JAIME BAYLY, EL FALSO GAY

Jaime Bayly, el falso gay

El ´tío terrible´ de la televisión deja mucho que desear
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Por César Reyna.
Colaborador Exclusivo. Reservamoral.org

Jaime Bayly, el popular animador de televisión, recurre a un recurso utilizado por cómicos ambulantes cuando no pueden hacer reír con su ingenio: hacer de homosexual. De gay no tiene nada Jaime, pero sí de oportunista, ya que al no encontrar otra fórmula para levantar sintonía echó mano de la remanida (y vulgar)caracterización. Aunque Bayly afirme una y otra vez que le gustan los hombres, y desea con vehemencia a metrosexuales como Christian Meir o Diego Bertie, lo suyo es verdaderamente patético. Como entrevistador ha perdido locuacidad y mordacidad, reemplazándolas por confesiones efectistas y depresivas. Apelar al ‘gay que todos llevamos dentro’ no ha dado resultado y por eso ha venido revelando sus desprolijidades amatorias. En los últimos meses ha dicho que sufre impotencia y que añora a algunos ex amantes. El espectador peruano no ha respondido a sus esfuerzos figurativos porque se ha aburrido del falso gay que representa, además cansarse de ver al inefable Tongo cada fin de semana. Su programa ya no se puede ver en familia como antes porque suele decir, enfáticamente, que “no se le para”.

El otrora ‘niño terrible’ aprovechó muy bien su fama –copiando a David Letterman, entre otros grandes presentadores norteamericanos- para impulsar su carrera literaria (en la que repite hasta la saciedad lugares comunes como la homosexualidad, la infidelidad y el consumo de drogas). Jaime pretende vivir del éxito del pasado en una sociedad mucho menos conservadora que la de antes. Hace una década sus libros pegaban de lleno porque nadie hablaba o escribía sobre gays y estupefacientes en la clase alta limeña. El morbo vendía y bien. Con ayuda de agentes y editoriales logró ser un bestseller de novelas para salones de belleza, es decir, light, por su bajo contenido literario. Su presencia televisiva le aseguró ventas e ingresos por derechos cinematográficos cuando sus obras se transformaron en guiones para el séptimo arte.

Ciertamente sus libros son para usar y desechar como cualquier otro producto de consumo masivo. Poco se puede extraer de ellos pues difícilmente una frase, escena o diálogo en particular quedará perennizado en nuestra memoria. Como escritor es totalmente descartable como un paño higiénico o un condón usado; pero como showman prometía por su carisma e ironía intrínsecos. Verlo últimamente en televisión dejó de ser un placer porque ha desnaturalizado su personalidad. Se ha traicionado exhibiendo sus miserias, pretendiendo sacar oro de ellas como un burdo alquimista con el plomo. Al trata de afirmar algo que no es (gay) denigra a personas de distinta orientación sexual. Bayly no le hace ningún favor a los grupos y colectivos que anhelan reivindicaciones y derechos (como casarse por la vía civil al igual que los heterosexuales) pues se presenta como un sujeto poseído por sus arrebatos. La imagen que proyecta -diciendo que es gay en cada programa- genera distorsiones en la población ya que parece un hedonista degenerado que desea inmediata y urgente satisfacción de sus apetitos.

Sus invitados generalmente deben lidiar como el descabellado personaje que lo ha poseído. Mucha gente de la farándula acude a su espacio porque necesita promocionarse (aunque le resulte incómodo responder a preguntas sobre su vida sexual y familiar).

¿Cómo sabemos que no es gay? Bueno, estuvo casado y tiene dos hijas. Todos sabemos perfectamente que un homosexual puede formar una familia como cualquier hetero; pero no creemos que una mujer, en su sano juicio, hubiera aceptado a alguien que tuviera debilidad por los hombres.