miércoles, 21 de marzo de 2007

China y su corta marcha hacia el capitalismo

En la última Asamblea Popular, los delegados chinos aprobaron una histórica ley que regula la propiedad privada. Este paso es fundamental para un país que desde 1979 viene impulsado medidas promercado. La razón para reconocer ese tipo de derecho responde a la necesidad de ir construyendo una demanda interna fuerte, esto es, un gran mercado de consumo capaz de dinamizar por sí solo la economía asiática.

Contar con una gran clase media es lo que quiere China en otras palabras. Algo que todavía no ha logrado y que sí han alcanzado economías más sofisticadas como la norteamericana, la japonesa y la europea.

De modo que para contrarrestar la creciente dependencia de capital externo (flujos de inversión) y del descomunal crecimiento de las exportaciones, China se ha visto obligada a profundizar las reformas restantes para completar su inserción como economía de mercado.

Si bien China ya había reconocido con anterioridad el derecho a la propiedad privada pues se mencionaba en la Constitución de 2004 y se desarrollaba en otras leyes, ahora se ha querido plasmar en un largo y detallado texto único. La reafirmación en realidad se hace para no dejar dudas o incertidumbres a la pujante clase media sobre su posesión. Ya que sin la garantía de un título posesorio, es decir, sin la seguridad sobre la propiedad, los agentes económicos, en este caso, los ciudadanos chinos de sector medio, se verán desincentivados a invertir o tomar préstamos con el aval de sus bienes.

"Sólo si la gente ve su propiedad protegida tiene el entusiasmo de crear riqueza", dijo Jiang Ping, ex rector de la Universidad de Ciencias Políticas, a The Washington Post, tras la cesión de la Asamblea Popular que regularizó la propiedad en China.

La sola posibilidad de disponer de un activo incrementa las oportunidades de emprender nuevos negocios o desarrollar los existentes. A esta altura resulta positivo que los chinos puedan disfrutar de las rentas que producen, pero también es esencial garantizar el régimen de la propiedad privada a través de un sistema judicial confiable y honesto.

Ninguna reforma o cambio tendrá éxito mientras persistan lagunas en torno a la eficacia de los tribunales de justicia. Generalmente las seguridades deben provenir de ese poder para minimizar o eliminar las amenazas que se ciernen sobre la propiedad.

Esta nueva orientación de la Asamblea Popular china impone a la vez límites a la acción del Estado, como debe ser en todo estado de derecho, pues se elimina la prerrogativa estatal a requisar terrenos en posesión de colectivos, que es la forma más habitual entre los campesinos chinos, ya que esa manera de actuar ha venido provocando graves levantamientos. Se trata ahora de proteger a los que "utilizan" esas tierras.

De ahora en adelante la dirigencia china debe calibrar bien el alcance que tendrán las reformas promercado, pues con ellas se incrementará la cuota de participación económica de los particulares, esto es, de los actores privados. Todo cambio sustancial en la promoción de los derechos de propiedad ha generado consecuencias políticas. Esto debido a que a una mayor relevancia económica de la burguesía puede producir mayores demandas de inclusión en la vida política.

Siempre ha sido así y no tiene por qué ser diferente en el caso chino. Pero la apertura política todavía está lejos dado que las modificaciones tardarán en germinar algunas décadas más.

Al potenciar las reformas de mercado es posible vislumbrar que las cargas estatales disminuyan o se concentren en los sectores más deprimidos de la economía. La desigualdad social existente seguirá siendo el principal problema chino de cara a los próximos años. De ahí que con los cambios se pretenda compensar las crecientes desigualdades -entre ricos y pobres, campo y ciudad-, al mundo rural, donde la titularidad del suelo es "colectiva".

Sobre esto último es preciso señalar que la propiedad de la tierra sigue en manos del Estado, pero permite su posesión y disfrute siempre que se hayan adquirido de forma legal y documentada. De esa forma se puede disfrutar del derecho a poseer edificios, ingresos y bienes personales, además de instrumentos y materias primas como medios de producción.

Para Wu Qing, directora del Centro de Desarrollo para las Mujeres Rurales."Es un avance para proteger que los bienes legales no sean invadidos. Asegura que todos los bienes son iguales, sin importar si son estatales, privados o colectivos", apuntó a EFE Qing.

En el campo chino, la propiedad de la tierra es colectiva y el Estado la cede a los campesinos en régimen de usufructo durante períodos de hasta setenta años. Este sistema se mantiene con la nueva reglamentación pues, a juicio del gobierno, el medio rural no está todavía preparado para la privatización de la tierra debido a la falta de un sistema extendido de seguridad social.

