martes, 10 de octubre de 2006

North Korea: Point Of No Return

Luego de la prueba nuclear norcoreana, en el Consejo de Seguridad de la ONU se especula con establecer sanciones al desafiante país asiático. Algunos miembros del Consejo son partidarios de aplicar el Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas en el que se autoriza el uso de la fuerza contra una nación que amenace o rompa la paz.

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En estos momentos EE.UU. y Japón acaban de elaborar un borrador de resolución que será puesto a consideración de los demás integrantes del Consejo de Seguridad con el fin de imponer sanciones económicas, financieras y diplomáticas, además de un embargo de Naciones Unidas sobre cualquier bien o materiales que podrían ser usados por Corea del Norte en sus programas nucleares.

El documento estadounidense pide un embargo de armas total, prohibiciones contra cualquier transacción financiera que podría apoyar las actividades nucleares, la congelación de cualquier activo relacionado con los programas de armas de la Corea del Norte, y una prohibición de objetos de lujo.

Esta resolución preliminar también recoge la petición de Japón de que ningún país permita que barcos o aviones norcoreanos atraquen o aterricen en su territorio y la imposición de restricciones en los viajes de los altos funcionarios norcoreanos.

Lo que se prevé es un aislamiento total que obligue a régimen comunista a reconsiderar su posición, es decir, a desistir de la continuación de su programa nuclear. Lo cual nos parece demasiado pretencioso por parte de las potencias occidentales pues si China no se suma a dicho esfuerzo es poco probable que la medida surta algún efecto. Esto debido a que la República “Democrática” Popular de Corea (nombre oficial del estado marxista) ha sobrevivido a una serie de sanciones impuestas por sus vecinos regionales. "El paìs del Sol Naciente", por ejemplo, impide que los cerca de 300,000 norcoreanos que viven en suelo japonés puedan enviar remesas de dinero a su país luego de que éste probará un proyectil que impactó en su mar territorial.

Si bien China ha condenado el ensayo nuclear norcoreano, no se ha mostrado tan decidida como EE.UU. a implementar las medidas que alberga el Capítulo VII. Cabe recordar que China, al igual que otras cinco potencias (EE.UU., Francia, Gran Bretaña y Rusia) cuenta con derecho a veto, con lo cual, unilateralmente podría abortar cualquier intento de establecer sanciones. La posición China es difícil pues se encuentra en la encrucijada de confrontar o no a su vecino. Por lo pronto, el embajador de Beijing en la ONU, Wang Guangya dijo: “China está dispuesta a reaccionar de forma dura, constructiva y cautelosa.” Lo que hace suponer que esta vez China sí optará por el camino de las sanciones y la presión internacional, abandonando su postura paternal hacia Corea.

De todos modos, a este pronunciamiento oficial hay que tomarlo con pinzas pues no creemos que se produzca una ruptura definitiva de las relaciones entre los estados comunistas. Lo que sí puede pasar es que entren en un período de roces y entredichos no publicitados, es decir, por lo bajo.

Por otro lado, además del ensayo de ayer, Corea del Norte no descartó la posibilidad de que su país realice nuevas pruebas nucleares, de ahí la necesidad de alcanzar un acuerdo. "Queremos que esta situación concluya antes de que se dé la infeliz posibilidad de que tengamos que disparar misiles nucleares, y esto depende de cómo actúe Estados Unidos", dijo un diplomático norcoreano, citado también por la agencia de noticias nipona Kyodo. "Lo que necesitamos es la seguridad de Corea del Norte, incluidas garantías (de supervivencia) para nuestro régimen", explicó.

Entonces, lo que norcorea pretende es fortalecer su posición cuando tengan que llevarse a cabo negociaciones orientadas a desnuclearizar la península. Con el elemento nuclear en la mesa, Corea del Norte podría exigir más concesiones a cambio de desmantelar progresivamente su reciente poderío nuclear. Dado el escaso intercambio comercial y producción del país comunista, las enormes demandas sociales han provocado que tenga que solicitar ayuda económica y humanitaria, moderando su posición en la región. Cuando el régimen parecía colapsar por la hambruna y las sequías, los líderes comunistas han sido proclives a visitar a sus vecinos capitalistas para aminorar las tensiones y conseguir donaciones.

Extremar las medidas sobre Corea provocaría que el gobierno endurezca los controles y reprima aún más a su población. Cuando un régimen totalitarista se ha visto acorralado, comúnmente ha recurrido a la opresión brutal pues suele creer que internamente se están preparando conspiraciones para derrocarlo.

Esta paranoia de la élite norcoreana ha llevado a más de 200,000 personas a las cárceles (en calidad de presos polìticos) y ha padecer castigos y torturas. De ahí que la nula tolerancia a la disidencia que la caracteriza nos haga pensar que volverá a reprimir a su pueblo para demostrar su hostilidad al exterior. En otras palabras, que está dispuesta a enfrentar cualquier tipo de provocación externa que intente desestabilizarla.

Pyongyang sólo puede mostrarle logros militares a su población como la detonación de un explosivo nuclear o el lanzamiento de un misil de alcance intermedio, ya que no puede exhibir como éxitos haber reducido la pobreza o la desnutrición infantil. De ahí que el orgullo del régimen se centre o gire en torno a los avances que pueda alcanzar en el plano bélico. Su legitimidad, en otras palabras, reposa en qué tan eficaz pueda ser para repeler cualquier agresión occidental, concretamente, norteamericana.

China, a esta altura, puede ya estar sintiendo la presión de asumir algunas definiciones en torno al conflicto. De ahora en adelante no puede mantener un perfil bajo o enteramente conciliador. Esto explica que haya decidido, al menos diplomáticamente, “jalarle las orejas” a su problemático aliado. China sabe muy bien que su crecimiento como potencia depende de la estabilidad mundial. Por eso resolver este asunto es vital para no ver una región nuclearizada en el largo plazo (y más ahora que sectores conservadores en Corea del Sur y Japón están considerando dotarse de armamento nuclear para hacerle frente a la amenaza norcoreana).

Corea del Norte es una nación de marcados contrastes, pues a pesar de su pobreza, asigna el 80% de sus recursos al gasto militar. Con dicho presupuesto mantiene un Ejército de 1,1 millones de soldados, el quinto mayor del mundo y un costoso programa armamentista que no sólo incluye en su arsenal armas nucleares, sino también químicas y bacteriológicas. La megalomanía de Kim Jong Il ha llevado perfeccionar plagas en vez de vacunas, algo inconcebible. Permitiendo de ese modo que la tasa de mortalidad infantil sea una de las más elevadas del globo.

Lo que sí queda claro es que si China no interviene con firmeza, este problema no se resolverá sólo o por inercia, sino nunca.

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