jueves, 27 de noviembre de 2008

2008: Duchicela mandaría a la cárcel a Alan García.



Ex militar ecuatoriano, muerto mientras realizaba operación de espionaje en el Perú durante el primer gobierno de Alan García, podría ser la causa de llevar al tribunal, como jefe de las Fuerzas Armadas peruanas a actual presidente peruano.


26/11/2008 16:04

Familia de Duchicela pide apoyo de Gobierno para presentar demanda internacional
La familia del suboficial Enrique Duchicela, quien fue declarado como héroe nacional por el presidente de la República, Rafael Correa, solicitó apoyo del Gobierno para presentar una demanda internacional.

Quito (CRE).- La viuda de Duchicela, Martha Escobar, aseguró que esta solicitud, más que por una indemnización, es para exigir justicia, por lo cual espera que "el país me apoye para presentar la demanda internacional".


La familia sufrió humillaciones cuando le decían que el suboficial había abandonado a su esposa e hijas y que se había ido con otra mujer.

"Ahora gracias a Dios es algo oficial y todo el mundo va a reivindicar su nombre y eso es lo que esperábamos, y me alegro tanto porque hubo muchas personas que tuvieron el atrevimiento de decir que mi papi no era un héroe", manifestó la hija, Paulina Duchicela.

El Primer Mandatario firmó ayer, martes, el decreto donde se reconoce al suboficial Duchicela como héroe nacional, ejemplar militar y ciudadano ejemplo de las generaciones que le sucedan.

La investidura generó la felicidad de la familia que habría sufrido diversas humillaciones por defender su nombre y que había pedido por más de 20 años que al suboficial se lo reconozca como héroe.

Duchicela desapareció en Lima el 27 de mayo de 1988, mientras cumplía labores en la veeduría militar en Perú, donde habría sido asesinado por agentes del servicio de inteligencia de ese país, según informó la estación televisiva Ecuavisa.

Por: Andres Omar Meza. cito_bass@hotmail.com. Tomado de http://www.cre.com.ec/Desktop.aspx?Id=143&e=121849



Duchicela fue declarado héroe


La Presidencia emitió un decreto a favor del sargento de la FAE, ejecutado en Perú en 1988. Militares peruanos lo acusaron de realizar labores de espionaje.




  • Martha Escobar cumplió uno de sus anhelos: que la desaparición de su esposo Enrique Duchicela sea reconocida por el Gobierno y que fuera nombrado un héroe nacional.
  • El presidente de la República, Rafael Correa, y el ministro de Defensa, Xavier Ponce, firmaron un Decreto, en el cual se lo declara un "héroe, ejemplar militar y ciudadano, un paradigma para las nuevas generaciones".


El documento fue suscrito el jueves de la semana pasada y, además, dispone que las fuerzas y el sistema educativo "cultiven la memoria del ecuatoriano, que sirvió con su vida al país". Del cumplimiento del Decreto se encargará el Ministerio de Defensa.



En 1988, Duchicela, sargento de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE), fue enviado como agregado militar a Lima, Perú. En ese cargo apenas estuvo cinco meses, pues el 27 de mayo de ese año desapareció sin dejar ningún rastro.



La viuda contó que ese día no supo nada más de su esposo. Después de 16 años, la desaparición del militar ecuatoriano conmocionó a la opinión pública.



El periodista peruano Ricardo Uceda, en su libro 'Muerte en el Pentagonito', reveló que Duchicela fue torturado y asesinado por agentes del Ejército peruano.



Duchicela fue considerado espía. En esos años, Quito y Lima mantenían una vieja tensión diplomática por los conflictos por la delimitación de la frontera.



Las autoridades ecuatorianas, desde el 2004, descartaron que la misión de Duchicela en Perú haya sido recabar información secreta. Pero este año nuevamente las causas de su muerte fueron analizadas, luego de que el ex militar peruano Jesús Sosa confesó que fue asesinado por espía, junto con otros militares peruanos.



Sosa señaló que fue miembro del grupo Colina y que por orden del actual presidente Alan García, en su primer mandato, desbarató la red de espionaje que fue montada por Duchicela.



En el Decreto de Correa no se aclara tampoco si Duchicela era un espía. Únicamente indica que fue enviado a la Agregaduría Aérea de Lima y que desapareció el 27 de mayo de 1988.



