martes, 14 de agosto de 2007

La falacia del “milagro chileno”



César Hildebrandt
http://www.laprimeraperu.com/noticia.php?IDnoticia=2201


En su libro "La mejor democracia que se puede comprar con dinero", el periodista norteamericano Greg Palast –condecorado por el odio de todos los conformistas del planeta- recuerda, con pelos y señales, la farsa que los Chicago Boys (en Lima, los Chicago a secas) han metido en la cabeza de millones de incautos: la del "milagro económico" ocurrido entre los ríos de sangre de don Augusto Pinochet Ugarte.

Cada vez que alguien abre la boca para oponerse al aburrido libreto de la globalización, sale por allí un teólogo del "milagro chileno" y dice: Sssshhhhh, que están ofendiendo a Friedman, el santo patrón de Reagan y de Thatcher (pero antes de Pinochet).

Y la verdad es que no hubo ningún milagro con los Chicago Boys. Lo que hubo fue devastación.

Palast nos recuerda que en 1973 la tasa de desempleo en Chile era del 4,3 por 100. Diez años más tarde, subió al 22 por cien. Mientras tanto, en esos diez años de pinochetismo puro y neoliberalismo bidestilado, los salarios reales habían bajado 40 por 100 en su poder adquisitivo y la pobreza, que en 1970 era del 20 por 100 de la población, llegó a trepar hasta el 40 por 100.

Palast reconstruye:

"Bajo el hechizo de sus teorías (las de Friedman), el general eliminó el salario mínimo, ilegalizó los derechos de negociación de los sindicatos, privatizó el sistema de pensiones, rebajó sustancialmente todos los impuestos sobre la riqueza personal y los beneficios empresariales, recortó el empleo público, privatizó 212 empresas propiedad del Estado y 66 bancos... El general hizo marchar a su nación por el sendero "neoliberal" (libre mercado), y pronto Thatcher, Reagan, Bush, Clinton y todo el planeta seguirían su ejemplo...".

Hubo más. Los Chicago Boys, que tomaron Chile como el conejo de un laboratorio, convencieron a Pinochet de que desregulara la banca y vendiera la que pertenecía de algún modo al Estado. Pinochet lo hizo y añadió un 40 por 100 de rebaja sobre el valor real.

¿Y qué pasó? La banca cayó en manos de dos grandes especuladores: Javier Vial y Manuel Cruzat, quienes "desviaron fondos para comprar a todos los productores y entonces mejoraron estas empresas con préstamos de inversores extranjeros que anhelaban conseguir su parte de los regalos del Estado. Las reservas de los bancos se llenaron de títulos falsos de las empresas filiales... Hacia 1982 el negocio piramidal de Chile llegó a su fin. Los grupos Vial y Cruzat dejaron de pagar. La industria cerró, las pensiones privadas dejaron de tener valor, la moneda se hundió...".

Fue entonces que la gente salió a las calles. Era mejor morir de bala que de hambre.

Pinochet despidió a los Chicago Boys y, bajo una presión social que ni los tanques intimidaron, autorizó un programa para crear 500,000 empleos públicos e impuso una ley que limitaba la entrada del capital extranjero en la banca.

Fue Keynes, entonces, y no Friedman el que salvó a Chile. Keynes y un poco de socialdemocracia pinochetista, así como lo oyen.

Porque para salvar el sistema de pensiones, quebrado por los Chicago Boys, Pinochet nacionalizó los bancos y parte de la industria a una escala que Allende no hubiese podido imaginar. "El general expropió a su voluntad, ofreciendo modestas indemnizaciones o ninguna", recuerda Palast.

Este es el capítulo chileno que los conservadores peruanos no quieren que recordemos.

Y menos quieren que recordemos que cuando todo se reprivatizó, los militares vetaron la privatización del cobre (el 30 por ciento de los ingresos por exportaciones). Recordemos que esas minas que conservó la derecha neoliberal de Chile habían sido confiscadas por Allende a la Anaconda y a la Kennecott. "Fue el regalo póstumo de Allende a su país", dice Greg Palast justicieramente.

Si la agricultura modernizada es una segunda explicación del progreso chileno, volvamos a escuchar al brillante Palast: "Según el profesor Arturo Vásquez, de la Universidad de Georgetown, la reforma agraria de Allende, esto es la disolución de los estados feudales (que Pinochet no pudo resucitar por completo) dio lugar a una nueva clase de agricultores-propietarios productivos, además de operadores de empresas y cooperativas que hoy producen una oleada de ganancias... Pero para eso quizás se necesite a un gobierno socialista que lleve a cabo una reforma agraria".

De modo que cuando alguien le hable del "milagro económico de Chile" no piense en los Chicago Boys ni en Milton Friedman necesariamente. Piense en Roosevelt, Keynes y un poco en Salvador Allende.

Y piense que la receta de los Chicago Boys, la pura y dura, ha sido tomada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional como brebaje planetario. Y por eso el mundo está en peligro de desplomarse echando espuma por la boca. Porque Friedman –que adoraba la Rhodesia racista que hoy se llama Zimbawe– siempre creyó que el Racumín hace milagros.

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