Aunque la tierra podrá ser requisada "por interés público", dice el texto, "se pagarán indemnizaciones por la tierra, subsidios para el desalojo, compensaciones por los enseres y cosechas".

Desde 1949 la propiedad exclusiva de la tierra es de carácter estatal, es decir, desde la revolución de Mao, aunque ahora habrá ahora un respeto a hogares, negocios y aun propiedades campesinas en los casos que se demuestre una larga tenencia. Era un reclamo de las numerosas empresas, nacionales y extranjeras, que se fueron creando en estas dos décadas de cambios promercado.

Así como los cambios avanzan en el régimen de la propiedad privada; otras medidas vienen permitiendo la participación de la banca extranjera en la plaza china. La presencia de los grandes conglomerados financieros en China incrementa la posibilidad de que el yuan se aprecie respecto a otras monedas (como el dólar), pues el Banco Central de ese país encontrará mayores dificultades para controlar la cotización de su divisa.

Si los bancos foráneos comienzan a conceder préstamos en yuanes la valorización de esa moneda podría subir, restando competitividad a las exportaciones chinas que dependen en gran parte de la subvaluación del yuan para eliminar cualquier competencia manufacturera.

Para contrarrestar la entrada de capitales privados a su sector bancario (norteamericanos, europeos y asiáticos), China manifiesta la intención de crear el mayor fondo inversión del mundo. Se estima China participe más activamente en las bolsas donde cotizan acciones, bonos y mercados de commodities.

Según un comunicado de prensa, el ministro de Finanzas chino, Jin Renqing, explicó que la meta es hacer un uso más rentable de las reservas en divisa extranjera —del orden del billón de dólares— que se fueron acumulando gracias a las cuantiosas ventas de productos chinos a EE UU y, por lo tanto, los enormes excedentes comerciales que Beijing fue registrando año tras año. La mayoría de estos fondos están colocados ahora en bonos del Tesoro de EE UU con un rendimiento relativamente bajo y otros activos en dólares.

El cambio en la estrategia de inversiones de China modificaría sus compras de bonos del Tesoro y afectaría un mercado del que Washington depende para ayudar a financiar su abultado déficit fiscal, lo que eventualmente elevaría las tasas de interés de EE UU.

Mingchun Sun, economista de Lehman Brothers, minimizó ese riesgo. Dijo que con reservas que aumentan a un ritmo de 20 mil millones por mes, Beijing podría darse el lujo de seguir comprando bonos del gobierno de EE UU, sin dejar de asignar miles de millones de dólares a nuevas inversiones.

Parte de las cuantiosas reservas chinas serán utilizadas en agresivos programas sociales que revitalicen al campo. En ese sentido, fuentes oficiales afirmaron que se dedicará unos 50.000 millones de dólares a construir el "nuevo campo socialista" en el que los cultivos agrícolas, las infraestructuras rurales y la vida de los campesinos mejoren gracias a inversiones que persiguen también desarrollar una agricultura moderna.

El camino emprendido por China hasta ahora ha estado plagado de marchas y contra marchas pues ha existido gran resistencia a la aprobación de la norma que protege la propiedad privada. El tira y afloja duró unos cinco años en los que los conservadores de línea “dura” vetaron anteriores iniciativas promercado.

La modificación es considerada un nuevo paso adelante en la liberalización de la sociedad china. Según sus autores, esta ley busca "tranquilizar" a los nuevos ricos del país y a los habitantes de Taiwan y Hong Kong que invierten en el floreciente mercado chino.

A la par de esta reforma, otra norma unifica el régimen fiscal para las empresas extranjeras y locales. Las empresas chinas se encontrarán a la altura de las extranjeras, que perderán las ventajas fiscales de las que venían disfrutando hasta ahora. El impuesto a las sociedades, sean compañías chinas o extranjeras, quedará en el 25%.

Ahora que China es lo suficientemente atractiva para los inversionistas por su crecimiento y dinamismo, los incentivos tributarios parecen no ser necesarios. Con esta medida Beijing restablece el principio de igualdad o equidad contributiva, es decir, de paridad entre los contribuyentes sin hacer distinciones entre éstos, concentrándose sólo en gravar la renta sin importar su origen o procedencia.

Esta iniciativa, además del reconocimiento de la propiedad privada, apuntala el desarrollo del sector nacional chino. El crecimiento de 9,7% promedio registrado desde que Deng Xiaoping iniciara las reformas de libre mercado no ha sido suficiente para mitigar todos los males de su inusual transformación.

Los retos para llevar a cabo una "Sociedad armoniosa". Término con el que el Partido Comunista Chino (PCCh) trata mantener una estabilidad social que permita seguir avanzando en la senda de las reformas económicas, trazada hace casi tres décadas por Deng, comprende una serie de acciones en los campos de la economía, el medio ambiente y la lucha contra la corrupción.