También señala que la Aviación y las FF.AA. han realizado todos los esfuerzos para aclarar su pérdida y que ese trámite también es ejecutado por la justicia ordinaria de Perú y de Ecuador.



El subsecretario de Defensa, general Jorge Peña, le confirmó a este Diario que el Decreto estaba firmado y que entraría en vigencia luego de que sea publicado en el Registro Oficial. Asimismo, sostuvo que el caso de Duchicela cumplió con los requisitos para que sea considerado un héroe.



Sin embargo, un oficio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, suscrito en septiembre pasado, señalaba que "luego de un análisis realizado por la Dirección de Inteligencia se llegó a la conclusión de que él no cumplía con los requisitos pertinentes (para ser declarado un héroe nacional)".



En este caso, el general Peña dijo que sí se cumplió con la normativa que respalda la decisión; es decir, estar al servicio de la patria y ser miembro activo de las FF.AA. Además, mencionó que el Ministerio de Defensa se encargó de estudiar el caso para solicitar el nombramiento a la Presidencia.



En la Fuerza Área se confirmó que el pedido para que sea nombrado héroe fue elaborado por la Cartera de Gobierno.



Martha Escobar aseguró ayer que no recibió ninguna información del Régimen sobre el Decreto; pero dijo que otra persona le entregó una copia. Ella se mostró contenta, pero dijo que estaba pendiente el último pedido para que Ecuador demande en las cortes internacionales a Perú.




La investigación



La Defensoría del Pueblo también realiza una indagación de la muerte del ex sargento Enrique Duchicela. La institución recopiló información de las FF.AA. y de la Cancillería del país.



Otros expedientes están en trámite en las fiscalías de Ecuador y de Perú. La abogada de la familia del ex sargento, Johana Pullas, aseguró que la indagación ecuatoriana cumplió más de tres años y aún está en desarrollo.



¿Un caso inédito? De lo que se conoce, al menos públicamente, esta es la primera vez que un Gobierno ecuatoriano declara héroe nacional a un militar acusado de espionaje por militares de un país vecino. Esos casos en general se manejan en reserva.



Tomado de Redacción Judicial judicial@elcomercio.com Disponible en http://www.elcomercio.com/noticiaEC.asp?id_noticia=239313&id_seccion=4







"La investigación en Ecuador sobre el caso Duchicela no variaría relaciones con el Perú"



La internacionalista ecuatoriana Grace Jaramillo aseguró que el caso sobre la muerte del supuesto espía ecuatoriano en el Perú es abordado en su país como un tema meramente judicial



La analista internacional ecuatoriana Grace Jaramillo sostuvo esta tarde que la investigación abierta en su país sobre la muerte del espía Enrique Duchicela, a manos de miembros del Ejército peruano en 1988, no causará una crisis en las relaciones entre ambas naciones, pues el gobierno del país del norte está llevando el tema por el lado estrictamente judicial.




En diálogo con elcomercio.com.pe, Jaramillo resaltó que la investigación de la Defensoría del Pueblo ecuatoriana no tiene intenciones políticas, sino que busca indagar sobre la desaparición de Duchicela, algo que sus familiares han exigido durante 20 años.




"Lo que se espera del Gobierno peruano es que tras el esclarecimiento de los hechos y el establecimiento de un veredicto judicial, apoye en el cumplimiento del mismo", manifestó la analista, quien no descartó que también se pueda reconocer que la desaparición del militar ecuatoriano fue una violación de los derechos humanos y la familia Duchicela reciba una reparación.




El periodista Ricardo Uceda, en el libro Muerte en el Pentagonito (2004), reveló la suerte de Duchicela, a través del testimonio del ex miembro del grupo Colina Jesús Sosa. Este militar, conocido como "Kerosene", reveló que el ecuatoriano dirigía una red de espías en el Perú, por lo que recibió la orden de capturarlo, para luego asesinarlo en los sótanos del Cuartel General del Ejército.



Jaramillo evitó conjeturar sobre si Duchicela fue un espía, en el marco de la conflictiva relación entre ambos países, pues en Ecuador no existe una institución, "legalmente constituida", que se encargue de estos temas, hecho que hace difícil corroborar la naturaleza de las labores que realizó el militar . "Él era un efectivo del ejército que tenía una misión oficial", recalcó.



http://www.elcomercio.com.pe/ediciononline/html/2008-08-18/la-investigacion-ecuador-sobre-caso-duchicela-no-variaria-relaciones-peru.html





Habla Ricardo Uceda*: "Yo encuentro inconcebible que el presidente de ese entonces, el doctor Alan García, no haya estado informado".



