martes, 19 de junio de 2007

La división de Palestina: Crónica de una toma anunciada

Tras varias provocaciones de Al Fatah e Israel finalmente Hamas picó el anzuelo y tomó Gaza por la fuerza. Todo resultó según lo planeado por la mayor potencia militar de Oriente Medio y el grupo pro occidental liderado por Mahmoud Abbas. Ya no queda ninguna duda de que la intención era sacar de carrera a Hamas aislándolo en la Franja y cortando todas sus fuentes de financiamiento. Desde su polémica victoria en las elecciones parlamentarias de enero de 2006, muy limpias por cierto, a Hamas se le fue tendiendo el cerco ya que inicialmente careció del reconocimiento de la comunidad internacional y de toda asistencia económica por parte de diversas organizaciones y países como la ONU, la Unión Europea y Estados Unidos, por nombrar a los más importantes. Ni siquiera la conformación de un “Gobierno de Unidad” con Al Fatah le valió la aceptación mientras no cesara su lucha armada contra Israel.

Inclusive antes de firmar el armisticio de La Meca, auspiciado por Arabia Saudita, la dirigencia política de Hamas iba siendo encarcelada en prisiones israelíes sin que se formularan cargos. Así, la mitad de sus diputados se hallan bajo arresto y varios miembros de su Gabinete corren igual suerte. Estas detenciones fueron fundamentales para descabezar a Hamas y preparar el terreno para que el presidente palestino gobierne por decreto hasta que convoque nuevas elecciones, que podrían tener lugar dentro de un año. La estrategia está diseñada para dar una apariencia de “legalidad” a las medidas que tenga que tomar el ejecutivo palestino de ahora en adelante.

Mucho antes, justo después del abrumador triunfo electoral de Hamas, tanto israelíes como palestinos moderados discutían la mejor forma de deshacerse políticamente de Hamas hasta que dieron con una singular fórmula: dejar que tomara militarmente Gaza para declararlo “ilegal” o al margen de la ley. Esto haría que dicho movimiento no sólo retorne a la clandestinidad en la que operaba, sino que se encuentre inhabilitado para participar en cualquier comicio que convoque el presidente palestino.

Estas decisiones se produjeron luego de que Abbas decretara el estado de emergencia que le da plenos poderes para restablecer el orden y suspender la mayoría de garantías personales en los territorios palestinos, excepto por Gaza, ahora en manos de Hamas. Esto le permite negociar la rendición de los partidarios de Hamas en Cisjordania mediante una amnistía o indulto, si deponen las armas. Posteriormente el mandatario despidió al primer ministro Ismail Haniya del Gobierno y designó al independiente Salam Fayad en su reemplazo.

Ahora bien, la unilateralidad del presidente podría calificar como un “golpe de Estado” ya que “impone” a un nuevo jefe de Gobierno (desconociendo que el último resultado electoral favoreció a su archirival Hamas). Sin embargo, el presidente tiene prerrogativas, según la ley palestina, para establecer el estado de emergencia por 30 días -prorrogables por otros 30 si el Parlamento lo aprueba con una mayoría calificada de dos tercios-, que en la práctica no se podría dar porque el Legislativo carece de miembros suficientes para formar el quórum requerido pues, como se mencionó más adelante, la mitad de los diputados de Hamas se encuentran detenidos en Israel. De ese modo Abbas llegó a conformar el Gabinete encabezado por Salam Fayad y gobernará por más tiempo del previsto por la Ley Básica para esa eventualidad.

Esto le ha dado carta blanca al Ejecutivo palestino para plantear la ilegalidad de Hamas, así impedirá el regreso de sus legisladores a sus funciones asi sean liberados. De esa forma se cierra el círculo en torno a Hamas y se le expulsa del sistema político con el aval de Occidente y la cuestionada participación de Israel. Hasta la fecha cerca de 40 diputados de Hamas han sido encarcelados sin razón alguna, aunque ahora todos sabemos por qué se les detuvo. Al principio se pensó que el arresto se hizo para conseguir la liberación del soldado Guilad Shalit o detener los lanzamientos de cohetes Qassam contra ciudades israelíes, pero conforme iban desarrollándose ciertos acontecimientos las dudas quedaron totalmente despejadas.

La captura de los dirigentes aludidos se hizo sin la presentación de pruebas efectivas, por ello un juez militar israelí ordenó en setiembre pasado la libertad de 18 parlamentarios y tres ministros. La falta de argumentos sólidos motivó la decisión del magistrado hebreo pues los acusadores sólo adujeron que los detenidos pertenecían a una organización terrorista sin precisar su participación en hechos delictivos.

