El golpista Roberto Micheletti apoyaría el regreso del derrocado mandatario debido a presiones internacionales
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Por César Reyna
Según The New York Times, los usurpadores estarían dispuestos a reponer a Manuel Zelaya debido a la injerencia de Estados Unidos. Estaba claro que sólo la presión norteamericana podía obligar a los golpistas a reconsiderar las propuestas del presidente costarricense Óscar Arias, el mediador en la crisis institucional hondureña.
Hace un par de días las Fuerzas Armadas de ese país emitieron un comunicado en el que respaldaban “el proceso de negociación en el marco del Acuerdo de San José”. Según diversas fuentes noticiosas, el comunicado fue redactado en las oficinas de un influyente senador estadounidense. Es probable que funcionarios de la superpotencia hayan contactado a los altos mandos hondureños para debilitar la coalición que participó el golpe de Estado.
Un pequeño país como Honduras no está en condiciones de contrariar a Estados Unidos. La revocación del visado a cuatro funcionarios del nuevo gobierno como respuesta al golpe de Estado que derrocó a Zelaya debió intimidar a los golpistas que pretendían resistir hasta enero próximo, mes en que entregarían el poder al ganador de las elecciones presidenciales de noviembre.
Pero el esperado retorno del depuesto presidente ha encontrado muchas resistencias entre los empresarios hondureños, los verdaderos artífices del derrocamiento de Zelaya. De éstos depende en última instancia el restablecimiento del orden democrático a pesar de que las Fuerzas Armadas del país centroamericano informaran que no se opondrán al regreso de Manuel Zelaya.
De momento el Gobierno de facto ha consultado la propuesta de Arias con los titulares de las instituciones involucradas en el golpe. Zelaya regresaría con poderes recortados –ya no propondría la convocaría a una Asamblea Constituyente- y se limitaría organizar el proceso electoral. El Congreso hondureño, entidad que lo “destituyó”, sólo estaba a favor de amnistiar a los involucrados en la crisis política (incluido Zelaya) y adelantar las elecciones, dos de los doce puntos del Acuerdo de San José, pero no contemplaba el primer punto del acuerdo, que establece la restitución de Zelaya en el Gobierno.
Hasta hace poco Micheletti consideraba inaceptable ese punto, pero cambió de opinión un día después del comunicado de los militares en el que respaldaban una salida negociada a la crisis. La combinación de presiones internas (la del Ejército) y la de la comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos y la OEA, ha provocado un retroceso en las posiciones iniciales de los golpistas.
Mientras éstos discuten la forma de reinstalar a Zelaya, éste sigue en la frontera entre Honduras y Nicaragua motivando a sus partidarios. Muchos se encuentran desmoralizados porque pernoctan en condiciones precarias y no creen que se llegue a una solución.
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