Entrevista a Ricardo Uceda, hecha por Richard Cortez Corresponsal en Lima del Diario El Comercio de Ecuador el 10/Agosto/2008





¿En su investigación que se materializa con la publicación del libro ‘Muerte en el Pentagonito’ hay un capítulo referido a la muerte del sargento ecuatoriano Enrique Duchicela, ¿cómo surgió esa información?
Estuve investigando para mi libro desde 1994, con la intención de contar cómo había funcionado el destacamento llamado grupo Colina, que se formó dentro del Ejército peruano y que operó durante el gobierno de Fujimori. En la conversación con miembros de ese destacamento, especialmente con el ex militar peruano Jesús Sosa, descubrí que habían hecho operaciones especiales, entre ellas, eliminaciones, durante los gobiernos de (Fernando) Belaunde y el primer gobierno de (Alan) García. Una de esas historias fue la del secuestro y la ejecución del militar ecuatoriano Duchicela, en 1988.




En el caso del sargento Duchicela, ¿qué se dijo?
En el capítulo 8, ‘El espía que no regresó a Quito’, hay una narración de fuente directa, una de las cuales fue el ex militar Jesús Sosa, pero no fue la única. Cuando secuestraron y ejecutaron a Duchicela, también lo hicieron con el teniente peruano Marco Barrantes. A él y a otros militares les procesaron por vender información militar a Duchicela. A siete les detuvieron, enjuiciaron e hicieron cumplir una pena, pero la justicia militar declaró que a Barrantes nunca le encontraron y le juzgaron en ausencia. En realidad le detuvieron, interrogaron y ejecutaron. Su testimonio sirvió para secuestrar a Duchicela. Ambos fueron ejecutados.




¿Con quién habló además del ex agente Sosa?
Con los hermanos de Barrantes, quienes me confirmaron casi todos los hechos. Hubo otras fuentes. Algunas de ellas han aparecido en el juicio. Un militar declaró que vio vivo a Barrantes en el Cuartel General del Ejército, llamado el Pentagonito. Sin embargo, el año pasado, los jueces consideraron que no hay lugar para incriminar a nadie por la desaparición de Barrantes.




¿Qué fuentes ecuatorianas tuvo en su investigación?
Primeramente fue el embajador Escudero. En el libro está citado. Cuando yo dirigía la revista Sí, me contó que la Embajada quería saber de un miembro de su personal diplomático que desapareció en 1988. Cuando las fuentes de mi libro mencionaron que una de las primeras operaciones del grupo, que después se convirtió en el destacamento Colina, fue el secuestro y la ejecución del ecuatoriano, entonces supe que era cierto lo que me había dicho el Embajador. Confirmé los datos con la familia de Duchicela y hablé con los militares, hasta donde fue posible.




¿Ese momento cruzó esa información?
Claro. Es difícil investigar sobre una persona desaparecida más aún cuando, de algún modo, las autoridades ecuatorianas sugirieron que se había ido por sus propios pies. Tampoco las autoridades ecuatorianas, hasta donde se ha visto, tenían interés en decir qué realmente estuvo haciendo Duchicela aquí.




¿Tuvo más acercamientos?
Consulté las fuentes que estuvieron al alcance, del periodista. Incluso, por escrito le pregunté al doctor García (Alan) qué sabía del suceso y si le informaron. Esto lo hice ya que según Jesús Sosa, él recibió una felicitación presidencial a través del Jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE). García no me contestó.




¿En las muertes de Marco Barrantes y de Enrique Duchicela, pudo establecer de dónde salió la orden?
He tenido versiones directas de los ejecutores. A ellos les da una orden el Jefe del SIE (Oswaldo Hanke). Es imposible que él no respondiera al Jefe General del Ejército de ese entonces (Artemio Palomino). De ahí, la gran pregunta es ¿este jefe ocultó todo el espionaje y la operación de secuestro de Duchicela y de Barrantes al presidente García?




El juicio que hubo fue por la desaparición de Barrantes y no de Duchicela.
Entiendo que el proceso por el caso Barrantes está abierto. Hasta lo que sé, no hay un proceso por el caso Duchicela. Nadie se ha apersonado. Sé que ningún abogado quiere tomar el caso, supongo que eso se podrá resolver si es que los deudos hacen algo.




