sábado, 1 de agosto de 2009

Business Track habría espiado a militares chilenos



Según informaciones propaladas por la revista ‘Caretas’ y el diario ‘La República’, un computador de la empresa de seguridad almacenaba archivos de interceptaciones telefónicas realizadas a cuatro oficiales sureños
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Por César Reyna



Es común que organismos de inteligencia espíen las comunicaciones de funcionarios de países extranjeros destacados en cualquier país, incluido el nuestro. Para evitar eso se realizan barridos electrónicos encontrar fallas en los sistemas de comunicación. La práctica de la interceptación es habitual en la comunidad de inteligencia para recabar información. Pero lo que no es común es que caiga o se descubra una red de espionaje, ya que la mayoría de agencias toma las precauciones del caso. Para los que escuchan o graban conversaciones ajenas es devastador ser detectado porque corta el flujo de inteligencia y puede comprometer su seguridad.

Lo anterior, sin embargo, no es lo más grave del asunto (de la interceptación de llamadas telefónicas y de correos electrónicos a cuatro miembros de la Fuerza Aérea Chilena por parte de Business Track), ya que lo verdaderamente alarmarte es que nuestros servicios de inteligencia encomienden esas tareas a terceros.

Desde que el SIN (Servicio de Inteligencia Nacional) fue desactivado por el reo Alberto Fujimori en las postrimerías de su Gobierno, el país no ha podido reestructurar ni modernizar dicha actividad. Es lamentable que no produzcamos nuestra propia inteligencia ya que se la encargamos a mercenarios. El peligro de subcontratar estos servicios radica en que nuestras autoridades dependen de fuentes externas para tomar decisiones vinculadas a la seguridad y la defensa nacional. La falta de personal calificado, presupuesto, equipos y de dirección política explicaría la debacle de la inteligencia en el Perú.

El canciller chileno, Mariano Fernández, ha pedido explicaciones a su homólogo peruano luego de conocer que oficiales chilenos resultaron agraviados. Según RPP, las interceptaciones se produjeron entre julio y agosto de 2004. Varios senadores y diputados chilenos han aprovechado la coyuntura para acusar a Perú de actos “inamistosos”. El destape será de mucha utilidad mediática para Chile ya que desea desviar la atención sobre su millonario reequipamiento militar. Sus costosas adquisiciones bélicas sobrepasaron los 6.000 millones de dólares desde el 2003, diez veces más de lo que Perú ha destinado para “repotenciar” a sus alicaídas Fuerzas Armadas.



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