Muerte en la Amazonía y la ola de frío en Puno
Por César Reyna
Tras los enfrentamientos entre la Policía Nacional y miembros de comunidades nativas, el Gobierno de Alan García intenta senderizar o criminalizar a los pobladores amazónicos con el propósito de deslegitimar sus reclamos. De ahí que el mandatario haya elevado a la categoría de héroes a una veintena de efectivos acaecidos en los trágicos sucesos del viernes. Comparar las acciones represivas de los policías fallecidos en la Amazonía con la entrega de los valerosos defensores del Morro de Arica -antigua provincia peruana, hoy en manos de Chile-, supone un desvarío absoluto por parte del presidente García.
No es dable equiparar ambas acciones porque los segundos defendieron el territorio nacional de un enemigo exterior; los uniformados, en cambio, entraron a desalojar a tiros a civiles que habían tomado una carretera del interior. La naturaleza de las órdenes y su contexto no permiten la similitud porque García envió a cientos de agentes a provocar a miles de nativos descontentos con su irregular proceder (de convalidar decretos inconstitucionales que afectan intereses de los protestantes amazónicos). El temerario desplazamiento de las fuerzas del orden fue aprovechado por el Ejecutivo para victimizarse y culpar a los indígenas, sus dirigentes, y políticos opositores de los lamentables sucesos del viernes. Como la Policía puso la mayoría de muertos (todavía falta investigar cuántos nativos han sido ultimados), las autoridades sienten que pueden patear el tablero (las negociaciones con las tribus) y mantener su posición de validar un controvertido paquete normativo que entrega la selva a los grandes capitales.
Los muertos de la Policía son utilizados por el Apra para ganar apoyo en diversos sectores de la población y mejorar su índice de aceptación. Para reforzar esta estrategia, García y el premier Yehude Simon han confirmado la presencia de intereses extranjeros en los desmanes del viernes. Con ello no sólo pretenden ocultar su incapacidad en el manejo del conflicto, sino estigmatizar, una vez más, a los amazónicos como seres salvajes, desalmados y tremendamente crueles. No es casual que Simon y la ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, repitan hasta el cansancio que los policías enviados fueron masacrados o asesinados a sangre fría por hordas enfurecidas que se ensañaron con sus cuerpos.
Por César Reyna
Tras los enfrentamientos entre la Policía Nacional y miembros de comunidades nativas, el Gobierno de Alan García intenta senderizar o criminalizar a los pobladores amazónicos con el propósito de deslegitimar sus reclamos. De ahí que el mandatario haya elevado a la categoría de héroes a una veintena de efectivos acaecidos en los trágicos sucesos del viernes. Comparar las acciones represivas de los policías fallecidos en la Amazonía con la entrega de los valerosos defensores del Morro de Arica -antigua provincia peruana, hoy en manos de Chile-, supone un desvarío absoluto por parte del presidente García.
No es dable equiparar ambas acciones porque los segundos defendieron el territorio nacional de un enemigo exterior; los uniformados, en cambio, entraron a desalojar a tiros a civiles que habían tomado una carretera del interior. La naturaleza de las órdenes y su contexto no permiten la similitud porque García envió a cientos de agentes a provocar a miles de nativos descontentos con su irregular proceder (de convalidar decretos inconstitucionales que afectan intereses de los protestantes amazónicos). El temerario desplazamiento de las fuerzas del orden fue aprovechado por el Ejecutivo para victimizarse y culpar a los indígenas, sus dirigentes, y políticos opositores de los lamentables sucesos del viernes. Como la Policía puso la mayoría de muertos (todavía falta investigar cuántos nativos han sido ultimados), las autoridades sienten que pueden patear el tablero (las negociaciones con las tribus) y mantener su posición de validar un controvertido paquete normativo que entrega la selva a los grandes capitales.
Los muertos de la Policía son utilizados por el Apra para ganar apoyo en diversos sectores de la población y mejorar su índice de aceptación. Para reforzar esta estrategia, García y el premier Yehude Simon han confirmado la presencia de intereses extranjeros en los desmanes del viernes. Con ello no sólo pretenden ocultar su incapacidad en el manejo del conflicto, sino estigmatizar, una vez más, a los amazónicos como seres salvajes, desalmados y tremendamente crueles. No es casual que Simon y la ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, repitan hasta el cansancio que los policías enviados fueron masacrados o asesinados a sangre fría por hordas enfurecidas que se ensañaron con sus cuerpos.
