lunes, 18 de junio de 2007

La división de Palestina: Gaza tomada

La captura de la Franja de Gaza por parte de Hamas recuerda mucho al estupendo cuento de Cortazar “Casa tomada” en el que sus protagonistas son desalojados cerca de la medianoche por entes imaginarios. Claro que en la situación actual la toma de la Franja por parte del Movimiento para la Resistencia Islámica (Hamas) no tiene nada de fabuloso o irreal como el relato. Sin embargo, pese a esas diferencias, entre ambas historias hay alguna conexión toda vez que el narrador detalla pormenorizadamente como la casa iba siendo tomada habitación por habitación, hasta que sus inquilinos se vieron forzados a abandonarla.

Algo así de parecido sucedió con Gaza aunque su ocupación no se haya producido por motivos semejantes.

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Lo que iba a formar parte de un futuro Estado palestino se ha escindido para constituir –muy probablemente- un apéndice de Irán. De ahí que el delicado presente del Líbano, donde Teherán tiene gran injerencia, nos puede dar una idea de lo que puede pasar con ese pequeño territorio en el extremo sur de Israel.

Todos estos microconflictos (el de Gaza y el de Líbano) forman parte de un montaje regional mucho más complejo donde se lleva a cabo una suerte de “Guerra Fría” entre los principales países islámicos. Hace un buen tiempo sostenemos, sin vanagloriarnos de ello, que el Medio Oriente es un escenario en el que dos países o tres determinan los acontecimientos de la región (fuera de las grandes potencias, obviamente), es decir, que según las decisiones éstos que tomen, los demás Estados siguen o evalúan el tipo de respuesta que corresponde.

A estas alturas todos los interesados en los asuntos geopolíticos de la región más conflictiva del planeta sabemos que Irán encabeza una de las corrientes políticas del Golfo. Su “eje”, por llamarlo de algún modo, comprende a Siria y un par de movimientos fundamentalistas como Hezbollah (en el Líbano) y Hamas, que acaba de hacerse con el control de Gaza en poco menos de cinco días. En el otro bando se ubica Arabia Saudita como líder de un grupo de países contrarios a la hegemonía chiíta en la zona. Los aliados de Arabia son en su mayoría países de corte sunita como Egipto o Jordania, por nombrar a los más conocidos. También podría incluirse a Israel dentro de ese “eje”, pero se mantiene distante porque su presencia enervaría los ánimos en los países (en las poblaciones) que tienen ese tipo de acercamientos o alianzas con un enemigo del Islam.

La rivalidad entre las potencias regionales como Irán y Arabia guarda similitud con la “Guerra Fría” ya que existe un conflicto ideológico de por medio. Esta disparidad se manifiesta en la forma de ordenar la sociedad que pretende cada bando pues depende de la orientación religiosa de sus habitantes, que puede ser sunita o chiíta, según sea el caso. Inclusive existen interpretaciones más ortodoxas dentro de cada una de ellas como la que posibilitó la Revolución Iraní en 1979 y la que propugna el Wahabismo, corriente sunita que inspira a organizaciones terroristas como Al Qaeda y a la propia monarquía saudita.

Además del enfrentamiento ideológico-religioso, existe otra oposición entre los países musulmanes según su grado de apertura y receptividad hacia Occidente. Los Estados y movimientos liderados por Irán no descartan relacionarse con los antiguos cruzados, de hecho han promovido algunos acercamientos, pero supeditan cualquier vínculo a una solución justa del problema palestino (una que restituya la integridad de su territorio a los palestinos), una menor presencia occidental en los asuntos de la región (como replegar las tropas angloestadounidenses en Iraq y retirar su apoyo a Israel). Del lado árabe la posición es contraria porque consideran fundamental la participación norteamericana para “estabilizar” Oriente Medio, esto es, garantizar el status quo que se mantiene en las petromonarquías sunitas.

En ese contexto se desenvuelve el problema palestino, aunque tal vez para algunos ha dejado de ser un problema ya que con la división de Palestina es mucho más factible debilitar a Hamas, pues al hacerse con el control de Gaza, dicho partido ha asumido responsabilidades exclusivas que no formaban parte de su ideario político como satisfacer las necesidad alimentarias de su población, asegurar la prestación de servicios básicos, garantizar la seguridad, etc. Es decir, una serie de materias que la agrupación no está en capacidad de atender por si sola y menos si decide continuar su lucha contra Israel.

