Por: César Reyna. Colaborador exclusivo. Reservamoral.org
Francamente no sorprende que Pedro Pablo Kuczynski, ex primer ministro de Perú, evalúe la posibilidad de presentar su candidatura a la presidencia. Aunque todavía falta mucho para el 2011, no puedo olvidar que este hijo de inmigrantes polacos y ciudadano estadounidense, que también ha sido ministro de Energía y Minas y de Economía en diferentes gobiernos, ha tenido un lamentable pasado por la administración pública. Su tránsito por las altas esferas del poder fue polémico pues se le acusaba –y todavía acusa– de promover leyes con nombre propio para favorecer a intereses privados. Cuando este Nosferatu no ocupa un alto cargo político asesora a compañías deseosas de ingresar o mejorar sus resultados contables en el país. Por ser agente de empresas trasnacionales –dedicadas mayormente a la explotación gasífera y petrolera– tenía un serio impedimento para ejercer la función pública, pero eso pareció importarle poco a los gobernantes que le confiaron las finanzas y el aprovechamiento de los recursos no renovables de la nación.
Pedro Pablo siempre ha tenido suerte el mundo de la política, pero sobre todo en el de los negocios, pues ha amasado una fortuna nada despreciable, que, según algunos entendidos, bordea los 100 millones de dólares. Al dejar el ministerio de Energía y Minas en la década de los 80 se le cuestionó haber impulsado una norma que perjudicaba al Estado. En concreto se le imputaba haber promovido una ley que establecía beneficios vinculados a la inversión en exploración petrolera. Dicha norma fue defendida sobre la base de un eventual agotamiento de las reservas de ese hidrocarburo.
Ahora bien, si un país decide atraer inversión para promover el desarrollo de nuevos campos petroleros resulta coherente que conceda exenciones tributarias. Pero si la norma es desvirtuada sistemáticamente por las compañías beneficiarias y el gobierno no hace nada para fiscalizar el cumplimiento de las condiciones para acogerse a la exención existe responsabilidad política, penal y administrativa en quienes han dejado de cumplir sus funciones y velar por el interés nacional.
Kuczynski permitió –diría hasta dolosamente– que empresas como Occidental Petroleum, Belco Petroleum y un consorcio norteamericano-argentino Oxi-Occidental-Bridas se burlen groseramente de la finalidad de esa ley ya que sólo un 10% de las inversiones de las tres firmas se dedicó a la exploración de nuevos pozos, y los beneficios tributarios se dedicaron, masivamente, a la explotación de los yacimientos en operación. El notable descenso que experimentó la producción petrolera (en esos años y en años posteriores) se debió a la tendencia de sobreexplotar los campos conocidos, en lugar de buscar nuevas fuentes de petróleo, lo que convirtió a la larga al Perú en un país importador de crudo (condición que podrá ser revertida en algunos años gracias a los recientes hallazgos en el zócalo marino y en la selva). La ley que impulsó PPK no evitó la caída de nuestras reservas porque no hubo supervisión por parte su sector. La negligencia de Kuczynski le costó al fisco cientos millones de dólares en impuestos dejados de percibir y la pérdida del autoabastecimiento en materia de hidrocarburos. De ese modo se desacredita fácilmente el "profesionalismo" que lo dice caracterizar, el cual aludió en una entrevista que concedió al Mercurio de Chile.
Pero el popular PPK tiene otras perlas más recientes en su haber pues el ex ministro de Energía y Minas, Herrera Descalzi lo acusa de haber sido juez y parte en la renegociación del contrato del gas de Camisea (Cusco). "Según el ex funcionario, con el decreto supremo N° 050-2005-EM se buscó priorizar la exportación del gas y con ello se favoreció a Hunt Oil (una de las empresas que participa en el proyecto y a la que Kuczynski asesoró entre 2003 y 2004)".[1] En una entrevista aparecida en el diario El Comercio (03-05-2008) Kuczynski niega su participación en el proyecto de exportación de Perú LNG (consorcio encabezado por Hunt Oil y conformado por la surcoreana SK, la argelina Techint y Pluspetrol). Pero eso no es cierto pues The Wall Street Journal publicó un artículo demoledor (20-12-2007) en el que se afirma que Ray Hunt, presidente de Hunt Oil, presionaba por cambios en la ley de hidrocarburos. La ley en cuestión -llamada más adelante "la ley Hunt"-, se discutió y negoció en el 2003 en una reunión en casa de Kuczynski, y contó con la presencia del presidente de ese entonces, Alejandro Toledo, y de su ministro de Energía, Jaime Quijandría, quien luego fuera premiado con un puesto importante en el Banco Mundial. El diario de finanzas neoyorkino da a entender que PPK gestionó intereses particulares mientras se desempeñó como primer ministro. Esto no hace más que corroborar que PPK es el principal lobbysta de la inversión extranjera enfocada a la energía en el país.
Sus negociados siempre vienen acompañados de traiciones y cuantiosas pérdidas para el erario nacional. En el caso de la exportación de gas a México (el plan es licuarlo y llevarlo a la nación azteca para ser distribuido), Kuczynski ha peleado por imponer la posición de Ray Hunt. En base a esa turbia relación de negocios y presumible amistad, a fines de 2005 PPK promovió cambios sustanciales en el reglamento de
Lo del gas es un asunto muy importante porque afecta el suministro de energía a futuro. PPK no previó que la demanda crecería –ni tampoco le interesó seguramente– pues permitió que se exportara sin considerar el crecimiento urbanístico, el del parque automotor y el de algunas industrias. Es un hecho que cada vez más vehículos particulares y de transporte urbano usan gas por ser más barato. A esto hay que añadir que las empresas de generación eléctrica requieren más gas para abastecer a las ciudades, caso contrario nos veremos obligados racionar energía, paralizando el consumo y la producción.
La rotunda oposición de PPK a la industrialización del gas, es decir, al desarrollo de una industria petroquímica capaz de producir plásticos, amoniaco y demás bienes de mayor valor agregado se debe a que rivalizaría con su interés de vender el gas afuera. La venta del recurso tal cual sólo nos deja regalías (no sujetas a incrementos extraordinarios cuando suba el precio en el mercado internacional); pero transformarlo crearía empleos bien remunerados –se demandarían técnicos y profesionales–, el tesoro recibiría ingresos mediante el cobro del impuesto a la renta y se crearía un polo de desarrollo en las zonas aledañas a las plantas (cientos de trabajos indirectos). Además nuestras exportaciones no tradicionales aumentarían conforme nuestra producción petroquímica vaya colocándose en el exterior. PPK no es el gran "técnico" o "experto" que dice ser ya que bajo su cuestionable visión no se le saca mayor provecho a nuestro principal recurso natural.
Su idea de progreso consiste en exonerar de impuestos a compañías petrolíferas sin exigirles condiciones y negociar acuerdos bajo la mesa en perjuicio del interés nacional.
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