domingo, 5 de julio de 2009

Golpe de Estado en Honduras: impiden regreso de Manuel Zelaya




Golpe de Estado en Honduras: Gobierno de facto impide ingreso de Manuel Zelaya



Por César Reyna


Mientras Manuel Zelaya, el derrocado presidente hondureño se dirige a Tegucigalpa desde Washington, el gobierno de facto de su país advirtió que no dejará aterrizar el avión que lo trae de regreso. Esto supone un nuevo impasse tras el golpe de Estado de hace una semana ya que sobre Zelaya pesa una orden de captura. Al defenestrado mandatario se le acusa de violar la Constitución por tratar de “imponer” una consulta para instalar una Asamblea Constituyente. En total son 18 cargos graves, entre los que destaca el delito de traición a la patria. El golpista Roberto Micheletti, quien fue nombrado por el Congreso en sustitución de Zelaya, le recordó a éste que será arrestado en cuanto ingrese a territorio nacional. “El señor Zelaya es un delincuente, con 18 cargos en su contra y una orden de búsqueda cursada por la fiscalía y enviada a la Interpol. En el momento en que ponga el pie en tierra hondureña, será detenido. Él lo sabe. Y por eso no creemos que se atreva a venir”.


En un primer momento el Gobierno se mostraba decido a detener a Zelaya con el fin de amedrentarlo, pero ante la inminencia de su retorno le prohibió el ingreso de manera indefinida. Así, las autoridades de turno se ponen nuevamente al margen de las leyes de su país ya que la Constitución hondureña, como lo recuerda José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, no permite la expatriación de ningún hondureño. Pero eso no es todo pues también han entrado en rebeldía por negarse a arrestar a Zelaya. Recordemos que al mandatario lo habían expulsado a pesar de que debía ser puesto a disposición de la “justicia”. Con el impedimento de regreso de Zelaya los golpistas van sumando infracciones constitucionales a su abominable dossier.


La Iglesia, que había permanecido en silencio desde el comienzo de la crisis, ha respaldado la posición de Micheletti con el propósito de evitar derramamientos de sangre. El cardenal Óscar Rodríguez, voceado para vestirse de blanco y sustituir a Juan Pablo II, se dirigió por televisión al presidente Manuel Zelaya para pedirle que no regresara a Honduras. “Yo sé que usted ama la vida”, dijo el prelado, “sé que usted respeta la vida, y hasta el día de hoy no ha muerto ningún hondureño. Pero su regreso al país en este momento podría desatar un baño de sangre. Por favor, medite. Porque después sería demasiado tarde”. No sorprende la postura del cardenal Rodríguez porque la Iglesia siempre ha estado del lado del ‘establishment’. Recordemos que hace cinco siglos participó en la conquista de las culturas americanas. La Iglesia ayudó a legitimar el sistema colonial español y la opresión elitista republicana tras la independencia de España.


La OEA ha suspendido a Honduras en aplicación del artículo 21 de la carta democrática de 2001 al haber constatado que se ha roto el orden democrático y no hay voluntad para restaurarlo. El régimen ilegal teme que el arribo de Zelaya genere un clima que obligue a los golpistas a entregar el poder.


En el momento que Manuel Zelaya se comunicaba con la televisora Telesur mientras sobrevolaba algún punto del Caribe; el gobierno de facto convocó una conferencia de prensa para interrumpir su mensaje y ponerle paños fríos a la situación anunciando que dialogará con la OEA. Lo que buscarían sería adelantar las elecciones de noviembre para encontrar una solución a su negativa de reponer a Zelaya. La OEA no habría aceptado esa posibilidad porque su carta no lo permite. Para incrementar la tensión y presentarse como víctima de un complot internacional, Micheletti mencionó que detectaron la movilización de tropas de la vecina Nicaragua en la frontera. El autócrata hondureño interpretó el hecho como una amenaza a su país. Nicaragua, por su parte, ha negado rotundamente la acusación de Micheletti y ha descartado que sus tropas estén planificando entrada alguna en territorio hondureño. Estados Unidos ha confirmado la versión del Gobierno del socialista Daniel Ortega.

Zelaya se embarcó en la mañana con el presidente de la Asamblea de la ONU, Miguel D’ Escoto, y otros diplomáticos de menor rango; pero no con los presidentes sudamericanos que lo respaldaron ayer en la Asamblea Extraordinaria de la OEA. Nos referimos a la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, el paraguayo Fernando Lugo, el ecuatoriano Rafael Correa, quienes viajan rumbo a El Salvador para seguir de cerca los acontecimientos. El secretario general de la OEA, por su parte, también acompaña a los dignatarios mencionados.


El avión que traslada a Zelaya aún no ha aterrizado en el aeropuerto Toncontín ni en otros terminales internacionales. Las autoridades aeronáuticas comunicaron hace algunas horas –por orden expresa de Roberto Micheletti- que las aeronaves que no tengan autorización deberán descender en aeropuertos de países vecinos.


Para el gobierno de facto la tensión que desataría el regreso de Zelaya ocasionaría muertes inevitables en su afán de mantener el orden. Si se produce una elevada cifra de bajas civiles Micheletti podría dimitir ante la presión de las calles y las críticas de la comunidad internacional. Cualquier muerte que se produzca será atribuida a los golpistas porque controlan las Fuerzas Armadas y porque eligieron el camino de la violencia para gobernar.



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