miércoles, 11 de octubre de 2006

North Korea: ¿An Electoral Opportunity?

La suerte todavía puede sonreírle a los republicanos ya que si el lobby mediático que lo apoya logra transformar a norcorea en una amenaza concreta para la seguridad estadounidense, sus posibilidades de cara a la elección de noviembre pueden ser más que optimistas.

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Mientras Corea del Norte prepara su segunda prueba nuclear y la comunidad internacional cocina nuevas sanciones para el régimen comunista, el Partido Republicano bien podría haber encontrado su trébol de la fortuna gracias a la tensión norcoreana. Cuando todo parecía perdido para el partido de gobierno (dado los adversos pronósticos electorales), un nuevo conflicto internacional, más bien viejo, erupciona en oriente como el Krakatoa para revitalizar los ánimos republicanos. Lo hasta que ahora se vislumbraba como una contundente derrota, posiblemente en ambas cámaras del Capitolio, tal vez pueda convertirse en un triunfo impactante si en el tiempo que resta para los comicios, los estrategos republicanos logran capitalizar el impacto de la aventura nuclear norcoreana, es decir, si son capaces de convencer a los votantes norteamericanos de que Corea del Norte representa un peligro tan o más palpable que el fundamentalismo islámico. La estrategia consistirá en equiparar la figura de Kim Jong Il y sus pretensiones nucleares con la de Bin Laden y las ambiciones que enarbola la yihad. Esto es, hacer un paralelismo que refleje la peligrosidad para los intereses norteamericanos la prepotencia de un estado con real capacidad disuasiva. Los medios afines a los republicanos ya se están concentrando en dicho objetivo, valiéndose para ello de imágenes de la guerra de Corea (con el fin de recordarle a la teleaudiciencia la histórica hostilidad del régimen), así como amplias coberturas noticiosas que no escatiman en tiempo ni en recursos.

Por otro lado, no es nuevo que el Partido Republicano se valga de conflictos armados para mantenerse en el poder o reelegirse. Es natural que el electorado vote y confié la conducción de la guerra a aquel partido que propició el envió de tropas o la declaró, pues podría ser contraproducente cambiar de líderes ( y tal vez de estrategia) en plena campaña militar. Los republicanos lo saben, y como lo saben, han utilizado a su antojo el 11-S para crear nuevos temores o revivirlos (el anterior fue la amenaza soviética) con el fin de manipular a la población y escamotear sus debilidades. El 11-S también fue un golpe de suerte para la Admistraciòn Bush pues por aquella época la popularidad del presidente se encontraba en su peor nivel y la economía volvía o retornaba a la etapa de los enormes déficit.

Es por eso que este conflicto cae como anillo al dedo a los republicanos dado el escándalo sexual protagonizado por el Senador Mark Foley, quien dimitió tras revelarse que ha tenido acercamientos impropios a varones adolescentes que han trabajado como mensajeros en el Congreso. Dicho suceso complicó aún más el panorama electoral para los republicanos, que buscan mantener el control del Senado y la Cámara baja, pues todavía arrecian críticas por el enfoque y la estrategia adoptados en Irak.

Es común en los republicanos hacer enemigos. Y si no los crean, les infunden una peligrosidad mayor a la que representan. El ex Presidente Ronald Reagan, por ejemplo, se valió del debilitado comunismo soviético para asegurar su reelección. Sabiendo que el régimen tarde o temprano sucumbiría, se animó a calificarlo como un “imperio del mal”, aun cuando era evidente que la Unión Soviética no estaba en condiciones de continuar la carrera armamentista ni satisfacer las necesidades de su población. Este ex presidente lanzó lo que se vino a denominar la “doctrina Reagan”: una política de intervenciones militares para derrocar regímenes marxistas en el Tercer Mundo. Si omitiéramos el adjetivo “marxistas” y lo reemplazáramos por el término “fundamentalista”, obtendríamos como resultado la “doctrina Bush”. La cual es un calco de la estrategia ideada por Paul Wolfowitz, asesor del Pentágono y la Casa Blanca, quien justifica la guerra para extender la democracia y el libre mercado. También es especialista en inventar amenazas imaginarias y lanzarse en aventuras militares como la de Irak. A este personaje le debemos la creación de la penosa teoría sobre la “guerra preventiva” y la intimidación a los competidores emergentes.

Así pues, la suerte republicana parece no haber terminado ya que seguramente aprovecharan el conflicto norcoreano para presentarlo como una amenaza real y tangible. Mucho no tendrán que inventar, pues este país, al menos, sí posee armas de destrucción masiva.

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