemos a ser dioses", añadió, pues "sólo los kosovares y los serbios pueden resolver este asunto".

Uno de los pocos asuntos en los que parece haber posiciones e intereses similares es el de Afganistán. Tanto a la OTAN (que se juega su futuro como alianza) como a Rusia, asegurar la estabilidad afgana es un requisito para impedir la proliferación de movimientos extremistas islámicos por Oriente Medio. Se sabe que Ivanov prometió el pleno apoyo de Moscú -"todo, excepto enviar tropas", dijo- a los planes de la comunidad internacional para estabilizar el país asiático, que "representa una narcoamenaza para todo el mundo".

Dada su experiencia durante la invasión de ese país a finales de los 70, Ivanov recalcó que el mejor consejo que le podía dar a los países involucrados en Afganistán es que "con métodos militares sólo no se puede controlar la situación".

El malestar ruso también se ha reiterado en varias oportunidades a raíz de los montos que EE UU destina a su “defensa”. Desde que George W. Bush asumió la presidencia el gasto ha venido incrementándose años tras año (cerca de 60%) y no sólo por las operaciones en Iraq y Afganistán, pésimamente planificadas y estimadas inicialmente, sino por los desarrollos de nuevos sistemas de armas y por la presunta militarización del espacio, hecho que reaviva los temores de una nueva carrera militar (más allá de la atmósfera) y a la que ahora se ha sumado China con el reciente lanzamiento de un cohete capaz de derribar objetos que orbitan el planeta.
Este incremento presupuestal no tiene precedentes y se hace cuando el déficit ha alcanzado niveles récord y en plena reducción de impuestos a los más adinerados. Lo que ha estabilizado las cuentas nacionales es el ingreso extraordinario de las empresas que cotizan en la bolsa, particularmente las vinculadas a los sectores petroleros, financieros y tecnológicos. También ha ayudado a la economía estadounidense la compra de su deuda pública (Bonos del Tesoro) por parte de economías emergentes, quienes en su conjunto acumulan y financian el presupuesto norteamericano. Como nunca EE UU depende de fuentes energéticas y financiamiento foráneas, hecho que podría hacer peligrar su discutida hegemonía mundial.

Mantener ese elevado nivel de gasto en un ejército tan inoperante como los soldados de terracota de Qin Shihuang, el primer emperador de la dinastía Qin (221-206 a.C.), afecta el funcionamiento de los sistemas de salud, educativo y de pensiones. El 11% que se planea gastar el Pentágono, que la vez descuida la lucha contra el narcotráfico andino (Bolivia, Perú y Ecuador), revela que las prioridades pasan por mantener un rumbo que no ha dado resultados y que a la larga han debilitado la geopolítica norteamericana. Hace más de un lustro que Paul Krugman demostró que algunos de los componentes presupuestarios que proponían los neocons, incluso antes de llegar al Ejecutivo, eran de carácter ideológico y no se correspondían con la coyuntura económica. Si a esto sumamos la pérdida de dinero –malversado o en corrupción- algo ya evidenciado en las sesiones del Senado norteamericano durante la guerra en Iraq, el panorama no pinta para nada agradable. Y menos cuando la tesis de volver al superávit fiscal en el año 2012, con el mismo nivel de impuestos, es una fantasía con la intención de engañar.

Volviendo a Rusia, llama poderosamente la atención que Putin acuse a EE UU de aumentar la proliferación nuclear de manera indirecta -al calificar a diversos regímenes, fundamentalistas o no, como integrantes del “eje del mal”-, ya que Rusia lo hace en forma totalmente abierta. Basta recordar nomás que cerca de 2000 científicos de la ex Union Soviética han venido trabajando con sus pares iraníes desde el 2002 o que proveerá material radioactivo mediante acuerdos con la India. Tanto Rusia como EE UU han firmado ese tipo de tratados de cooperación atómica con Nueva Delhi, demostrando así sus intenciones de afianzar sus lazos con una de las economías más prometedoras del mundo, dado que crece a una tasa de 10% anual. Rusia al parecer está deseosa de convertirse en el primer abastecedor de material bélico convencional pues además del acuerdo nuclear, suscribió un convenio para desarrollar y producir conjuntamente aviones y motores para caza bombarderos, fiel reflejo de las buenas relaciones que ambos países mantienen desde la época soviética.

De otro lado, no hay que olvidar que Moscú se ha opuesto a aplicar mayores sanciones en el seno del Consejo de Seguridad a Irán o Norcorea, ya que a ambas les suministra armas y sistemas defensivos (y los considera socios o peones, según sea el caso, de sus estrategias geopolíticas). Las acusaciones de Putin, sin embargo, por más que el presidente ruso no esté calificado para hacerlas, no dejan de ser ciertas y sumamente preocupantes para el contexto de seguridad que se vive. EE UU indudablemente actuó irresponsablemente al incrementar los riesgos para los demás miembros de la comunidad internacional. La debilidad política de EE UU en Iraq y la baja popularidad el presidente Bush, sirvieron de marco perfecto a Putin para lanzar sus criticas contra la política exterior estadounidense.

