martes, 18 de septiembre de 2007

Suecia y el aborto.


Año V - Número 283 Boletín semanal elaborado por la Dirección de Comunicación Setiembre 2007






Suecia nos incita al delito

Por Rafael Estartús (*)

"Europa bosteza en la democracia", ha escrito Mario Vargas Llosa. Aunque discrepamos mucho con él, en ese caso estamos de acuerdo. La frase mejoraría aún si cambiáramos "democracia" por "materialismo", ideología que mata las ilusiones, potencia los crímenes y produce la depresión estructural, que sólo puede curar la logopedia, o cura por la razón, del doctor Frankl. En el materialismo, no hay sentido de la vida: la inexistente razón de vivir se inventa, ni que sea una misión perfectamente inmoral.

Suecia ha anunciado en agosto pasado que cortará toda ayuda a algunos países como Nicaragua, Honduras, El Salvador y Perú. Comenta el periódico nicaragüense "La Prensa", citando fuentes que pidieron el anonimato, que Suecia está muy interesada en que practiquemos y legalicemos el aborto, como "medio de salud". Están ejerciendo una fuerte presión, a través de su Embajador Zettelberg, y condiciona su ayuda a la implementación del aborto.

¿Es ésa la misión sustituta para los suecos, la promoción del aborto, eso sí, el llamado "terapéutico"? El mismo Embajador asistió a la sesión del Congreso de Nicaragua que votó en contra del aborto, lo que fue considerado por los nicaragüenses como una inadmisible intimidación. Nicaragua recibía 21 millones de dólares anuales de Suecia.

Afortunadamente, Suiza ha subido su ayuda en 12 millones, amortiguando su efecto sobre los más pobres. La Unión Europea está en una campaña en contra de la pena de muerte. Como han comentado los políticos polacos, sería muy bueno si en la campaña se incluyera el aborto (que siempre es la matanza de un niño inocente e indefenso), y la eutanasia. Suecia explica hipócritamente su postura en "los derechos humanos", y la "salud reproductiva".

"Derechos humanos" no son, para ellos, más que favores que nos conceden los hombres, transitorios según la voluntad y conveniencias de los legisladores. No son dones recibidos con la naturaleza humana, que según el materialismo, simplemente no existe. Lo contrario llevaría a la existencia de Dios, quien realmente nos ha otorgado esos derechos.

Y en nuestros registros de derechos humanos (por ejemplo los de la ONU de 1948) no existe el derecho a abortar (y menos el de hacer abortar o el de facilitar y alentar el aborto. Todos son delitos, o más bien crímenes contra la humanidad). Se cumple lo sostenido por Tolstoi: "Si no hubiera Dios, todo estaría permitido": no habría ni bien, ni mal, ni derechos humanos.

"Salud reproductiva", dicen que para la mujer, no para el niño. Es una gran mentira. El niño, muere. La mujer, corre más riesgos abortando que dando a luz. Además, la mujer, por instinto, quiere a su hijo, sufre al abortarlo, y queda con una gran depresión y arrepentimiento. La "salud reproductiva" la disfrutan las clínicas de abortos y los que venden píldoras del día siguiente. Al precio del infierno, al menos ya en tierra.

Todos los "argumentos" para imponer el aborto han ido pasando de moda: primero la sobrepoblación (ahora está, al contrario, el invierno demográfico). Después los riesgos del embarazo. Ahora, los pretendidos derechos humanos. Ya en esta vida podemos visualizar los efectos perversos del invierno demográfico: el suicidio de las naciones, y antes de morir, la quiebra de sus sistemas de seguridad social por falta de juventud. Pobre Suecia. íQué forma más triste de gastar la vida y la capacidad!

Profesor de la facultad de Ingeniería. Artículo publicado en el diario Correo, jueves 13 de setiembre de 2007.


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