En el día de la bandera, en el que se rememora la Batalla de Arica, García dijo que “existe financiamiento externo en las protestas de la selva”. Habló de una “conspiración en marcha”, presuntamente venezolana y boliviana, para desestabilizar al país. Mencionó que a nuestros adversarios “no quieren que el Perú se desarrolle y encuentre más petróleo, gas y minerales”. Durante la ceremonia cívica, frente a un monumento dedicado al coronel Francisco Bolognesi, héroe máximo del Ejército, no perdió oportunidad para tildar a los nativos de “ignorantes” por no haber leído el contenido de los decretos cuestionados. En dicha cita comparó a los policías que perdieron la vida en Bagua con el sacrificio realizado por los defensores del Morro de Arica, durante la Guerra del Pacífico. Su discurso no fue de unidad, sino división entre peruanos pues –prácticamente- calificó de traidores a quienes participaron en las movilizaciones nativas. Apelar a la amenaza de enemigos externos es un viejo recurso político que se emplea generalmente para ocultar la verdad. Su utilización sirve básicamente para no asumir responsabilidades cuando la intervención estatal no es suficiente para resolver los problemas o cuando una situación se escapa de las manos, como es el caso.
El Gobierno no piensa seguir discutiendo la derogación de los decretos ni admitirá culpa alguna en lo ocurrido este fin de semana. La pérdida de vidas humanas le no interesa a García a no ser que puedan servirle a sus objetivos políticos. El presidente instrumentaliza la muerte y aprovecha el dolor humano para justificar sus acciones y afianzar su ilegítimo liderazgo. Un hecho lo pinta de cuerpo entero: mientras miles de puneños se mueren de frío en el sur del país, el presidente ofrecía una conferencia de prensa en la explanada de Palacio de Gobierno rodeado por decenas de camiones con ayuda para los damnificados. Los vehículos permanecieron varias horas alrededor de la Plaza Mayor en lugar dirigirse a Puno donde decenas niños han muerto como consecuencia de la desnutrición, la falta de asistencia médica y del friaje (bajas temperaturas). Al parecer García quiso mejorar su imagen enseñando las toneladas de víveres, ropas, medicinas y frazadas que serían enviadas al sur. La desgracia de miles de ciudadanos no le importó mientras atendía las inquietudes de los periodistas.
Un par de días atrás se desentendió del asunto diciendo que el Gobierno Regional de Puno había recibido oportunamente 12 mil vacunas antineumónicas y fondos para encargarse de la situación. Al Gobierno Central no le competía intervenir, según él, porque la autoridad competente era la puneña. Sin embargo, podía y debía hacerlo, constitucionalmente hablando, ya que las normas lo autorizan. El artículo 137 de la Constitución permite que el Ejecutivo decrete estado de emergencia cuando existen “(…) catástrofes o graves circunstancias que afectan la vida de la Nación”. ¿Si la intensidad del invierno que azota al sur no es una catástrofe o una grave circunstancia qué otra cosa podría serlo? La ineficiencia[1] del Ministerio de Salud y de las autoridades regionales es compartida. No hay excusa para reaccionar tardíamente aunque algunos funcionarios digan que no se esperaba que la helada llegara tan pronto.
El deceso de infantes, nativos y policías es fruto de la improvisación y maquinación de un presidente que piensa únicamente en los intereses de algunos poderosos particulares.
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[1] Por si fuera poco, existe una Comisión Multisectorial de Prevención y Atención de Desastres que por ley y criterio debía haber actuado apenas entrado el 2009. Dicha comisión la preside Yehude Simon, titular de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM).
5 comentarios:
Doctor Reyna, esto dice su colega CH:
LA ORDEN VINO DE ARRIBA
Por: César Hildebrandt
Ahora estarán frotándose las manos los que pedían sangre y fuego y restablecimiento del orden..
Para los pobres –incluidos los policías usados como carne de cañón- el “restablecimiento del orden” consiste en plomo a discreción y muerte difusa.
En el Congreso también debiera haber algunos arrepentimientos.
El de Velásquez Quesquén, por ejemplo, operador rastrero de los designios presidenciales dirigidos a imponer los decretos de urgencia que la Defensoría del Pueblo ya había considerado inconstitucionales.