Durante el segundo semestre de 2006 y en lo que va del 2007, Israel ha practicado el secuestro selectivo de políticos de Hamas y el asesinato de sus principales cabecillas con el doble propósito de debilitar militarmente a su adversario y provocar un vacío de poder en el Parlamento palestino para que Al Fatah pueda gobernar sin oposición y más allá del tiempo permitido por la ley. “Legalmente” no se deja otra opción a Abbas puesto que resulta imprescindible recuperar el orden y más cuando hay que evitar que la violencia se propague a Cisjordania.

Con la designación del nuevo Gabinete de independientes y militantes de Al Fatah se consigue la venia de Washington y el beneplácito de la comunidad internacional ya que ese partido es del agrado de Occidente. Se podría decir que los ministros sustitutos han sido diseñados a la medida norteamericana o europea pues reclamaban a vox populi la disolución del anterior Gobierno de Hamas.

Lo que presenciamos es parte de un guión elaborado en las más altas esferas de la política occidental e israelí. De ahí que los actos del Ejecutivo palestino hayan consistido en ilegalizar prontamente a Hamas y bloquear todas sus cuentas, como antes lo había hecho EE UU y la Unión Europea con los fondos destinados al pago de la burocracia palestina y el sostenimiento de importantes programas sociales. La “ilegalización” alcanza también a los brazos armados de Hamas.

La naciente administración palestina tendrá todo el apoyo financiero para garantizar el orden y recuperar la dinámica económica paralizada por los enfrentamientos entre Al Fatah y Hamas. No se debió esperar demasiado para que las potencias occidentales manifiesten su respaldo al Gobierno de Fayad. La celeridad de su reconocimiento ayudará a destrabar más rápidamente los fondos de la ANP (Autoridad Nacional Palestina), lo que marca un antes y un después en las relaciones de Occidente con los palestinos. Israel se apresta a hacer lo propio, es decir, liberar los recursos retenidos por impuestos y aranceles. Al respecto, la ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni, reveló que entregará “850 millones de dólares al nuevo Gobierno de Emergencia”. La Unión Europea también reanudará sus tareas de apoyo financiero lo más pronto posible y pretende garantizar que no haya un mal uso de los fondos comunitarios, lo que implica mayores controles y transparencia en el manejo de los recursos de la Unión.

En estos momentos tanto Haniya como Meshal, los máximos dirigentes de Hamas, deben haberse percatado de que han caído en una trampa. De ahora en adelante Hamas tendrá que definir si desea proseguir su infructuosa lucha armada, una mucho más desigual ya que Israel puede suspender el suministro de la electricidad, agua potable, servicio telefónico, alimentos, medicinas, etc. En la práctica Tel Aviv cuenta con mucho más opciones y menos reparos para presionar al movimiento islamista ya que no debilitará a sus aliados de Al Fatah en el proceso, pues están consolidando su liderazgo en Cisjordania.

Se prevé que el fortalecimiento de Abbas en la Ribera Occidental mejore las condiciones de vida de la población residente en ese territorio. Es decir, ir creando un clima propicio para promover un proceso político que tenga como meta la resolución de los principales diferendos entre palestinos e israelíes. La división de Palestina puede ser el punto de partida para que ese pueblo determine bajo qué tipo de régimen desea vivir. Las opciones son dos: uno democrático, estable y reconocido por la comunidad internacional; o uno regido por la ley islámica (la sharia) e incapaz de lograr acuerdos de paz con sus vecinos.

Las condiciones están dadas, si no media algún inconveniente, para que los palestinos de Cisjordania construyan las bases de un proto Estado palestino con sede en Ramallah. Ese “embrión”, si logra ser eficiente en la asignación de sus recursos, podrá aniquilar fácilmente los aspiraciones de los radicales que pretenden levantar un Estado fundamentalista en Gaza. EE UU e Israel han apostado por la escisión palestina para salir del estancamiento ya que ahora podrán ayudar a su aliado palestino para que gestione con éxito sus políticas públicas. El respaldo que norteamericanos e israelíes materialicen a sus socios de Al Fatah no sólo comprende la asistencia técnica o financiera, sino acciones de sabotaje contra Hamas, pese a que gran parte de los gazanos (el 80% vive por bajo del nivel de pobreza) resulten afectados.

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