La disputa de la segunda vuelta electoral entre Keiko Fujimori y Ollanta Humala podría evitarse si aparece un candidato que aglutine a la centroizquierda.
La polarización inmovilizaría al país si uno de los citados llega a la presidencia.
El padre Marco Arana sería nuestra única alternativa
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Por César Reyna
El padre Marco Arana sería nuestra única alternativa
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Por César Reyna
Si en los próximos meses no surge una figura capaz de posicionarse en el centro del espectro político la suerte estaría echada pues todo parece apuntar que ganará un aspirante con altos niveles de desaprobación. Fenómeno que ya viene sucediendo en el interior del país, donde los presidente regionales acceden al cargo con votaciones que no superan el 20%. Las consecuencias de una presidencia tambaleante serían desastrosas en medio de una crisis económica internacional y muchos problemas internos sin resolver. El escenario sería mucho peor que el que le tocó vivir al ex presidente Toledo pues los partidos políticos opositores y amplios sectores de la sociedad civil y de la prensa harían todo lo posible para que Fujimori Higuchi o Humala Tasso no tengan una presidencia agradable.
Según quien resulte vencedor se irán definiendo las posibles alianzas y rivalidades. Si triunfa Keiko Fujimori el Apra podría convertirse en su escudero en el Parlamento como lo fue el FIM de Fernando Olivera con Perú Posible. De producirse la inesperada victoria de Humala, tendría a casi toda la clase política en su contra, excepto a los minúsculos partidos de izquierda. En cualquier caso, las expectativas de que uno u otro termine su mandato dentro del plazo constitucional sería altamente improbable por las enormes presiones que tendrían que soportar.
El candidato buscado no sería necesariamente un improvisado como lo fue Alejandro Toledo cuando ganó la presidencia en 2001, sino alguien que haya hecho labor social en las comunidades como el padre Marco Arana. Es decir, alguien que conozca perfectamente los grandes problemas del país como la desigualdad y la pobreza; pero no sentado desde un cómodo sillón de oficina, sino en el campo de la acción y la práctica. Desde esa perspectiva, el padre Arana encaja perfectamente con el perfil del líder que necesitamos para el siguiente quinquenio.
Ahora bien, a pesar de que el aspirante nacionalista Ollanta Humala está tratando de acercase al centro del espectro político luego de su reunión con el escritor Mario Vargas Llosa, uno de los máximos exponentes del pensamiento liberal en Latinoamérica, su cambio no parece sincero pues la prensa descubrió que su mujer trabajaba para medios cercanos al régimen chavista (recibía miles de dólares por asesorías que no pudo justificar). Esto probaría las vinculaciones del ex comandante del Ejército Peruano con el presidente venezolano. En los últimos días Humala viene demarcándose de la figura de Chávez para presentarse como un candidato maduro y ajeno a cualquier influencia externa diciendo que el nacionalismo que representa no le permite sacrificar los intereses nacionales. El mayor temor de una buena cantidad de peruanos es que Chávez gobierne el Perú a través de Humala, convirtiendo al país incaico en un anexo de Venezuela.
Además de romper con Chávez y su socialismo del siglo XXI, Humala deberá hacer lo mismo con su hermano Antauro, el radical que dirigió una asonada en la ciudad de Andahuaylas en enero de 2003. Es probable que el líder nacionalista y el mandatario venezolano protagonicen una “pelea”- con calificativos subidos de tono de un lado y del otro- para hacerle creer al electorado que han roto definitivamente. La enemistad será fingida para liberar a Humala del elemento que le genera muchos anticuerpos y le resta popularidad: su relación con Chávez.
En esa línea, Humala buscará mayor acercamiento con gremios empresariales para “blanquearse” como hizo Alan García antes de las elecciones de 2001. El encuentro con la clase dominante no lo ayudará porque lo considera una grave amenaza para sus intereses; además la derecha peruana cuenta con varias alternativas electorales, entre las que destaca la congresista Keiko Fujimori, para tener un presidente afín para el período 2011-2016. De modo que no necesitaría sumar a Humala aunque éste asegure que ha cambiado. El “viraje” del hombre identificado con el ‘antisistema’ no es creíble porque ha sido orquestado por Chávez. La estrategia de Caracas es evidente ya que desde hace varios meses el mandatario venezolano no se intromete en asuntos internos del Perú, a pesar de que el oficialismo ha denunciado su injerencia en el conflicto amazónico y otros hechos de violencia.
