viernes, 16 de febrero de 2007

Venezuela: el socialchavismo

Si se tomaron la molestia de revisar las ediciones de The Wall Street Journal en español, se darán cuenta de que en dos de sus primeras planas de enero se abordaron los procesos políticos y económicos de Cuba y Venezuela, respectivamente. El análisis que en ellos se hace, si bien resulta esencial para la comprensión de ambos fenómenos y no deja de ser impecable, arroja una conclusión mayor no planteada por los editores del diario: que mientras Cuba considera un debate histórico acerca de su apertura económica; Venezuela impulsa medidas hacia un socialismo duro y autoritario. Lógicamente este debate en Cuba se ve auspiciado por la “muerte política” de Fidel Castro, quien al delegar funciones en el Consejo Revolucionario, encabezado por su hermano Raúl, ha salido indefinidamente de la escena política.

La situación descrita es particularmente paradójica ya que el presidente venezolano Hugo Chávez se inspira en el modelo cubano implantado por Castro desde 1959, año en que triunfó la Revolución Cubana que derrocó a Fulgencio Batista en la víspera de año nuevo. Ahora, la pregunta que surge de todo esto es: ¿cómo se tomará en Caracas si Cuba da un viraje gradual hacia el capitalismo? Ante ese supuesto -muy factible por cierto- es probable que la Venezuela “socialista” sienta el “shock” de una forma similar a la que afrontó Cuba luego del derrumbe de la URSS. El golpe no será económico puesto que Venezuela no depende de la isla caribeña pero sí ideológico. Ideológico en el sentido de que Chávez se considera a sí mismo discípulo del dictador cubano Fidel Castro y planea reconstruir Venezuela a imagen y semejanza de La Habana.

De emprender Cuba un nuevo rumbo (hacia la apertura), es probable que Chávez llame traidores a quienes promuevan medidas de libre mercado en la Isla. Hecho que sin duda precipitará su caída pues le quitará el respaldo de su aliado más incondicional, ya que Bolivia, su otro socio en la región, carece de la suficiente estabilidad política como para transitar con Venezuela su controvertida marcha hacia el socialismo.

De momento, Chávez se encuentra más fortalecido que nunca pues ganó su tercera reelección consecutiva y propone una presidencia casi vitalicia hasta más allá del 2030, al mejor de estilo de viejos dictadores latinoamericanos como Somoza, Trujillo, Duvalier, Pinochet, Fujimori, etc. Casualmente todos ellos reformaron sus respectivas constituciones y extendieron sus mandatos como una suerte de crédito político ilimitado hasta sus caídas.

Una diferencia programática importante entre el socialismo chavista del siglo XXI y el modelo aplicado por los movimientos revolucionarios de izquierda (de principios y mediados del siglo pasado), es que éste se parece más al que aplicó la socialdemocracia europea a mediados del siglo XX que al que impusieron las revoluciones comunistas de Rusia (1917 -1919) y de Cuba (1959). Mientras Castro rehizo los objetivos de las Fuerzas Armadas, confiscó a todas las empresas privadas, proscribió al resto de partidos políticos e instauró una economía estatizada y planificada; Chávez busca combinar una intervención estatal en sectores “estratégicos” con una economía mixta de mercado (con participación de petroleras extranjeras), mientras mantiene formas de democracia multipartidaria y al ejército actual.

Sus medidas, sin embargo, ponen en tela de juicio cada vez más sus prácticas democráticas y la estabilidad económica del país, ya que pretende limitar la libertad de expresión al revocar la licencia de concesión a un canal de televisión opositor (RCTV), y desea acabar con la independencia del Banco Central. La autonomía de ésta institución es fundamental no sólo en Venezuela, sino en cualquier país del mundo, porque sólo un manejo técnico, y no político, garantiza la defensa de la moneda y un control efectivo de las presiones inflacionarias, además de mantener suficientes reservas internacionales con el fin afrontar las crisis que para nada son ajenas a la región.

Desde que asumió el poder en 1998, su presidencia ha tenido altos y bajos. Su elección responde no sólo a la falta de tino o experiencia democrática de nuestros pueblos, sino a que muchas veces los gobiernos anteriores o la oposición, o han decepcionado rotundamente, o no han sabido construir una plataforma políticamente confiable. El electorado caribeño, en este caso, el venezolano, se ha dejado llevar no sólo por una personalidad carismática, sino por alguien que ha capitalizado necesidades descuidadas por los políticos tradicionales.