En la Conferencia Internacional de Seguridad que celebrada en Munich, Alemania, en la que Putin hizo sus controversiales declaraciones, fue escenario, al igual que el Foro Económico de Davos en Suiza, que la unilateralidad se rompió, o por lo menos se debilito lo suficiente como para no imponer al resto de países su agenda. La conferencia anual, fundada en 1962, se ha convertido en el escenario oportuno para que los líderes mundiales discutan los temas más polémicos del momento. Para Rob Watson, corresponsal de defensa y seguridad de la BBC en esta ciudad, el discurso de Putin fue disonante y será recordado como un punto de giro en las relaciones internacionales. El corresponsal añadió que ésto podría ser la señal de una Rusia más enérgica y participativa.

Para Europa, que ya mostró un semblante preocupante tras las declaraciones de Putin, el ímpetu ruso refleja que ese país está dispuesto a hacer valer su peso en las complejas relaciones internacionales. Interna y externamente puede ser el comienzo de un nacionalismo más contestatario y prepotente, y que, en vez de negociar con Europa, trate de imponerse mediante cortes del suministro energético. Moscú, que tiene una cercana relación con Irán, país sindicado de transformar su supuesto programa civil atómico en uno militar, es el único que puede influir- aunque no sabemos hasta qué punto- en las decisiones políticas de Teherán. Al menos ha presentado algunas iniciativas como procesar el combustible nuclear iraní y devolverlo a sus plantas en Rusia, poco creíble por como viene la baza.

Rusia, de todos modos, no puede quedar fuera de la ecuación de la desnuclearización iraní. Por ello ha hablado fuerte como para evitar cualquier “ataque preventivo” sobre las instalaciones nucleares del régimen chiíta. De la posición rusa se puede inferir que el Kremlin no estará dispuesto a mirar pasivamente como Irán es atacado por fuerzas norteamericanas o israelíes. Sin la venia rusa es poco probable que EE UU autorice la destrucción de los reactores y centrifugadoras iraníes. Rusia no quiere otro Iraq cerca de sus fronteras y menos cuando una ofensiva contra ese país puede desencadenar una ola de violencia extremista nunca antes vista (de la que Rusia puede volver a padecer pues existe una activa minoría islámica en Chechenia y en otros lugares de su vasto territorio capaz de ejecutar acciones desestabilizadoras y terroristas).

Luego de los comentarios de Putin, Washington ha tratado de bajar las tensiones y poner paños fríos al asunto. Robert Gates, el secretario de Defensa estadounidense, también concurrente a la cita de Munich en la que Putin hizo sus polémicas declaraciones, señaló que "Rusia es un importante socio en el abordaje de una serie de asuntos y eso significa también hablar abiertamente", aclaró. Entre bromas, Gates ya se había esforzado al comenzar su discurso por quitar gravedad al asunto diciendo, sin mencionar a Putin, que él es ex espía y que éstos se distinguen por hablar muy claro. "Con una Guerra Fría hemos tenido suficiente", ha afirmado Gates durante la reunión sobre cooperación y seguridad que tuvo lugar en Munich. "Todos nos enfrentamos a problemas comunes y a desafíos a los que hay que enfrentarse en colaboración con otros países, incluyendo a Rusia", ha pedido el secretario estadounidense.

Otro participante esforzado en quitar hierro al discurso de Putin fue su ministro de Defensa, Serguéi Ivanov. Ivanov resaltó que las relaciones entre los dos países son tan "maduras" que permiten que Putin hable muy sinceramente.

La verborrea de Putin también ha estado dirigida hacia los críticos de la Rusia que él lidera. En materia democrática y de libertades fundamentales se sabe el poco apego que tiene este ex expía soviético. Si bien ha manifestado que no designará un sucesor, porque asegura que permitirá a los rusos "elegir en libre democracia" en los comicios presidenciales del año que viene. Durante su mandato que acaba en marzo de 2008, Rusia ha visto incrementar la xenofobia y las disparidades sociales, sin desmantelar del todo el viejo sistema de represión con el que han sido silenciados algunos de los más prominentes periodistas y funcionarios alejados de los tentáculos de la corrupción.

Con la bonanza de la economía rusa, que ha superado el billón de dólares, Putin ha prometido que ahora que el Producto Interior Bruto ha se dedicará a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y reducir las diferencias sociales. La estela que viene dejando Putin, servirá de observancia obligatoria para cualquier futuro aspirante al Kremlin. Lejos están los tiempos de un vacilante Boris Yeltsin dominado por sus propias incapacidades y por el alcohol. De ahora en más Rusia planea hacerse un lugar en este mundo multipolar en el será imposible ignorarla. De hecho, su preponderancia energética es suficiente como para considerarle en cualquier debate sobre política internacional. Vuelve Rusia y con ello el lenguaje directo y cínico de los antiguos secretarios generales del Partido Comunista. Vuelve Rusia, y no precisamente para equilibrar las cosas, sino para pretender inclinarlas a su favor.

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