En lo económico se busca, como se dijo más adelante, de ir hacia un modelo más centrado en la demanda interna en lugar de la inversión y las exportaciones. Para ello se regulan las tasas de crecimiento económico.

Las desigualdades sociales son ahora mayores que cuando Mao llegó al poder en 1949, y siguen aumentando. La economía china ha crecido a una media anual del 9,7% desde hace 27 años. La disparidad entre el campo y la ciudad y entre las provincias del interior y las de la costa se ha convertido en una bomba de tiempo.

Si bien en este tiempo ha sacado a varios cientos de millones de personas de la pobreza. Aún existen más de 100 millones de chinos que viven con menos de un dólar al día, y muchos más están desempleados o cobran salarios ínfimos por jornadas sin fin.

En cuanto al medio ambiente, el ininterrumpido crecimiento chino viene de la mano con un mal muy común en estos tiempos: el de la contaminación. No hay en el mundo economía desarrollada que no contribuya significativamente al temido efecto invernadero o a la desaparición de ecosistemas, y China no es la excepción. Al respecto, los efectos negativos de su despegue económico cuestan entre el 8% al 12% de su PBI, según estudios del Banco Mundial.

La Agencia Internacional de la Energía asegura que el gigante asiático -que obtiene el 70% de su energía en centrales térmicas que queman carbón de baja calidad, de las cuales el año pasado construyó 117- podría superar a Estados Unidos en 2009 como principal emisor de gases de efecto invernadero, una cuestión que ha comenzado a preocupar también a los dirigentes chinos, que temen que el calentamiento global pueda suponer una amenaza para la prosperidad y la estabilidad del país.

Beijing, no obstante, ha dicho que los principales responsables de la situación actual son los países más desarrollados, y que la solución está en sus manos. El Gobierno asegura que gastará más en investigar el calentamiento global, pero que carece del dinero y la tecnología para reducir significativamente las emisiones de gases invernadero.

El tercer tema en agenda de la Asamblea Popular fue la corrupción. Este flagelo crece al igual que el descontento de las zonas rurales donde la precariedad es mayor. Mientras los habitantes de las ciudades triplican los ingresos de los campesinos de las zonas rurales, y, además, suben a mayor ritmo. Funcionarios y empresarios próximos al Estado se han enriquecido, a menudo, por medio de la corrupción.

Wen Jiabao, primer ministro chino, indicó que “Todos los departamentos del Gobierno deben prestar gran atención a los problemas que afectan a la vida diaria de la gente", citado en la prensa oficial. "El Gobierno debe mejorar la labor de cobertura social y asegurar las necesidades básicas de toda la gente pobre".

En un artículo publicado en el Diario del Pueblo, Wen ha asegurado que China no planea permitir la democracia en un futuro cercano, porque debe centrarse en el desarrollo económico antes que en las reformas políticas. El primer ministro ha señalado que el PCCh debe dirigir el país durante los próximos 100 años.

El anuncio del líder chino se cristalizò en recientes medidas de control del PCCh sobre la prensa. De acuerdo con el diario "South China Morning Post", durante la semana y la que viene las autoridades del Departamento de Propaganda han aumentado la lista de "informaciones sensibles" sobre las que los medios no pueden informar, o de las que sólo pueden publicar notas oficiales de la agencia Xinhua y el "Diario del Pueblo".

Un cable de la agencia noticiosa EFE da cuenta que “la oficina de información del gobierno de Beijing, por ejemplo, emitió una directiva esta semana en la que conminó a periódicos convencionales y electrónicos a que no incluyan en sus informaciones crítica alguna a la decisiva Ley del Derecho a la Propiedad, que estos días se debate en el Legislativo chino”.

De otro lado, las metas económicas que cifran el crecimiento de este año en 8%, cuando en años anteriores superó el 10%, pueden verse amenazadas por un mayor aumento si China materializa las ayudas sociales destinadas a dotar de salud (este año el 80% de la población rural tendrá cobertura médica), agua e infraestructuras básicas a la población más pobre. El Gobierno también prometió incrementar el gasto en pensiones, y otras formas de seguridad social.

Wen Jiabao considera que la reducción de la desigualdad creciente entre ricos y pobres es una "aspiración general". Por eso prometió que el gobierno adoptará medidas más eficaces. El plan de inversiones para resolver problemas de la población rural, como la eliminación de los costos de la escolaridad obligatoria, 513 millones de dólares para agua potable a 20 millones de personas, 220 millones de dólares para carreteras rurales y decenas de millones para agricultura es muy agresivo como para confiar en una disminución del PBI.