A pesar de esto, el populismo no deja de ser un mal porque establece relaciones de clientelaje político entre los votantes y los candidatos, a quienes el pueblo ve como benefactores o supuestos “salvadores de la patria”. Se sabe que la población menos favorecida cuida celosamente las ventajas o migajas recibidas del líder con su voto, así asegura este vínculo o círculo vicioso que impide la realización de los individuos como plenos ciudadanos. La ciudadanía implica asumir el rol de sujetos responsables de la vida económica y política del país, así como de nuestro propio destino. Si se le da de comer a un hombre una vez está bien -dice el Evangelio- pero mejor es enseñarle a pescar.

Ahora, con un nuevo mandato, Chávez se encuentra robustecido toda vez que considera que lo peor ya pasó: el golpe frustrado de la oposición en abril de 2002 y el triunfó en el referéndum revocatorio de 2004. Ni por la vía de facto o por la democrática los detractores de Chávez han podido derrotarle. Encima se prestaron a su juego al dejarle servida todas las plazas de la Asamblea Nacional al no participar del proceso que debía elegir a sus miembros en el 2005. Esta falta de cálculo político de la triste oposición venezolana va a permitir una serie de descabelladas reformas constitucionales que pretende impulsar el actual gobierno revolucionario. Entre las medidas anunciadas por Chávez durante su discurso se encuentra la reelección indefinida, quizá porque ya que tiene una cámara monocolor -la oposición cometió la barbarie, como se dijo, de boicotear las últimas legislativas- por ello con una reforma constitucional por la vía parlamentaria es suficiente.

Otra futura acción a ejecutar será el complejo traspaso de las empresas de telefonía (CANTV) y eléctricas al Estado a través del mecanismo de una “ley habilitante”, una suerte de vía rápida contemplada en la Constitución de 1999, previa aprobación de la Asamblea Nacional, el Parlamento unicameral venezolano. Imaginamos que al menos estas empresas y sus accionistas serán indemnizadas a precios de mercado, antes del pánico bursátil provocado por sus perturbadores anuncios.

Una expropiación de ese tipo será costosa política y económicamente para Venezuela ya que tendrá que disponer de sus reservas internacionales para consolidar su pago. En lo económico se espera un mayor rechazo o alejamiento de los inversionistas de la plaza venezolana, lo que seguramente debilitará su mercado de valores y dejará aun más vulnerable a su economía. Sus planes, en ese sentido, -con los que dice buscar una sociedad más justa y equitativa, y dirigida a “ayudar” a los más pobres- añadieron más incertidumbre sobre el futuro económico de Venezuela y provocaron el derrumbe del mercado local de valores, de los bonos soberanos y del tipo de cambio no oficial.

El costo político podría materializarse en sanciones si es que Venezuela no cumple indemnizar como corresponde a los inversionistas afectados por sus arbitrarias medidas. No debe asombrarnos si el CIADI, (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones del Banco Mundial) o Cortes Internacionales intervienen en procesos iniciados contra Venezuela por vulnerar las libertades económicas y la libre empresa.

Lo que añade más pavor, fuera de estas desiciones, es que Chávez haya mencionado que otras compañías, denominadas por él como “estratégicas”, correrán la misma suerte. "Hay que nacionalizar lo que ha sido privatizado", sentenció Chávez. Luego de su estrepitoso discurso de ayer, la bolsa de Caracas cayó, como se sabe, cerca de un 19%, la mayor caída de su historia, generando que las demás plazas latinoamericanas sientan el efecto de sus incomprensibles medidas.

Un hecho de igual importancia mediática supone el anuncio de unificar a todas las fuerzas chavistas en un sólo partido. En cuanto a lo que significa la gran incógnita del socialismo chavista del siglo XXI, el columnista Miguel Á. Bastenier, del diario El País, ha señalado con acierto que “Mejor que hable él mismo (por Chávez): "La teoría nace de la praxis, (...) que está todavía por inventarse, el tiempo y las palabras se nutren, dialogan". O sea que el movimiento se demuestra andando, o hablando; porque Chávez lo que mejor hace es gobernar por la palabra, conjurando o difuminando realidades por el solo hecho de nombrarlas. Así, socialismo es todo aquello que Chávez diga que es socialismo”.

