John C. Edmunds Doctor en Administración de Empresas de la
Finanzas / Opinión
Universidad de Harvard,
profesor de finanzas de
Babson College en
Boston y coautor de
Wealth by Association
Menos vulnerables
Dos poderosas fuerzas han impulsado el crecimiento de la economía latinoamericana en los últimos cinco años. El alto precio de las materias primas es la que todo el mundo conoce. La otra es la reforma financiera y las transformaciones que a partir de ésta se han engendrado. Se trata de un proceso que ha sido tan rápido que asusta a muchos, especialmente a quienes recuerdan cómo cada proceso previo de expansión financiera ha colapsado, por lo que temen que esta expansión suceda lo mismo.
Esto es razonable. Pero también lo es considerar que estas últimas reformas hayan hecho a los sistemas financieros nacionales más seguros y menos vulnerables al colapso. De ser así, el futuro de las economías será más estable.
Esta expansión financiera ha sido más fuerte en países que han reformado sus sistemas financieros. En algunos las exportaciones crecieron rápidamente, pero sus sistemas financieros quedaron rezagados. En ellos, la economía real crece rápido, pero los servicios financieros siguen siendo pequeños. Los bonos corporativos son una porción pequeña del mercado y hay muy pocas ofertas públicas de acciones comunes.
En el nivel de la estadística agregada la transformación financiera se percibe claramente. La deuda externa de la región, como porcentaje de exportaciones de bienes y servicios, cayó de 230% en 1998 a un 90% proyectado en 2008. La reserva en moneda extranjera, que en 1999 llegaba a US$ 143.000 millones, o el 38% de las importaciones anuales, se proyecta en US$ 398.700 millones, o un 47% de las importaciones en 2008. Quizá ese pronóstico sea conservador, porque se esperaba que las reservas de moneda extranjera de Brasil alcanzaran los US$ 122.000 millones a fines de 2007 y US$ 144.000 millones a fines de 2008, pero habían ya alcanzado los US$ 122.000 millones antes del 25 de mayo de 2007, e iban subiendo a US$ 1.000 millones por semana.
Mientras, los mercados locales de capitales conseguían nuevos logros. Los privatizados sistemas de pensiones empezaron a reunir el ahorro de la clase media, siendo asignados en el mercado de capitales, lo que permitió que los proyectos financiados antes con crédito externo fueran financiados localmente. En 2002, hace sólo cinco años, los mercados de bonos locales eran pequeños. El valor total de los títulos de deuda era de US$ 643.000 millones y, de ésos, sólo US$ 178.400 millones fueron privados. En 2005 el valor total de los títulos privados de deuda llegó a US$ 276.800 millones.
Los fondos de pensión locales compraron mucho de esta deuda. En 10 países de Latinoamérica aumentaron su participación en un 21,8% entre fines de 2004 y de 2005. Esos países no incluyen a Brasil, donde los emisores privados colocaron US$ 22.535 millones en nuevos bonos y papeles comerciales en 2005 y US$ 38.272 en 2006. Los fondos mutuos estuvieron entre los compradores de nuevos bonos, y su valor total subió de US$ 103.298 millones a fines de 2002 a US$ 424.956 millones al final de 2006. Los fondos mutuos que invirtieron en instrumentos de deuda justificaron la mayor parte de este aumento gracias a la captación de 76.675 millones de reales (US$ 39.119 millones) entre 2003 y fines de 2006.
La transformación del financiamiento, por lo tanto, ha tenido una dimensión internacional en la que los países de Latinoamérica han repagado deuda, especialmente la garantizada por el gobierno. También redujeron su dependencia de la deuda a corto plazo. Los efectos de esto a nivel local son mucho más fuertes. Gobiernos y compañías privadas han podido renegociar su deuda en moneda extranjera por deuda en moneda local.
El total de la deuda no ha declinado, pero ha sido refinanciada en términos más seguros. El riesgo de una crisis de la moneda extranjera se ha reducido bruscamente. Por ejemplo, el total proyectado del interés de la deuda externa para América Latina será el 5,7% de las exportaciones y el 1,4% del PIB. Mucho menos que el 15,4% de las exportaciones y el 3% del PIB de 1999.
La pregunta es qué pasará si las reformas financieras y esta renegociación hicieran realmente más estables a varias economías clave de Latinoamérica. La emisión de nuevos bonos continuará y el crecimiento económico seguirá siendo alto. La región todavía producirá commodities y algún día su precio declinará.
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