De hecho, es un tema que involucra a estados y gobiernos de los países.
Del lado ecuatoriano, sé que un funcionario declaró que pudiera haber un esclarecimiento mayor. No es novedad que el Estado ecuatoriano ha reportado la desaparición de su funcionario, lo que sería nuevo es que dijera que cuando desapareció estaba en una misión secreta, que es lo que espera la familia. De esta forma, no sería un desertor, sino una persona a la que su Estado le debe un reconocimiento.




¿En su detención no se tomó en cuenta el estatus diplomático de Duchicela?
El estatus diplomático no autoriza el espionaje, lo que tenía que haber pasado es que debieron detener y procesar a Duchicela por espionaje, porque tenían todas las pruebas. Naturalmente, una operación de este tipo es de la máxima gravedad y es muy delicada. Yo encuentro inconcebible que el presidente de ese entonces, el doctor Alan García, no haya estado informado.




¿Por qué se decidió matarlos y no juzgarlos?
Pienso que si el Gobierno reportaba la captura de Duchicela, también tenía que correr con el costo de una crisis política, dado que la fuga de información se había dado no solamente en el seno de los militares sino en el seno del servicio de Inteligencia. Entonces, supongo, alguien hubiera tenido que pagar la factura, mínimo el Comandante General.




¿Qué futuro legal ve en los casos Duchicela y Barrantes, teniendo en cuenta que en Perú, Alan García es el presidente y en Ecuador no hay un pronunciamiento?
Todo depende de que Sosa mantenga su versión. Del sector militar le van a llegar propuestas para que la cambie. Van a ver dificultades porque también aquí el poder Judicial recibirá presiones. Y allá (Ecuador) nunca ha habido interés de que esto se esclarezca. La viuda de Duchicela ha peleado sola estos años. Lo legal depende de estos factores.
Además, el caso de Barrantes y Duchicela no es tan mediático como el del Fujimori.
Creo que acá, los medios no van a darle mucha importancia por razones obvias.




¿Una de ellas es política?
Hay un Presidente (García) en funciones y es un tema con él. No quiero prejuzgar a la prensa, pero conociendo a los medios de acá no creo que le den mucha importancia, como ocurriría en cualquier país. Van a andar con mucho cuidado.




¿Le afectó conocer estas muertes violentas?
He hecho periodismo desde los 21 años, comencé en 1974, y buena parte ha transcurrido en la narración de hechos violentos, que me han conmovido. Me encontré con centenares de muertes para narrar, pero el esfuerzo técnico se sobrepone para que se narre de una manera verosímil.




¿Qué fue lo más difícil de la investigación para su libro?
Es muy difícil para la prensa obtener información militar. En el Perú fue posible porque hubo un quiebre institucional. La primera información de Barrios Altos la obtuvimos porque provino de una fuente que estaba vinculada a un sector militar que había sido reprimido por Fujimori. También con Sendero Luminoso fue difícil hacer puentes y lazos de confianza profesionales.




¿En algún momento se sintió amenazado o inseguro?
La verdad no. No lo atribuyo a un tipo de coraje. Cuando uno se preocupa demasiado, a veces se paraliza. Cuando hice la investigación era un periodista conocido y los periodistas conocidos tenemos un poco más de protección que los otros.




¿Cuánto cambió su vida escribir ese libro?
No creo que pueda volver a escribir un libro así en mi vida, por el volumen de trabajo y el tiempo que implicó (7 años). Diría que en una primera etapa me ha producido una necesidad de descansar un poco. Recién ahora, han pasado tres años y medio, me siento con ganas y fuerzas para hacer investigaciones de gran aliento, pero no como aquella.





* Nació en Chiclayo, en 1953. Fue director del semanario Sí y jefe de la Unidad de Investigación del diario El Comercio de Perú. Es director del Instituto Prensa y Sociedad.Su trayectoria. Entre 1994 y 2000 dirigió las investigaciones periodísticas. Entre ellas, el descubrimiento del Grupo Colina y la falsificación del millón de firmas en el fraudulento proceso electoral de Perú en el año 2000.






