Mandatario altiplánico buscaría la enemistad entre pueblos hermanos para apaciguar críticas y graves problemas internos. Lo que le molestarìa es que el modelo que tanto detesta (la economìa de mercado) funcione de alguna manera en nuestro paìs
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Por César Reyna
La vecina Bolivia se encuentra al borde de la ruptura social; sin embargo su gobierno prefiere desviar la atención acusando al Perú de apropiarse de un traje típico (inspirado en la Diablada) y denunciando que mercenarios de nuestro país participan en la desestabilización de su régimen.
Estos roces diplomáticos o intercambios verbales son frecuentes en Evo Morales, quien no ha encontrado mejor forma de aliviar las tensiones internas que acusando a nuestras autoridades. El líder del Movimiento Al Socialismo (MAS) busca afanosamente la réplica de su homólogo peruano, el presidente Alan García, para decirles a los bolivianos que son objeto retaliaciones y amenazas.
Hace unos meses vaticinó que Perú perdería la demanda límites marítimos con Chile, seguramente porque frustraba las aspiraciones bolivianas de salida al mar.
Perú es el gran ‘cuco’ en el vecindario porque aplica el neoliberalismo y ha venido creciendo a tasas interesantes durante los últimos años. Los logros de su vecino incaico, que no son muchos, parecen quitarle el sueño ya que no puede exhibir resultados contundentes en materia de empleo, crecimiento de exportaciones o reducción de la pobreza. A pesar de que las cifras oficiales peruanas no son del todo confiables, Perú ha generado cierta estabilidad social, la suficiente como resistir el embate del ‘socialismo del siglo XXI’ que abraza Morales.
La polarización es lo que caracteriza a la Bolivia actual. En ese clima es probable que se produzca una o varias escisiones dada la rivalidad entre las provincias. Un conflicto armado no puede descartarse pues Morales ha sido declarado como “enemigo del Perú” por parte del canciller José Antonio García Belaunde.
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