La población de Gaza depende más que nunca de la ayuda internacional y humanitaria. Esta situación se agrava porque muchos Estados no están dispuestos a brindar su asistencia pues consideran a Hamas como una organización terrorista. Mientras esa calificación no cambie la autoridad que tiene sobre Gaza no será reconocida ni merecerá ningún tipo de apoyo. La situación de “Hamastán”, como se denomina ahora a Gaza, será sin lugar a dudas peor que la padecida cuando Al Fatah compartía el gobierno con Hamas.

Este dilema es una típica reminiscencia de la “Guerra Fría” porque recuerda la partición de Alemania en una democrática (comunista) y otra federal (prooccidental). Además tiene la particularidad del embargo económico que rememora el que aún pesa sobre la Cuba de Castro. Ambos elementos, la separación de Palestina y el bloqueo de Gaza, que seguramente se recrudecerá, pueden representar el establecimiento de un velo que haga las veces de una Cortina de Hierro, pronosticada por Winston Churchill hace más de 60 años para anunciar la división de Europa.

La consolidación de esta fragmentación se producirá cuando Irán cuente con armas nucleares. Ese paso creará un nuevo clima de tensiones y peligros no sólo para la región, sino para el mundo, porque otros países desarrollarán su propia capacidad nuclear para contrarrestar a la de sus vecinos. No habrá que esperar demasiado para ver una carrera atómica a gran escala pues algunos Estados ya han tomado la decisión de incorporar a sus arsenales las temibles bombas nucleares. Este es el caso de Egipto, Arabia y Turquía (este último ya tiene avanzada la construcción de algunas instalaciones para dicho fin).

Un elemento que se añade a esta problemática es el crecimiento de partidos islámicos, es decir, la proliferación de agrupaciones fundamentalistas en varios países donde el Estado carece de instituciones sólidas y confiables, como en los casos de Líbano y Palestina. Si en el pasado algunos partidos totalitarios como el nazi o comunista destruyeron la institucionalidad democrática en sus países por su carácter antisistémico, es decir, debido a su ilegítima pretensión de dominar todo el espectro político, el propósito final de los integristas musulmanes no es muy distinto toda vez que por su naturaleza ambicionan lo mismo, esto es, apoderarse del aparato político y eliminar cualquier competencia de los partidos opositores. Para este tipo movimientos (como Hezbollah o Hamas) resulta incompatible la alternancia en el poder pues planean organizar sus sociedades según las enseñanzas del profeta Mahoma en el Corán. De ahí que no puedan admitir otros puntos de vista distintos a los esgrimidos por la tercera religión del “Libro”.

Irán podría ser la excepción porque permite elecciones generales y no siempre el partido más ortodoxo gana, pero en realidad es una teocracia porque los ayatolás determinan quienes pueden postular y detentan muchas prerrogativas, sobre todo en cuestiones de política internacional. Por si fuera poco, las normas están inspiradas en las escrituras coránicas y cualquier desapego a los estrictos códigos de conducta son “corregidos” prontamente pese a las numerosas críticas que suscitan prácticas como la represión contra mujeres que descubren su rostro o usan maquillaje.

En cuanto a Palestina, el sueño de ver a un Estado constituido seguirá hibernando. La separación no es definitiva ni absoluta pues siempre existe la posibilidad de una reunificación, pero su desenlace no será nada sencillo; aunque sí mucho menos prolongado que el que afligió a los alemanes durante más de cuatro décadas. No creemos que los palestinos tengan que esperar tanto para ver unificado su territorio ya que detrás Hamas no se haya una superpotencia como la Unión Soviética, sino un país de menor envergadura como Irán, que a pesar de sus apreciables ingresos petroleros no tendrá como materializar su ayuda económica a Gaza pues Egipto e Israel controlan las fronteras, las costas y su espacio aéreo.

Así, la empobrecida población palestina residente en Gaza puede ir presionando a Hamas para que tome medidas dirigidas a acabar con el embargo internacional y el bloqueo israelí. El clamor popular juega un rol de vital importancia para debilitar a Hamas porque el incremento del hambre, la miseria y la desocupación obligarán al defenestrado primer ministro Ismail Haniya a reconsiderar su posición respecto a negociar con Israel. Si los gazanos logran torcer la voluntad de la cúpula de Hamas habrán conseguido lo que ni Al Fatah ni Israel han alcanzado en todos estos años de lucha contra el radicalismo palestino. De producirse ese hecho significará el principio del fin para el movimiento de resistencia armado más feroz que enfrento Israel desde que se constituyó como Estado, excepto tal vez por Hezbollah.

