¿Qué entendemos por democracia?
Un amigo me contó mientras manejaba –íbamos a almorzar al restaurante de Don Cucho en Pachacamac– que un peruano que trabaja para su madre le dijo que en Chile no hay democracia. "¿Por qué lo dijo, acaso le tocó vivir durante la dictadura de Pinochet?", le pregunté. "No", contestó sonriendo. "Bueno, si no vivió en esa época lo debieron haber discriminado", especulé. "No", respondió y volvió a sonreír. "No entiendo como pudo haber dicho que Chile no es democrático… si tiene una larga tradición de más de cien años e instituciones… ". "¿Entonces te rindes?", me preguntó. "Sí, -respondí- ¿y dime por qué?". "Esteee… -mi amigo hizo una pausa-, porque un carabinero (policía) no lo dejó orinar en la calle, por eso el #@*"&%# @ dijo que no había democracia en Chile". En seguida eché a reír y dije: "¡qué pendejo!".
El tema, más allá de la simple anécdota, dio para más ese día pues ambos reflexionamos acerca de lo que los peruanos entienden por democracia. La noción de ésta debía ser pobre y rudimentaria para la mayoría porque como nación no experimentamos prolongados y verdaderos períodos democráticos. La idea que manejaba el ciudadano de a pie entonces no debía ser muy compleja ni estaba arraigada en su espíritu. Yo mencioné que algunos comparaban democracia con libertad; pero no para ejercer derechos civiles y políticos, sino para hacer lo que quisieran o les diera la gana. Es decir, una libertad que avasalla los derechos de los demás. Esta libertad, total y absolutamente degenerada, roza la impunidad en las clases altas y sectores empresariales y políticos. En estratos socioeconómicos inferiores se manifiesta en las relaciones interpersonales y genera descomposición social. Los sociólogos lo llaman anomia (ausencia de ley o degradación de la sociedad).
¿Qué puede llevar a una persona a confundir el concepto democracia ("gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", como dijo Lincoln) con una autorización o permisividad para miccionar en la vía pública? De momento se me ocurren un par de causas psicológicas que explicarían su conducta, su caso en particular; pero no el comportamiento generalizado que caracteriza a los varones de la población. Hay dos tipos de reacciones ante ese hecho: 1) sentir vergüenza porque a ese compatriota lo descubrieron y nos hizo quedar mal en el extranjero, y 2) sentir vergüenza ajena porque realizó una conducta reprobable (atentó contra normas de higiene e y urbanidad). Si nuestra indignación se debe a la conducta 1) debemos preocuparnos ya que sólo experimentamos remordimientos –jalones de oreja de nuestra propia consciencia– cuando hemos sido pillados in fraganti por otros; en cambio, si la acción nos parece condenable y merece una sanción ejemplar probablemente hemos llegado a desarrollar una consciencia moral bajo la que se rigen y examinan nuestros actos.
En el trayecto otros hechos, que últimamente ha sido reportados en algunos medios, llamaron poderosamente nuestra atención: los temerarios cruces de peatones sobre autopistas de máxima velocidad. Mujeres y hombres de toda edad pasan de un extremo a otro tanto de día como de noche. Ponen en peligro sus vidas y la de los conductores que deben evitarlos a pesar de que los municipios han construido decenas puentes peatonales. No siente ningún temor al momento de abalanzarse sobre la carretera pues algunos ríen o son empujados por sus irresponsables compañeros de transito. Lo toman como si fuera un juego, que, llegado el caso, podría ser mortal. Su conducta no es eficiente pues mientras esperan que la pista esté despejada –que no hayan vehículos cerca– tardan más en cruzar a ras del suelo que caminar unas cuantas cuadras y subir al puente que los ayuda a avanzar sin peligro hasta el otro extremo. Tal vez porque no quieren ejercitar las piernas y subir algunos peldaños sortean vallas metálicas sin el menor cuidado.
"Esos también son demócratas", le dije a mi amigo cuando vi que una pareja se cruzaba en nuestro camino. "Son unos hijos de p…", espetó él porque tuvo que reducir la velocidad para no llevárselos por delante. La "democracia", mal entendida y desfigurada por algunos peruanos, está en todos lados.
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