¿Qué interés puede estar tan por encima del diálogo y la paz?
El interés de lo que John Dos Passos llamó “The big money”, título de su inmortal novela sobre ese capitalismo que todo lo devora.
¿Y por qué no funcionó la llamada Mesa de Diálogo presidida por el muy incompetente Yehude Simon?
Porque hubo mala fe de ambas partes. Tanto de Simon, encerrado en la loseta que García le ha puesto como destino y escenario, como de Alberto Pizango, ese misterio pétreo que no sabe de matices sino de victorias maximalistas.
Los irresponsables congresistas nacionalistas, que prefirieron un desayuno lento antes que estar a tiempo a la hora del debate, también han puesto su cuota.
Y el Apra, convertida en maquinaria presidencial y despojada de toda entidad partidaria, ha hecho lo suyo.
Al momento de escribir estas líneas ignoro, como todo el Perú, cuántos civiles han sido asesinados por las fuerzas del orden y cuántos cadáveres han sido ocultados o quemados al amparo del toque de queda.
Lo que sí sé es que once policías han caído cumpliendo la orden de despejar una carretera tomada hace demasiados días.
Y a mí que no me vengan con que hay muertes desdeñables ni cadáveres de segunda clase. Esos once policías son funcionarios públicos que han sido asesinados. Y lo lamento y esas muertes me duelen.
Pero el paro de la selva, desatendido por el gobierno, era y es un paro político. Y en la selva los llamados “indígenas” –los que estuvieron antes que nosotros, cuando el Perú era una inmensa arboleda y algunos puñados de cazadores- están hartos de Lima, del gobierno, del Estado, de la autoridad.
Nada justifica el asesinato de los policías. Pero nada atenúa la responsabilidad de Alan García de haber dado la orden de “limpiar el puente y la carretera” justo 24 horas después de que el Congreso, sometido a sus órdenes, se burlara de la selva postergando el debate del decreto de urgencia 1090.
Quiso el Congreso, en provocación extrema, que el decreto 1090, ya señalado como inconstitucional por la propia Comisión de Constitución, no fuese derogado, como correspondía, sino derivado a la agenda de la Mesa del Diálogo. Y la Mesa del Diálogo había dejado de existir.
De modo que esa burla se convirtió en furia amazónica, en clamor exacerbado y en grito de guerra.
Yehude Simon, a pesar de su aciago papel, no puede cargar con todas las culpas. El responsable de esta tragedia se llama Alan García.
Es el mismo Alan García fuera de sí que alguna vez ordenó la matanza de los penales. El mismo Alan García que traicionó en paquete sus promesas electorales y gobernó sentándose a la diestra de Lourdes Flores.
Pedir la renuncia de Yehude Simon es fácil. Responsabilizar únicamente a Mercedes Cabanillas es un gesto insuficiente y radicalmente injusto.
Quien exigió que la autoridad se impusiese acribillando a quien fuera necesario es Alan García. Y la primicia la dio el diario “Correo” hace unos días. En efecto, en su sección de datos breves “Correo”, informado sin duda desde Palacio, festejó el hecho de que, en una sesión de gabinete, la ministra Cabanillas fuera amonestada “casi a gritos” por su “debilidad” en el caso del paro selvático.
...sigue:
Muy bien. Lo que se llamaba, desde la impaciencia presidencial, “debilidad” era prudencia y humanidad. Lo que García ha vuelto a imponer es su estilo. Su ensangrentado estilo.
La ministra Cabanillas debería renunciar. Yehude Simon debería apartarse. García tendría que quedarse con sus incondicionales.
Azuzar a la población es irresponsable y, en el fondo, criminal. Si la oposición existiese de un modo menos inorgánico, tendría que apostar por la derogatoria inmediata de los decretos venales de García, la restauración del diálogo y la demanda del enjuiciamiento de todos –repito: de todos- los culpables.
En la historia de la injusticia peruana, ¿a cuántos lutos nos someteremos antes de admitir que cuando el orden significa matanza y desvarío es que el orden no vale la pena? ¿No ha escuchado García la frase aquella de que la nobleza consiste en tener la fuerza para no tener que emplearla?