Cual palabra que mana de la boca de este enviado para redimir a los pobres de la tierra, el socialismo venezolano no es una cosa definida, sino una en constante movimiento, que nunca tomará cuerpo y que perdurará en su forma gaseosa. La vida que ha jurado entregar a su causa y los cambios a nivel ministerial se hacen para dar nuevo aire a este periodo decisivo de la historia venezolana.

Una nueva fase ha comenzado con posibles repercusiones en Bolivia, Ecuador y Nicaragua, donde acaba de de ganar el sandinista Daniel Ortega. Sus medidas son un giro hacia la izquierda que buscarán influir en los países nombrados. En Bolivia parece tener los tentáculos más alargados ya que adquirió el semanario La Época para reconvertirlo en un diario partidario del “moralismo”. Asimismo, lleva invertidos US$ 500 mil en radios para el mismo fin. Además, corre el rumor por La Paz que la petrolera llanera PDVSA está por comprar un canal local. Dichas acciones, que tienen injerencia en los asuntos internos del país del altiplano se realizan con el objetivo de consolidar el turbulento mandato de su socio, el líder del MAS (Movimiento hacia el Socialismo), Evo Morales.

Resulta en extremo preocupante que Chávez intente llevar a cabo la nacionalización mediante poderes especiales que solicitará la Asamblea Nacional, cuando esta clase de medidas traumáticas, que el mismo Chávez ya utilizó, desencadenaron la crisis política que provocó en 2002 un golpe de Estado y una huelga petrolera y empresarial. Cabe recordar que la Ley de Tierras, aprobada bajo este mecanismo, y otras de naturaleza económica (49 leyes en total), provocaron una crisis de desempleo y huelgas generalizadas. La Fedecamaras (agrupación de empresarios venezolanos) convocó una protesta para su reforma económica. El resultado de estas acciones fue la devaluación del Bolívar en 25%.

No deja de sorprender que durante la ceremonia de asunción de mando, Chávez haya jurado por Cristo, calificándole de “socialista”. Si su afirmación (acerca del Mesías) se basa en que repartió panes y pescados a una multitud hambrienta, hay que hacer una pequeña corrección, ya que Cristo ofrendó los alimentos de su bolsillo (por un milagro) y no de las malversadas arcas de petrodólares.

1 comentario:

Anonymous dijo...

En el mundo actual, en especial en Europa se esta discutiendo sobre un concepto llamado "democracia soberana", sistema que permite a una sociedad decidir su destino en función de sus propios intereses, sin presiones ni direccionamientos externos, cosa muy difícil de alcanzar en este mundo global. Este tipo de sistema, dicen podrá ser alcanzado solo por un pequeño grupo de países que tengan la capacidad para hacer respetar sus intereses, el resto de naciones quedaran en lo que han llegado a denominar "democracias dependientes". Muchos países, como la comunidad europea están generando el nivel adecuado de tamaño para poder alcanzar ese nivel, otros como Rusia y China están tratando de controlar sus sectores “estratégicos” situación que les podrá permitir ese grado de “soberanía”. Dentro de ese esquema, toda discusión sobre temas tácticos, como por ejemplo el nivel de los indicadores macroeconómicos, queda relegado a un segundo plano, lo que interesa es definir el rumbo estratégico que va a tomar el País en los próximos 50 años. Algo parecido debió de suceder en los años de la independencia, donde el Perú ingreso muy rezagado, y solo fue furgón de cola de los demás países de la región, obteniendo la peor parte de ese proceso histórico. Ante esta disyuntiva histórica la clase dirigente del país, la intelectualidad en especial, debe ser capaz de desarrollar una estrategia coherente y eficaz que nos permita afrontar este nuevo proceso histórico en mejores condiciones que el anterior; en segundo lugar tener la capacidad de ejecutarlo. No es descabellada esa idea de los tiempos de la independencia de la creación de la gran nación latinoamericana, quizás sea la única forma que tenemos de sobrevivir en el mundo del futuro. Busquemos nuestro propio camino, pensemos por nosotros mismos no seamos hasta intelectualmente dependientes que creo que es la forma moderna de ser esclavos.