Lo lamentable del caso es que para lograr su capitulación, millares de habitantes de la Franja tendrán que soportar penosas condiciones de vida hasta que Hamas dé su brazo a torcer. En el futuro se vislumbra a los milicianos y cuadros de Hamas abandonando Gaza hacia otros países o entregándose a la ANP una vez que se hayan desarmado. Mientras habrá que esperar qué determinaciones toma el nuevo primer ministro palestino, Salam Fayad, quien venía ejerciendo el cargo de ministro de hacienda del fenecido “Gobierno de Unidad”.

En esta posición, el gobierno de Fayad puede salir fortalecido porque tiene el reconocimiento de EE UU, la UE, Rusia y la ONU, es decir, todos los integrantes del Cuarteto para Medio Oriente, y el respaldo de los miembros de la Liga Árabe. Para garantizar la viabilidad de su gestión, las potencias involucradas e Israel consideran destrabar la asistencia financiera y devolver los fondos retenidos por Tel Aviv. Sin embargo, su condición no deja de ser precaria pues más que nunca depende de la ayuda occidental. Esto podría ser perjudicial para los palestinos ya que el presidente Abbas podría negociar desventajosamente con Israel algunas cuestiones fundamentales sobre el estatuto final los territorios ocupados y la solución al problema de los refugiados, ahora que la autoridad de Hamas ha sido anulada. De alguna forma u otra la asfixiante presión de Hamas sobre los líderes de Al Fatah servía para mantener una determinada postura con Israel aunque no se lograra nada, esto es, ningún acuerdo. Sin el acoso de Hamas Abbas puede verse liberado para negociar más cómodamente con Olmert. Pero podría destruir rápidamente las esperanzas del pueblo palestino si alcanza un acuerdo desfavorable.

Israel cuenta conque los extenuados palestinos rebajen sus pretensiones para conformar el Estado que los israelíes les ofrecen. En otras palabras, esperan que el cansancio, la desolación y el debilitamiento de Hamas generen las condiciones “ideales” para negociar. En esos términos, cualquier trato va a favorecer sin dudas a Israel porque su contraparte habrá abandonado sus aspiraciones de construir su Estado con capital en Jerusalén.

Además, Israel se viene preparando estratégicamente para afrontar los nuevos desafíos que depara una Franja ocupada por Hamas. Como primera disposición Olmert nombró a Ehud Barack como ministro de Defensa. El cambio en esta importante cartera sirve para mitigar las críticas recibidas por la oposición, la prensa y la ciudadanía por el pobre desempeño de su antecesor, Amir Peretz, durante el conflicto en el Líbano. La designación de Barack está pensada para dirigir una señal a sus contendientes de Hamas en el sentido de que a Israel no le temblará la mano si tiene que reprimir o castigar a Gaza. Este cambio refleja el temor israelí ante nuevos ataques, pero a la vez garantiza que habrá una respuesta o represalia de inimaginables proporciones.

De otro lado, esta no deja de ser una buena oportunidad para Israel de acordar con un hombre en el que sí confía, como Abbas, el desmantelamiento de los asentamientos remanentes en la Margen Occidental. Si se trata a Cisjordania como una entidad separada y “amigable”, a diferencia de Gaza, no hay motivo para postergar el retiro de los colonos. Ese paso podría ayudar a mejorar la imagen de Israel ante la comunidad internacional toda vez que sus intervenciones armadas han sido duramente cuestionadas por diversos organismos de derechos humanos y por la prensa extranjera.

Como Abbas está necesitado de logros importantes (y Olmert también), sus gestiones para conseguir la retirada de los colonos israelíes puede ganarle la simpatía de los palestinos insatisfechos con a su presidencia. Además, hoy más que nunca Israel necesita fortalecer a sus pocos aliados en la región y esta es una inmejorable ocasión para ello. La decisión será sumamente difícil tomando en cuenta el traumático desalojo que propició Sharon, pero no hay otras alternativas para ganar algo de confianza e impacto mediático.

En Cisjordania se puede hablar de “golpe” también pues las fuerzas de Al Fatah han asaltado el Parlamento en poder de Hamas, y se ha adelantado al destituir a Haniye, reemplazándolo con Fayad, quien goza de las simpatías de Washington por haber sido funcionario del FMI. Al conocer estas medidas tanto Khalid Meshal, líder de Hamas en Damasco, e Ismail Haniye, calificaron ambas acciones como “ilegales”. Resulta contradictorio que cada facción haga mención a la “legalidad” cuando las dos han cometido graves violaciones a los derechos humanos (la Cruz Roja Internacional menciona ejecuciones extrajudiciales).