Además, el despilfarro que denunció Wen en las provincias no ha cesado y tiende a incrementarse con las obras que requiere Beijing para estar a tono para recibir los Juegos Olímpicos de 2008.Inclusive el propio primer ministro reconoció que se trata sólo de una cifra con finalidad presupuestaria, que puede variar "una cierta cantidad sobre lo establecido". Beijing da desde hace años unas estimaciones que se ven tradicionalmente superadas con creces.

Al menos China reconoce sus males ya que Wen cuestionó, en la apertura de apertura de la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional (APN), el modelo de crecimiento económico calificándolo de “ineficiente”. Con desagradables repercusiones en el consumo de energía y en el medio ambiente. “Debemos evitar buscar sólo un crecimiento más rápido", sentenció Jiabao.

Hoy por hoy los cambios en la economía y geopolítica chinas tienen importantes efectos sobre el panorama mundial. Pero a China no sólo le preocupan sus problemas internos, sino también la percepción que tiene en el mundo. De ahí que afiance sus relaciones con otros bloques comerciales y países. África, por lo pronto, parece ser el continente donde ha extendido en mayor grado su influencia política y su poder económico.

Su necesidad por recursos naturales y materias primas ha permitido que algunos conflictos como el sudanés (Darfur) se encuentren estancados en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU. Dada su prerrogativa de veto en la ONU, China canjea su respaldo internacional a cambio de asegurarse una participación en los yacimientos sudaneses.

La relación con Estados Unidos, por su parte, siempre atravesó por momentos tirantes y expectantes. A la potencia norteamericana le interesa el acelerado crecimiento armamentístico chino en una región donde EE UU concentra un buen número de tropas (en Corea del Sur y Japón, principalmente). Washington equivoca las interpretaciones sobre China al concentrar su atención en lo bélico y no sobre los desequilibrios que ese país puede causar a la economía mundial.

El gasto chino en armamento es una fracción de lo que EE UU asigna a su presupuesto de defensa (alrededor de 12%). Además, EE UU debe a China la exitosa mediación en el asunto norcoreano donde la potencia asiática se erigió por encima de la oxidada diplomacia estadounidense. La intervención de Beijing fue vital para evitar una mayor proliferación nuclear en el Asia, donde en pocos años varias de las naciones más desarrollas del globo podrían dotarse de una capacidad atómica preocupante.

De momento, la cooperación de China será igualmente esencial cuando la comunidad internacional tenga que debatir el nuevo paquete de sanciones contra Irán. Beijing tiene poder para vetar cualquier resolución del Consejo, pero podría abstenerse y no bloquear el castigo.

Por lo pronto, Wen Jiabao, tras su reunión con la canciller alemana Angela Merkel, concordó en la necesidad de una rápida aprobación de un borrador de resolución de Naciones Unidas sobre el programa nuclear de Irán, que esta vez sí contempla sanciones efectivas.

En cuanto a América Latina, el vicepresidente de la Asamblea Nacional Popular (ANP) de China, Cheng Siwei, manifestó que "América latina debe aprovechar el efervescente crecimiento económico del país asiático para su propio desarrollo".China es una de los mercados más interesantes para las principales materias primas latinoamericanas (minerales, harina de pescado, soja, frutas, etc.) y como fuente de inversión directa extranjera, algo de lo que carece en suficiencia la región.

Por si fuera poco, los millones de potenciales turistas chinos pueden encontrar en Sudamérica interesantes destinos turísticos, así como una experiencia muy variada. La presencia de colonias y barrios chinos por toda América puede ayudar a afianzar los lazos comerciales y culturales con el gigante asiático.

El país de la muralla, a diferencia de EE UU (vía el Consenso de Washington), no pretende imponer un modelo (o su modelo), sino que, como lo afirma Cheng Siwei: “Nuestra realidad puede servir de ejemplo, pero lo importante es que cada país parta de sus propias realidades".

De todos modos, no habrìa que confiar demasiado en la predisposición china hacia el exterior, ya que mantendrá sus relaciones con el resto desde una perspectiva imperial. Esto porque en principio ahora es lo que fue (un imperio, durante la mayor parte de su historia), salvo por algunos tristes episodios durante el siglo XX.

El retorno de China al escenario mundial implica nuevos desafíos como oportunidades pues en ese ínterin el coloso se acomodará a su nueva posición.

Marco Polo lo vivió y Napoleón lo pronosticó, la marcha que emprende hoy China es irreversible y le tomó menos tiempo del previsto. La cuestión que se plantea ahora es si el Partido Comunista Chino (PCCh) podrá resistir los cambios que, con el reconocimiento de la propiedad privada, desatará. Las expectativas y las lecciones de la historia dicen que no.

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