¿Quién fue Enrique Duchicela?
El asesinato en el Perú de un espía ecuatoriano




• REVELADOR TESTIMONIO • Agente del SIE Jesús Sosa Saavedra, ‘Kerosene’, confiesa crímenes en libro "Muerte en el Pentagonito, los cementerios secretos del Ejército Peruano", de Ricardo Uceda.
• Una de las ejecuciones que revela es la del agregado militar de Ecuador Enrique Duchicela en 1988.

César Romero.

"Enrique Duchicela tenía 30 años y cuando murió ejercía de ayudante del agregado aéreo de Ecuador (en Lima) Marco Palacios Larrea. Estaba casado con Martha Escobar, abogada y socióloga, con quien tuvo dos hijas. Ella nunca recibió una explicación de lo que hacía su esposo en el Perú".

Uno de los presuntos crímenes del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) que se relata en el libro de Ricardo Uceda Muerte en el Pentagonito, los cementerios secretos del Ejército Peruano es del presunto espía, el sargento primero de la Fuerza Aérea de Ecuador (FAE) Enrique Duchicela, en 1988.

Uceda reconstruye este asesinato con lujo de detalles, basado en el relato que hace el fugitivo ex agente del SIE y miembro del grupo Colina, Jesús Sosa, uno de los encargados de eliminar a Duchicela.

La ejecución del agregado militar ecuatoriano no es el primero ni el último crimen que cometió Sosa. Es solo uno más de los asesinatos que desde 1983 realizó en Ayacucho, Lima y otras ciudades del país, por orden del Ejército.

El agente Kerosene

Jesús Sosa reconoce su participación en estos crímenes, identifica a los agentes que lo acompañaron y a los oficiales que le dieron la orden de torturar, matar y desaparecer cadáveres de presuntos terroristas.

La eficacia que Sosa muestra en estos menesteres le vale el apelativo de ‘Kerosene’, el combustible que prefería en Ayacucho, y luego en Lima, para incinerar los cuerpos de sus víctimas.

"El incidente (un enfrentamiento en un poblado controlado por los senderistas) convenció a Sosa, antes que al resto de sus compañeros, de que el Ejército no podría atraer a los campesinos por las buenas: debería atemorizarlos aun más que Sendero Luminoso. Más tarde, Jesús Sosa llegaría a otra conclusión: era preferible liquidar a los terroristas detenidos. Fue un razonamiento práctico y no de odio. Sin embargo, matar a tal o cual senderista no era cuestión de su incumbencia, para eso estaba el comandante (Edgar) Paz y más arriba el general (Clemente) Noel y más alto aun el presidente de la República", reflexionaría Sosa, dice Uceda en su libro, días después de instalarse en Ayacucho, a comienzos de 1983.

El espía ecuatoriano

En el capítulo 8 del libro de Uceda se relata la muerte del militar ecuatoriano Enrique Duchicela, luego de que la inteligencia peruana detectara que había logrado obtener importantes documentos de tropas y planes de operaciones en la frontera norte del país.

De haberse hecho público ese caso en 1988 habría provocado un grave problema al gobierno del presidente Alan García Pérez, y posiblemente la salida de los altos mandos militares.

Los documentos obtenidos por Duchicela habrían sido claves para el Ejército ecuatoriano en sus operaciones en 1991 y 1995 durante el conflicto del Alto Cenepa.

Según el relato de Sosa, el 27 de mayo de 1988 un equipo del SIE secuestró a Duchicela en Miraflores y lo llevó hasta la sede del Pentagonito en San Borja

La intervención, refirió Sosa, la ordenó el jefe del SIE, coronel Oswaldo Hanke, y el comandante el SIE2 Harry Rivera

El comando de intervención estuvo a cargo de Sosa y habrían participado el suboficial Ángel Sauni y los agentes Miguel Ángel Pino, Nataniel Figueroa, Gumercindo Zambrano y Jorge Ortiz. La operación fue supervisada por el capitán Carlos Pichilingüe.

En los sótanos del cuartel general del Ejército el ecuatoriano fue torturado. Sus protestas y reclamos para que se respete su inmunidad diplomática no fueron respetadas ni escuchadas.

En los sótanos del SIE

Pero el ecuatoriano no estaba solo en esos sótanos. En otro ambiente se encontraba el teniente de reserva Marco Roberto Barrantes Torres, el contacto de Duchicela con los militares peruanos.

Barrantes fue intervenido el 18 de marzo anterior, cuando salía de la casa de su hermano, en Condevilla. Al ser interrogado, reveló el nombre de sus contactos, y para cuando se intervino a Duchicela, la inteligencia peruana ya tenía los pormenores de la información obtenida por los ecuatorianos.