VIDEOS SOBRE LA LUCHA AMAZONICA
http://www.youtube.com/watch?v=kUWdLrhXeU0
http://www.youtube.com/watch?v=w05nZd1Y9Co
http://www.youtube.com/watch?v=9pXLvlXZR6I
http://www.youtube.com/watch?v=oExgvnif0pA
http://www.youtube.com/watch?v=bgKveliyF6Y
http://www.youtube.com/watch?v=tP18uaPA308
http://www.youtube.com/watch?v=w05nZd1Y9Co
http://www.youtube.com/watch?v=VRj7trvxguw
http://www.youtube.com/watch?v=hnp4hvBc70M
http://www.youtube.com/watch?v=ZK8hyn5k8WM
http://www.youtube.com/watch?v=Z66coIG16SE
http://www.youtube.com/watch?v=DjonF04kWNg
LOS PERUANOS UNIDOS EXIGEN LA VACANCIA
Y CARCEL PARA LOS GENOCIDAS ALAN GARCIA Y YEHUDE SIMONS, POR LA MUERTE DE INOCENTES INDIGENAS-AMAZONICOS
“La más sórdida alianza entre el Apra, el MRTA, el Fujimorismo y UN ha sembrado dolor y muerte en la heroica Amazonía : 55 muertos, 225 heridos, mas de 105 detenidos y aprox. 20 desaparecidos hombres dignos de inquebrantable moral ejemplo de un alto nivel de desprendimiento y sacrificio por amor al Perú pasan a engrosar la gloriosa lista de mártires peruanos, las calumnias e infamias contra nuestra web vertidas por el asesinos Yehude Simons no nos callaran siempre estaremos al servicio del pueblo….”
PRONUNCIAMIENTO
Una vez más la derecha ha envilecido y ensangrentado la política peruana en la oscuridad antidemocrática mas inimaginable que cualquier sociedad del mundo pudiera esperar, los crímenes contra los indígenas amazónicos se suman a la larga lista de atrocidades como las de Cayara, el Fronton, Putis, Accomarca, Los Cabitos, Uchuraccay, Los Molinos, Barrios Altos, etc, contra un pueblo indefenso con aspiraciones de libertad. Queda demostrado que en el Perú hay un ESTADO FALLIDO donde el dialogo es una voz de las balas y bombas, que la pacificación es sinónimo de impunidad que la reconciliación solo se da entre las mafias que ostentan el poder.
Los decretos legislativos impuestos a sangre y fuego son inconstitucionales por cuanto atentan contra los derechos legítimos de las comunidades indígenas de la Amazonía peruana que durante cientos de años han sabido cuidar donde lo que el corrupto Estado y la sociedad solo vieron y ven placeres turísticos y museos artesanales mientras que el imperialismo internacional y la burguesía criolla organizaba como apoderase de los bosques, el agua, los hidrocarburos y los ricos ingentes recursos naturales de esta zona. Es duro decirlo; pero, es necesario, esta situación arrastrada por la indiferencia y el miedo solo REFLEJA UNA SOCIEDAD ENFERMA en la que se han perdido los códigos naturales de convivencia de verdad, justicia, bien, decencia, solidaridad y libertad.
Hay una urgente exigencia de despertar, de tomar conciencia, los peruanos hoy estamos llamados a UNIRNOS Y MOVILIZARNOS contra la más sórdida alianza entre el Apra liderada por el Delincuente Alan García, el MRTA solapado por el terrorista Yehude Simons, el Fujimorismo y UN que ha sembrado dolor y muerte en la heroica Amazonía : 55 muertos, 225 heridos, mas de 105 detenidos y aprox. 20 desaparecidos entre ellos niños, mujeres y ancianos indefensos, hombres dignos de inquebrantable moral, ejemplo de un nivel de desprendimiento y sacrificio por amor al Perú pasan a engrosar la gloriosa lista de mártires peruanos que la historia sabrá redimirlos y un gobierno del pueblo de DIGNIDAD NACIONAL les hará justicia.
La doctrina socialdemócrata de un burguesía servilista y apátrida siempre será enemiga de la verdad y de la humanidad, hablan de democracia y no respetan la voluntad popular llaman a defender el estado de derecho y son los primeros en pervertir y aplastar todo intento de legalidad institucional, de sus corrompidas fauces solo salen mentiras hasta su presencia es una gran mentira impuesta en la realidad.
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