El conflicto de momento se halla contenido en la Franja, aunque algunos no descartan que se extienda a la Ribera Occidental (Cisjordania) porque Hamas aún mantiene alguna inquietante presencia. El presupuesto es válido sólo que Al Fatah es mucho más fuerte en ese territorio y cuenta con el respaldo del Ejército Israelí para acabar con cualquier foco de resistencia. Además, al escindirse Palestina, y romperse, por consiguiente, el “Gobierno de Unidad”, Mahmoud Abbas contará con el respaldo financiero de la comunidad internacional que ya le ha reconocido como única autoridad de los palestinos. Ehud Olmert inclusive baraja liberar, como se dijo más adelante, parte los recursos retenidos en calidad de impuestos y aranceles (se habla de unos 500 millones) para afianzar el gobierno de su colega palestino.

A la luz de lo expuesto el triunfo de Hamas parece pírrico ya que en vez de consolidar su liderazgo, la toma de Gaza abre una serie de interrogantes y problemas que difícilmente podrá contestar y resolver. Con toda seguridad es imposible que Hamas dé alguna solución a la crisis humanitaria por más que se haya especializado en la asistencia de grandes grupos humanos en los campos de la educación, salud y alimentación. Esta nueva situación –vieja en realidad- escapa largamente de sus manos, así como su anhelo de borrar del mapa a Israel.

Las nuevas circunstancias convierten a Gaza no sólo en un gran campo de concentración (durante la ocupación israelí), sino en uno de rehenes de 345 kilómetros cuadrados y más de un millón y medio de habitantes. Terminados los tres meses de convivencia que duró el armisticio de La Meca, al que llegaron las facciones gracias a la mediación saudita, la aguda situación puede llevar a algunos milicianos de Hamas usar a la población para resistir cualquier tipo de intervención extranjera. En cierto modo dicho movimiento está entre la espada y la pared, o muro en realidad, porque su afirmación política en esas circunstancias es totalmente inviable.

La ruptura sólo puede remendarse si Hamas depone su lucha, acepta los Acuerdos de Oslo (y otros firmados por representantes palestinos), entrega las armas y reconoce finalmente a Israel. En otras palabras, si renuncia a los principios que originaron su existencia. Esto equivale a desaparecer del firmamento político. Lograr aquello no será nada fácil, pero tampoco es imposible pues EE UU e Israel, con el aval europeo, planean asfixiar a la Franja e imponer mayores controles sobre ese territorio; a pesar de que parte del pueblo palestino sufra terribles consecuencias por votar a una organización extremista.

Hamas, el movimiento creado por jeque Ahmed Yasin, ideó muy bien su arribo al poder cuando ganó respaldo social al asistir a la población indefensa y desamparada por la ANP (Autoridad Nacional Palestina) y constituirse en el único movimiento palestino capaz de infringir verdadero daño a Israel cuando otras agrupaciones habían abandonado la lucha armada. Es decir, a la par que brindaba ayuda humanitaria, canalizaba las iras populares concretando ataques sobre suelo israelí. Del estadío social pasó inmediatamente al político al ganar las elecciones en enero de 2006, a pesar de la fuerte oposición internacional. Mucho no le duró la victoria sobre Al Fatah pues estuvo plagada de enfrentamientos y numerosas tensiones con sus rivales políticos. Para terminar la violencia tuvo que convivir con el partido fundado por Yasser Arafat hasta que se produjo el actual rompimiento. La siguiente fase de su ascenso es la que presenciamos, de corte militar o de facto pues se impuso por la fuerza para despojar a Al Fatah de toda autoridad sobre la Franja.

Es
ta etapa del conflicto está marcada por su aislamiento o confinamiento ya que la posibilidad de nuevos enfrentamientos es más remota al quedar Gaza en manos de Hamas, al menos entre militantes de Abbas y Haniye, pues no se descarta que los ataques con cohetes Qassam contra Israel continúen.

Finalmente, el paralelismo propuesto entre ficción y realidad al inicio de este artículo se rompe --porque a diferencia de los personajes del cuento de Cortazar-, millones de palestinos han quedado atrapados dentro de su casa.

2 comentarios:

Anonymous dijo...

VIVA PALESTINA..LOS SIONISTAS VAN
,TARDE O TEMPRANO, FUERA Y VUELVE PALESTINA ARABE MUSULMANA =CRISTIANA..
EL INVENTADO ISRAEL SE VA A HUNDIRSE UN DIA PORQUE NO SON LOS AUTENTICOS,SINO OCUPANTES CON AYUDAS DE TODOS AQUELLOS COLONISTAS

Anonymous dijo...

QUE VIVA PALESTINA..FUERA SIONISMO
DESDE SIEMPRE HA SIDO Y SERA PALESTINA DOWN WITH THE ,,YANKIES,,
YOU ARE CRIMINALS AMERICANS ¡¡¡