La presencia de outsider, es decir, de un personaje ajeno a las miserias de la política local, impediría que triunfe otro candidato del sistema como el alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio; la lideresa de Unidad Nacional, Lourdes Flores Nano o el propio Alejandro Toledo. Los tres defienden el modelo económico que instauró el reo Alberto Fujimori a principios de los noventa y no garantizan ningún cambio o corrección del mismo. Según la última encuesta socioeconómica de Apoyo, un 55% de peruanos desea ajustes en la política económica, esto es, mayor inclusión, fortalecimiento de leyes laborales y asistencia social para los más pobres.
Según quien resulte vencedor se irán definiendo las posibles alianzas y rivalidades. Si triunfa Keiko Fujimori el Apra podría convertirse en su escudero en el Parlamento como lo fue el FIM de Fernando Olivera con Perú Posible. De producirse la inesperada victoria de Humala, tendría a casi toda la clase política en su contra, excepto a los minúsculos partidos de izquierda. En cualquier caso, las expectativas de que uno u otro termine su mandato dentro del plazo constitucional sería altamente improbable por las enormes presiones que tendrían que soportar.
El candidato buscado no sería necesariamente un improvisado como lo fue Alejandro Toledo cuando ganó la presidencia en 2001, sino alguien que haya hecho labor social en las comunidades como el padre Marco Arana. Es decir, alguien que conozca perfectamente los grandes problemas del país como la desigualdad y la pobreza; pero no sentado desde un cómodo sillón de oficina, sino en el campo de la acción y la práctica. Desde esa perspectiva, el padre Arana encaja perfectamente con el perfil del líder que necesitamos para el siguiente quinquenio.
Ahora bien, a pesar de que el aspirante nacionalista Ollanta Humala está tratando de acercase al centro del espectro político luego de su reunión con el escritor Mario Vargas Llosa, uno de los máximos exponentes del pensamiento liberal en Latinoamérica, su cambio no parece sincero pues la prensa descubrió que su mujer trabajaba para medios cercanos al régimen chavista (recibía miles de dólares por asesorías que no pudo justificar). Esto probaría las vinculaciones del ex comandante del Ejército Peruano con el presidente venezolano. En los últimos días Humala viene demarcándose de la figura de Chávez para presentarse como un candidato maduro y ajeno a cualquier influencia externa diciendo que el nacionalismo que representa no le permite sacrificar los intereses nacionales. El mayor temor de una buena cantidad de peruanos es que Chávez gobierne el Perú a través de Humala, convirtiendo al país incaico en un anexo de Venezuela.
Además de romper con Chávez y su socialismo del siglo XXI, Humala deberá hacer lo mismo con su hermano Antauro, el radical que dirigió una asonada en la ciudad de Andahuaylas en enero de 2003. Es probable que el líder nacionalista y el mandatario venezolano protagonicen una “pelea”- con calificativos subidos de tono de un lado y del otro- para hacerle creer al electorado que han roto definitivamente. La enemistad será fingida para liberar a Humala del elemento que le genera muchos anticuerpos y le resta popularidad: su relación con Chávez.
En esa línea, Humala buscará mayor acercamiento con gremios empresariales para “blanquearse” como hizo Alan García antes de las elecciones de 2001. El encuentro con la clase dominante no lo ayudará porque lo considera una grave amenaza para sus intereses; además la derecha peruana cuenta con varias alternativas electorales, entre las que destaca la congresista Keiko Fujimori, para tener un presidente afín para el período 2011-2016. De modo que no necesitaría sumar a Humala aunque éste asegure que ha cambiado. El “viraje” del hombre identificado con el ‘antisistema’ no es creíble porque ha sido orquestado por Chávez. La estrategia de Caracas es evidente ya que desde hace varios meses el mandatario venezolano no se intromete en asuntos internos del Perú, a pesar de que el oficialismo ha denunciado su injerencia en el conflicto amazónico y otros hechos de violencia.
La presencia de outsider, es decir, de un personaje ajeno a las miserias de la política local, impediría que triunfe otro candidato del sistema como el alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio; la lideresa de Unidad Nacional, Lourdes Flores Nano o el propio Alejandro Toledo. Los tres defienden el modelo económico que instauró el reo Alberto Fujimori a principios de los noventa y no garantizan ningún cambio o corrección del mismo. Según la última encuesta socioeconómica de Apoyo, un 55% de peruanos desea ajustes en la política económica, esto es, mayor inclusión, fortalecimiento de leyes laborales y asistencia social para los más pobres.
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