lunes, 17 de agosto de 2009

El crimen de Myriam Fefer







Eva Bracamonte, hija de la víctima, participó en el crimen al permitir el ingreso del sicario y proporcionarle un plano detallado de la residencia

Más que el dinero, el verdadero móvil fue el rencor materno-filial ya que Eva había heredado la mayoría de bienes de su abuelo. Su madre no podía apreciarla como a su hermano Ariel porque éste era buen estudiante y cariñoso con ella
-------------------------------------------------------------

Por César Reyna



Siempre resulta truculento leer o escuchar historias en las que un progenitor muere a manos de su hijo por dinero. En muchos casos la trama es tan complicada que no es posible identificar a los responsables inmediatamente. Pero en el caso de Myriam Fefer, las culpas están más que establecidas.

Si la Policía no la atrapó antes fue porque era menor de edad y porque pagó una buena cantidad para detener las investigaciones. El proceso estuvo prácticamente detenido durante dos años hasta que un presunto sicario colombiano detenido en Argentina se atribuyó el delito. Si no fuera por esa versión trascordillerana y la presión mediática el asunto hubiera quedado como otro caso sin resolver.

Eva Bracamonte Fefer, sindicada como la autora intelectual del parricidio, pensó salirse con la suya y manejar una cuantiosa fortuna con su pareja sentimental. Todo apunta a que Eva mató a su madre porque representaba un obstáculo para la forma en la que quería vivir su vida. Su madre no sólo no aceptaba su lesbianismo sino que no parecía quererla del mismo modo que a su hermano menor. Los celos y resentimientos fueron los detonantes del horrendo crimen que ocurrió a pocos pasos de la habitación de Eva. Hay que tener mucha sangre fría para abrirle la puerta al asesino y conciliar el sueño mientras la mataba con sus propias manos. La naturaleza del hecho revela que no sólo quería que muriera, sino que sufriera por no aceptarla como tal. Deseaba que agonizara y que se sintiera impotente de resistir a su agresor o pedir ayuda.

Esa noche debió tomar algunas precauciones como asegurarse que su madre estuviera sola en su cuarto (seguramente encerró a los canes de la casa para que no detectaran la presencia del asesino).

Lo que la delató fue sonreír socarronamente mientras una reportera de ATV le preguntó qué le diría al asesino de su madre y ella respondió: “nada”, haciendo una mueca un tanto jactanciosa. Poco faltó para que dijera “muchas gracias” o le enviara un saludo por la televisión. El gesto que no pudo disimular fue similar al de Glenn Close cuando interpretó a la manipuladora Marquesa de Mertreuil al bajar de un carruaje (el cambio de expresiones de Close es magistral pues pasa rápidamente de la malicia a la amabilidad).


Para matar a su madre Eva contó con la colaboración de Liliana Castro Mannarelli, su pareja, quien le presentó o consiguió al sicario. Liliana lo conocía bien ya que trabajó un tiempo como mecánico en el taller de su padre. Al parecer las muchachas se inspiraron en la película Wild Things (Criaturas Salvajes), un thriller donde un par de mamacitas exploran y explotan su sensualidad para quedarse con dinero, vivir juntas y eliminar a sus rivales.





1 comentario:

Autora dijo...

Me parece muy fuerte que hables asi... Eres una persona muy inconsciente.