domingo, 19 de julio de 2009

El crimen de Marco Antonio… el perfil de su asesino



Por César Reyna


Los medios de comunicación están escarbando en el pasado de Jorge Glenni Ponce, el asesino del peluquero Marco Antonio, para esclarecer el móvil del crimen. No se conforman con la versión del robo porque necesitan vender más ejemplares o elevar sus niveles de audiencia. El robo, y tienen razón en ello, sólo representa el aspecto material del delito pues existen otros cabos sueltos que deben atarse. En muchos casos los antecedentes personales suelen aportar muchas pistas, sobre todo a los peritos de criminalística, pero no necesariamente en éste.

Luego de escuchar las declaraciones del homicida puedo asegurar que hurgar en el ayer no servirá de nada más que para satisfacer el morbo y conseguir rating. Algunos fragmentos del interrogatorio propalado por ‘Cuarto Poder’ fueron suficientes para llegar a la conclusión de que Glenni Ponce es un psicópata. Mientras los detectives le preguntaban sobre la hora a la que fue a casa de Marco Antonio y cómo lo mató afloró su verdadera personalidad. Pero no fue una pregunta en particular la que me reveló su condición, sino un hecho que puede ser minúsculo y muy común para muchos: contestar el celular. Sorprende que no le hayan requisado su teléfono pues el aparato repicó varias veces mientras se explayaba ante una cámara. A la tercera o cuarta vez los agentes le permitieron contestar y lo hizo con una naturalidad que me dejó pasmado. “Hola, gordita. Ahora no te puedo atender, estoy un poco ocupado… ¿podrías llamarme más tarde?”, fue lo que le dijo a su pareja, una mujer de cuarenta y pico de años.

Pero antes de responderle reveló que le puso al estilista una camiseta de la “U” en la boca para que se callara. “Cállate, Marquito, por favor, sólo queremos robarte y nos vamos”, le decía al momento de amordazarlo. Cuando se despidió de su amante descubrí la frialdad que caracteriza a los psicópatas. La sangre fría con la que se excusó por no poder seguir hablando fue el punto culminante del interrogatorio. ¿Qué estaría pasando por su mente mientras se despedía? ¿Acaso que estaba en compañía a amigos o una ‘trampa’? ¿O quizá imaginaba que luego de responder las inquietudes de los policías se iría derechito a su casa?

Sabe dios lo que pudo haber pensado en esos segundos. Lo más probable es que no haya reflexionado nada porque los psicópatas son insensibles por naturaleza. Por eso respondía sin ambages y de manera calmada. Su tono fue uniforme durante el interrogatorio. Nunca quebró su voz, ni si quiera cuando relató la forma en la que maniató a su víctima. En ningún momento se arrepintió de haber matado a quien fuera su jefe y pareja eventual. En lugar de arrepentirse dijo que el famoso peluquero quiso doparlo echando algo que hizo burbujear su bebida. El conocido homosexual le pedía que se echara a su costado pero Glenni Ponce “rechazaba” sus aproximaciones.

Durante su manifestación intentó desmentir que era gay. Según el asesino, el estilista se le insinuaba demasiado y por eso lo golpeó durante el atraco. Él asegura no quería matarlo porque "no era su intención", pero sí darle una lección porque había”malentendido” su amistad. No creo que alguien pueda tragarse ese cuento pues el círculo en el que se movía Marco Antonio sabía que Glenni Ponce entregaba su cuerpo a cambio de propinas y regalos costosos. Su deseo de vestir ropas de marca y participar en eventos sociales lo acercó al exitoso peluquero. Pero a cambio de rodearse de gente conocida y recibir estipendios regularmente debía acceder a las peticiones carnales del empresario. Tal vez la humillación que sentía cuando se acostaba con él fue el detonante al momento de apretar su garganta. La estrangulación revela que se trató de un crimen de alcoba. Todo el odio que acumulaba cuando lo tocaba lo poseyó la noche del crimen. Quizá hubo expresiones hirientes o fuera de lugar de parte de Marco Antonio para que se cobrara revancha de esa forma. Al parecer unas cuantas palabras le bastaron para matarlo y dejar de ser su puta.



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