Por César Reyna
Desde hace algunos años la famosa heredera se ha convertido en el referente ineludible de la mayoría de chicas. Paris es admirada no porque sea muy bonita –de hecho no lo es-, sino porque hace lo que quiere. Por eso y por los millones que posee, muchas desearían irse de farra con ella y compartir su lujoso y vacío ritmo de vida.
Paris es la ‘party girl’ que toda muchacha quisiera conocer para ir a bailar buenos sitios, que otros paguen las cuentas, salir de compras y no tener que dar explicaciones a nadie. Su vida parece fácil porque siempre lo ha tenido todo. La falta de cariño o posible ausencia parental la ha suplido dominando la pantalla y las primeras páginas de las revistas de espectáculos.
Sin ser talentosa, ya que no canta, baila ni sabe actuar, ha conseguido una idolatría similar a la de cualquier mega estrella de Hollywood. Ella creó su imagen a costa de las personalidades que la rodeaban en fiestas y eventos fastuosos. Emborracharse con Britney Spears o salir de juerga con Lindsey Lohan, por ejemplo, le añadieron galones a su figura. Cada escándalo que protagonizaba no sólo significaba una aparición adicional en los medios, sino una nueva distinción.
Sin más habilidad que su oportunismo, Paris sacó provecho de la popularidad de otros para construir la suya. No necesitaba ir a castings ni contratar un reconocido agente para que la promocionara ya que le bastaba su olfato para detectar o provocar el escándalo. Ni siquiera tuvo que esforzarse para acercarse a la farándula pues a su mansión llegaban invitaciones para acudir a desfiles o estrenos. Sólo debía presentarse con un vestido escotado y sonreír mientras caminaba sobre la alfombra roja como cualquier otra estrella. Las cámaras, flashes y entrevistas al paso hicieron el resto.
Inmediatamente después vino el acoso de los paparazis que vieron en ella una nueva mina de oro. Una figura había nacido de la nada. Lo que a otros les tomó años de frustraciones y rechazos de productores musicales o directores de cine a ella le tomó unas cuantas presentaciones públicas. Paris no tenía nada que decir como Jackie O. sino limitarse a lucir bien y posar al lado de una celebridad.
Las chicas la idolatran porque ha roto moldes: fue de las primeras en hacer una felación a su enamorado y divulgarla en Internet. Si bien se hizo fuera de los set de grabación, tiene aires de diva y mujer alfa. No se opero su nariz aguileña para ser reconocida en un ambiente donde toda imperfección es corregida con bisturí.
No es nada escultural como para destacar, pero se las ha ingeniado para ser tan conocida como una supermodelo. Ella no sólo quiere divertirse y gastar millones, sino convertirse en la mejor amiga que todas quisieran tener. En su programa My New BFF (Best Friend Forever) trata de ser el hada madrina que concede deseos a jovencitas deslumbradas con el lujo, los privilegios y el fabuloso guardarropa que posee.
Paris es alguien que está enseñando a las mujeres más jóvenes a no dejarse abatir por sus emociones y a no guiarse por los valores de la sociedad. Involuntariamente o no, está creando un tipo de mujer desapegada de su familia. Una que ya no modera su comportamiento y cede fácilmente a sus apetitos. Al cambiarlas ya no respetan lealtades ni códigos de conducta. Son más aventureras, ebrias, fáciles y atractivas, ideales para pasar una noche de juerga o diversión, pero no para comprometernos por el resto de nuestra vida.