Duchicela fue interrogado durante cinco días, y en los últimos tres le sacaron toda la información que sabía sobre aeropuertos, bases antiaéreas y armamento militar de su país.

"Hasta el 31 de mayo, el detenido fue interrogado violentamente. Lo golpearon y sumergieron en agua. Sufrió una violencia moderada, si cabe el término. Aún no se conocían las órdenes definitivas sobre su suerte, y era mejor ser prudentes", refirió Sosa.

Los hornos del SIE

El 31 de mayo, el jefe del SIE Oswaldo Hanke comunicó a Sosa que debía deshacerse de Duchicela y Barrantes, es decir, eliminarlos y desaparecer los cuerpos.

Al transmitirse esta orden, se encontraba presente el comandante del SIE2 Harry Rivera, quien propuso hundirlos en el mar con una piedra amarrada al abdomen o llevarlos a la playa La Chira, meterlos en un cilindro y hacerlos volar con cargas de dinamita.

Sin embargo, Sosa propuso otro método, en la que puso en evidencia su sangrienta experiencia en Ayacucho: utilizar el incinerador existente en el SIE, que se usaba para quemar papeles.

Dice el libro de Uceda:

"Harry Rivera objetó la propuesta. Demoraría un día calcinar los cuerpos, dijo. Además, ¿con qué material se haría la combustión?

–Mi coronel –contestó Sosa–, por la experiencia que hemos tenido en Ayacucho, creo que con los materiales convenientes se necesitará unas tres o cuatro horas, a lo mucho.

–¿Qué necesitarías? –dijo Hanke.

–Cuatro cargas de leña, mejor de eucalipto; kerosene y petróleo.

Rivera no insistió en proponer otro método. Pero aportó una idea: ¿y por qué mejor no usar gasolina?

–Eso ni pensarlo –dijo Sosa–. La gasolina, mi comandante, arde y se consume, en tanto que el petróleo se adhiere a los cuerpos y combustiona más. El kerosene le da fuerza a la combustión y no permite que se apague la llama. Es una buena combinación. Y conviene el eucalipto porque su olor característico disimula el de la carne quemada, que es muy intenso".

La tumba, un Jardín

La eliminación del espía y su contacto se ejecutó de acuerdo a lo planificado por Sosa el 1 de junio de 1988. Duchicela y Barrantes no se enteraron de que iban a morir.

Ese día había elección en Ecuador para la presidencia de la República que disputaban Jamil Mahuad y Álvaro Noboa.

A Duchicela le dijeron que iba a ser entregado al embajador de su país en Lima. Murió pensando que no lo habían abandonado y que marchaba hacia la libertad. A Barrantes le dijeron que sería entregado a la zona judicial del Ejército.

Sosa se encargó de matar a Duchicela de un balazo en la cabeza, y después de dar el tiro de gracia a Barrantes. Las cenizas de ambos hombres fueron esparcidas luego en los jardines del Petagonito.

La situación legal de ambos es hasta el día de hoy de desaparecidos. Esta historia que deberá investigarse tal vez ayude a sus familias a conocer qué fue de ellos. Las personas mencionadas por Sosa niegan los asesinatos.

Documentos secretos

La red de espionaje que habría montado Enrique Duchicela le permitió tener acceso a 25 documentos clasificados. Estos fueron:

• Plan de Operaciones Quiñones y Relámpago, anexos del plan Quiñones.
• Estado de relevo del Batallón de Infantería Blindada Nº 77 1986.
• Directiva única de funcionamiento del SIE.
• Red del Destacamento de Inteligencia de la Tercera Región Militar con sede en Lima, 1987.
• Escalafón de oficiales y del personal auxiliar, 1986.
• Relación de directores de inteligencia de la FAP, AP, EP y PNP.
• Relación de agregados militares del EP y de los agentes de la DINTE en el exterior.
• Escalafón de suboficiales.
• Orden General del EP relacionada con cambios de oficiales subalternos.
• Escalafón de oficiales generales del Comando Conjunto.
• Plan de Operaciones Chispazo I, II y III para Ecuador y Chile.
• Plan de Operaciones Escoba para Chile.
• Apreciación de Contrainteligencia de la Primera Región Militar.
• Organigrama y Posible Red de Espionaje de Ecuador en el teatro de Operaciones del Norte.
• Oficio e Informe de llegada de un buque ruso al Perú con material bélico.
• Parte de la Memoria Anual de la Sección Contrainteligencia del SIE, 1987.
• Listado de Unidades a nivel del Ejército 1986 y 1987.
• Orden General del Ejército de cambio de oficiales superiores.
• Memorias anuales de la I y 5 Región Militar 1986.
• Memoria Anual de Inspectoría General del Ejército, 1987.
• Legajo de la Primera Reunión Tripartita Perú, Chile y Bolivia.
• Legajo de la Política Estratégica del Comando del Ejército.
• Legajo del Estado de Relevo de la Subdirección de Asuntos Estratégicos y Antártico, 1987.
• Memoria de la Primera Región Militar, 1987.







