viernes, 24 de abril de 2009

Oasis en Lima: La crisis nunca dejó de estar.

¿Crisis? ¿Cuál crisis?*

 

 

En Perú y en otros países subdesarrollados no se puede hablar de crisis por la abrupta caída del producto bruto interno y las exportaciones porque, más allá de algunos periodos de aparente bonanza, siempre han vivido sumidos en la miseria. La crisis es un elemento constitutivo de naciones atrasadas, y no un factor ajeno que las impacta periódicamente. La elevada cifra de pobreza –que afecta a la mitad de la población en Perú, a pesar de que el gobierno ha dicho que se ha reducido en 5%, cosa discutible dada la metodología empleada por la oficina de estadística–, la falta de infraestructura básica (carreteras, puertos, puentes, etc.) y servicios elementales como el acceso a agua potable, electricidad y telefonía, sumado a la ineficiencia y corrupción estatal, nos indican que no podemos hablar de desarrollo.

 

El Perú no es un oasis para la inversión ni está vacunado contra la desaceleración económica mundial como ha querido venderlo el ejecutivo. Si ha venido creciendo ininterrumpidamente desde el 2003 fue porque le faltan muchas cosas. Como carece de una red nacional de supermercados, de viviendas para estratos emergentes, de suficientes cines, restaurantes gourmet y de cómica rápida, hoteles, etc., ha experimentado un despegue, sobre todo en el sector de la construcción. De ahí que si algún país europeo o de la OCDE padeciera todos o algunos de los problemas estructurales que aquejan al país, descubriría que su crisis es un simple resfriado comparado con la tuberculosis que padecemos.   

 

Los peruanos, y su orondo presidente en particular, creen que las fuerzas del universo se han confabulado para desinflar nuestro crecimiento, que dicho sea de paso ha sido manipulado, en un 2%, aproximadamente, como las cifras de reducción de la pobreza. Se piensa que desde el exterior tratan de hacernos foul porque somos de los pocos que creceremos este turbulento año. "Nos tienen envidia", infiere Alan García, pensando seguramente en nuestros vecinos del sur porque fuimos sede de dos cumbres importantes, nuestra comida gusta cada vez más en el extranjero o empezamos a negociar otro TLC (Tratado de Libre Comercio) en plena crisis.

 

No hay por qué sentirse orgulloso de lo que hemos venido haciendo ya que mucho de lo bueno que nos pasó (en los últimos 93 meses) no dependió de nosotros. No dependió porque los precios de los minerales, nuestros principales productos de exportación, se determinan en mercados internacionales. Lo mismo sucedió con la harina de pescado y otros bienes que componen nuestra primitiva canasta exportadora. El "auge" en general no ha sido tal; sino para el pequeño 10% de la PEA (Población Económicamente Activa) que este año posiblemente perciba sus dos gratificaciones –la de julio y diciembre– sin indebidos recortes de las AFP (Administrados de Fondos de Pensiones).

 

*Por César Reyna   Reservamoral.org

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