Datos Adicionales.

1. TRAICIÓN. El Ejercito procesó a ocho militares y un empleado civil por delito contra el honor y la seguridad de la nación, por las actividades de Enrique Duchicela. Estos fueron el agente AIO Raúl Gamonal Yaranga, teniente César Sánchez Mendoza, técnico Gaspar Neyra Linares y los suboficiales David Leyva Rojas, Luis Muñoz Tuesta, Hernaldo Alvarado Cuadros, Gilberto Saavedra Telles y el empleado civil Alejandro Atao Quintero. El teniente EP Marco Roberto Barrantes Torres apareció en el proceso como prófugo.




2. DESAPARECIDO. La familia del teniente de reserva EP Marco Barrantes Torres no pudo ser ubicada en Lima para conocer sus impresiones sobre las revelaciones del agente Jesús Sosa. Ellos tampoco tenían hasta ahora conocimiento del destino final de su ser querido. Unicamente les informaron que no estaba en los cuarteles ni en ninguno centro de reclusión militar. Oficialmente, el teniente tiene la condición de desaparecido. Su familia no se enteró de las acusaciones de traición a la patria.




EXTRACTO DEL LIBRO "MUERTE EN EL PENTAGONITO" DE RICARDO UCEDA

El espía que no regresó a Quito

"Aquí, media hora antes, Jesús Sosa hizo una base de cuatro hileras de leña de eucalipto, y armó una parrilla cóncava con las hojas de muelle de camión bañadas en kerosene y petróleo. Solo faltaban los cadáveres.

En el trayecto de Duchicela hacia su muerte, los agentes le hacían conversación, para darle confianza. Le hablaban de la buena suerte que él tenía, en comparación con los peruanos: se iría tranquilo a Ecuador, mientras sus cómplices del Perú la iban a ver horrible. Volvieron a pedirle que dijera que fue tratado bien.

—Sí —dijo—. Yo no voy a hablar mal de ustedes—. Caminaba esposado y a ciegas, dejándose llevar por el brazo de Sosa. Cuando llegaron frente al incinerador, Sosa lo detuvo. Se puso un paso detrás de él. —¿Y qué va a pasar con el auto que te compraste? —le preguntó. Duchicela comenzó a decir algo. El balazo no se escuchó. El cuerpo cayó bruscamente.

El coronel Hanke y el comandante Rivera bajaron al sótano cuando Ortiz y Figueroa llevaban a Barrantes a su lugar de ejecución. Fueron informados de que ya había muerto Duchicela. Luego salieron. Pichilingüe no apareció. Aparentemente se había salido del Pentagonito. Los oficiales eran así. Preferían no involucrarse en el trabajo sucio. Cumplían órdenes del comandante general Artemio Palomino, y su trabajo no era apretar el gatillo sino supervisar el operativo.

Ortiz, a cargo de Barrantes, le disparó en la sien mientras dialogaba con el prisionero. Cuando cayó, aún respiraba. Sosa recriminó al matador. Había sido un mal tiro. Se acercó a Barrantes y lo remató.

Los agentes acomodaron los cadáveres uno sobre el otro en la parrilla improvisada. Duchicela fue doblado formando una U, con la espalda pegada al fondo del incinerador. A Barrantes se le flexionó del mismo modo, pero lo pusieron con la espalda hacia afuera y las extremidas hacia el interior, encima del ecuatoriano.

Cinco horas ardió el incinerador, alimentado continuamente de combustible por los cinco parrilleros del SIE reunidos alrededor de la boca".

(Extracto del libro de Ricardo Uceda).


1 comentario:

Anónimo dijo...

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